El Amor De Antonio romance Capítulo 325

A la hora de cenar, la restaurante ya estaba lleno de persona y no había ni un espacio más.

Clara y Lydia entraron en el comedor, el camarero se acercó en seguida con la risa de disculpe, -Perdonen, señoritas, ya no hay asiento disponible adentro, por favor esperen afuera.-

-No vamos a cenar, vamos a buscar alguien,- Lydia echó una mirada alrededor del Salón, y sigue preguntarle, -¿Hay una cliente llamado Aquiles Díaz?-

-¿Aquiles Díaz?- el camarero pensó con ceño fruncido, y asintió con la cabeza con una sonrisa, -Sí, por aquí.-

Las dos siguieron al camarero hacias al fondo del comedor.

A la esquina junto a la ventana, Clara encontró a primera vista Aquiles y ...Antonio y la mujer que le daban la espalda.

Habían dicho algo que hizo Aquiles reír tan alegremente. La mujer también estaba sonriendo, y su cuerpo se inclinó a Antonio hasta que colocó la cabeza sobre su hombro.

Antonio no la rechazó.

Las pupilas se contraen abruptament, su expresión cambió, Clara enfocó su mirada en dos figuras apoyadas juntas.

Al ver que Aquiles rió tanto que casi olvidó todo, Lydia frunció el ceño y detuvo al camarero.

El camarero volvió la cabeza y la miró dudosamente.

-Ya los vimos, podemos ir nosotras mismas, gracias.-

Al oír su palabra, el camarero les bajó ligeramente la cabeza para señalar respeto, -Buen aprovecho.- Luego, se salió.

Sin demora, Lydia tomó la mano de Clara y see dirigieron juntos hacia ellos.

-Siempre no tiene buen sentido de orientación, pero no hemos pensado que sigas igual cuando ya eres una adulta. Aunque crece el cuerpo, no se sincroniza la mente.-

Aquiless miró a Nina con la cara llenaba de risa, pero lo que dijo demostró claramente su lengua suelta.

Nina tomó el pañuelo sobre la mesa y lo lanzó hacia él, -¡No desarrolla tu cabeza!-

Al verla enfadada, la risa de Aquiles se volvió cada vez más radiante.

Nina hizo pucheros enojadamente, luego abrazó el brazo de Antonio, que sentaba a su lado, y apoyó su cabeza en su hombro, dijo en voz afectada, -Realmente lo mejor es hermano Antonio, no habla mucho y tiene un aspecto genial.-

-¿No te parece que soy guapo?- Aquiles levantó el ceño.

Nina le echó una ojeada, y le contestó con desprecio, -Con su lengua tan afilada, es imposible ser guapo.-

Dicho esto, Aquiles cubrió el pecho y gritó, -¡Ay me duele mucho el corazón! ¡Qué triste estoy!-

Nina se puso a reír y la risa casi no se pudo cubrir con la mano.

También rio Aquiles.

Justo en este momento, se oyó una voz apática, -Aquiles, qué alegre estás.

Cuando cayó la voz, Aquiles y Nina volvieron juntos las cabezas.

Lydia los miraba indiferentemente, con los brazos cruzados, y llevaba una risa sarcástica.

-¡Cuñada!- Aquiles gritó cuando vio que Clara estaba detrás de Lydia.

Antonio, que estaba sentada en silencio y no se unió a la charla, dio la vuelta lentamente, y encontró la mirada fría de Clara.

No supo si fue su ilusión, pensó que ella estaba enojada.

Nina creía que la cuñada llamada por Aquiles se refirió a Lydia, se levantó rápidamente, luego caminó delante de Lydia y observó de cerca cada parte de su rostro con sus ojos bonitos.

Lydia frunció el ceño, y como no estaba acostumbrada de acercarse demasiado a los desconocidos, dio un paso hacia atrás para alejarse.

En cambio, Nina se puso a sonreír y le dijo a Antonio, -Hermano Antonio, tu esposa es muy guapa.-

Lydia dijo en tono frío, -No soy la esposa del señor Antonio.-

Diciendo, puso a Clara adelante, -Ella es.-

Había equivocado.

Nina escupió la lengua vergonzosamente, luego parpadeó y dio una sonrisa tímida a Clara, -Hola, cuñada.-

Viendo que Clara no tenía un buen aspecto, le preguntó cuidadosamente, -Cuñada, ¿está enfadada conmigo?-

Clara la miraba, creía que el padre de Antonio le había arreglado una mujer de misma edad, pero nunca había imaginado que fuera una chica tan joven.

La cara era preciosa y delicada, la figura pequeña parecía una hermana vecina.

¿Hermana vecina? Clara frunció el ceño, y la mirada subconsciente flotó hacia Antonio, y encontró que estaba mirándola con una risa leve, y en sus ojos negros señalaba un visible gusto.

Levantó el ceño, y mostró una sonrisa brillante, le dijo en tono suave a Nina, -No estoy enojada.-

Al ver que se suavizó su cara, Nina también se puso a reír y se acercó a abrazar su brazo, mirándola con la cabeza torcida y sus ojos grandes, una figura bastante encantadora.

-Cuñada, soy Nina Pliego, el tío Díaz me pide a la cita a ciegas con Antonio. Sin embargo...- frunció la nariz, dijo en un tono despreciable, -Hermano Antonio no es del tipo que me gusta, y es mucho mayor que yo, además, ya ha casado, no voy a ser la tercera.-

La palabra llena de inocencia hizo que Clara no pudo evitar sonreír, y también extendió su corazón fruncido.

La cosa parecía no era lo que imaginaba.

Clara se sentó al lado de Antonio.

Nina sonreía, -Antonio se sienta junto a cuñada, entonces voy a sentarme con...-

Iba a decir que quería sentarse con Aquiles, Lydia se apresuró a sentarse al lado de Aquiles.

Se congeló la risa en la cara, Nina frunció el ceño y le dio una mirada descontenta a Lydia.

Lydia tomó el brazo de Aquiles y apoyó la cabeza en su hombro, sonrió, -Soy su novia, por lo que me siento con él. Y tú, hermanita, por favor siéntate solo.-

Con el ceño arrugado, Aquiles iba a quitar la mano, pero fue agarrado por ella, y sonó su voz deliberadamente bajada, -Aquiles, te dejaré sufrir si me empujas ahora.-

El tono contenía un visible aviso.

Entendido bien de su característica, dicho y hecho, definitivamente.

Para evitar más molestia, Aquiles tuvo que dar una sonrisa de disculpa a Nina, que obviamente estaba descontenta, -Nina, entonces por favor siéntate tú misma.-

Nina mordía el labio, dio una mirada alrededor, viendo que todos ellos estaban en parejas y la dejaba sola, era inevitable que hubiera sentido incómodo.

Respiró profundamente e intentó a quitar el mal humor, en la cara preciosa apareció una sonrisa brillante, -No pasa nada, me siento solamente.-

Era una mesa para 4 personas.

Por lo que tuvo que pedir al camarero le agregó una silla y se sentó en el pasillo.

Así parecía más a un extraño.

El sonido de piano seguía flotando, se oía el murmullo de las parejas alrededores. Como se agregó una silla, ellos, cinco personas, se veían un poco ridículo en el restaurante.

El ambiente entre ellos se calmaba con frecuencia, que era bastante avergonzado.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Amor De Antonio