El Cocinero Del Capitán [BXB] romance Capítulo 13

A la mañana siguiente cuando desperté sus dedos se pasaban tiernamente por mi pierna desnuda la cual se mantenía sobre sus piernas. No sé si es molesto para él, pero no puedo evitar pasar mi pierna por sobre las suyas mientras al mismo tiempo me apego a su cuerpo con mis brazos, a veces también apoyo mi cabeza en su pecho, algo que esta vez no fue la excepción.

Era bastante temprano, podía ver como los rayos de luz entraban por las rendijas de la ventana, avisándome que era el momento más idóneo para levantarme y comenzar con mis responsabilidades, algo que no estaba llevando a cabo por culpa suya.

Quería levantarme, mientras que él deseaba besarme y mantenerme recluso entre sus brazos. Es evidente que no querré irme si hace esto, adoro la calidez de sus labios y la forma en la que me sostiene, además de la dulzura que emplea para acariciarme poco a poco hasta que sus intenciones se desvanecen y sus lujuriosas intenciones salen a la luz.

Me gusta, no tengo dudas con respecto a eso, pero tengo responsabilidades y él también, las cuales se ven retrasadas por toda esta romántica situación.

–Ya…–suspiré cortando el beso, intentando alejarme de su piel mientras que él con una sonrisa coqueta me sube sobre su cuerpo– debo irme– agregué.

–Hoy será un día movido– me anunciaba– cuando anochezca te quedarás en mi habitación y no saldrás hasta que todo el caos acabe.

No pude evitar sentir miedo por las palabras que soltaban sus labios, hasta ahora no he sido parte de ningún asalto, por ello con temor me acomodaba sobre su cuerpo permaneciendo sentado en su abdomen.

¿Qué tal si lo lastiman provocándole la muerte? ¿Qué haría yo? No sé a quién piensan enfrentarse, pero ¿y si sale mal? Me causa temor la idea de pensar en las consecuencias que podrían traer estos actos, aunque era evidente que no podía hacerlo cambiar de idea, no tenía el derecho de decir “No lo hagas” justamente porque esto es algo que han hecho muchas veces.

–No te preocupes, todo saldrá bien– me aseguraba tras quedarme callado.

–¿Cuánto tardará? –pregunté temeroso.

–Eso es relativo– respondió sentándose en la cama, obligándome a sentarme sobre sus piernas mientras él deslizaba sus manos por mi cintura, rodeándome con sus brazos–puedes dormir– sugería– pero necesito que no salgas de aquí ¿está bien?

–Está bien, pero…–dije tomándolo de las mejillas, queriendo que me viera directamente a los ojos– a cambio tendrás que regresar cuanto antes, sano y salvo.

–Tenemos un trato entonces– dijo con una sonrisa, atrapando mis labios mientras trataba de deslizar sus manos por debajo de mi ropa.

–Quieto…–suspiré compartiendo su sonrisa– cuando regreses lo haremos…

–Pero yo…

–Tómalo como un premio– dije viendo como parecía un poco fastidiado por la idea de esperar.

–Bueno, es un buen premio…–murmuró haciéndome reír, ya que parecía más centrado en mí que en la batalla de esta noche.

–Iré a preparar la comida, todos deben tener energías para este día– agregué, separándome de sus brazos los cuales intentaron detenerme, pero no lo consiguieron.

Como sabía que me retrasaría si utilizaba su baño, decidí encaminarme hasta la cocina y me alisté apropiadamente antes de vestirme con un nuevo atuendo, para seguido preparar una gran cantidad de comida con ayuda de Julián y Alejandro.

También abrimos una de las conservas de agua dulce para mantener a todos hidratados y totalmente cuerdos, ya que normalmente se mezcla el ron con el agua dulce para conservarla por más tiempo. Hoy era un buen día para esto, así que me aseguré de darles a toda la tripulación un almuerzo que les hiciera tener energías.

Para la tarde, decidí preparar vino caliente para combatir el frío, aunque como aún era temprano simplemente estaba buscando las cosas que necesitaría en el almacén.

Necesitaba una naranja, piel de limón, clavos aromáticos, palitos de canela, cardamomo, un trozo de raíz de jengibre, azúcar y obviamente el vino tinto, aunque este último lo buscaría más tarde.

Todo el mundo estaba ocupado el día de hoy, ya que estaban preparando la munición de los cañones, afilando sus espadas y despejando las zonas para transitar con rapidez. Por eso nuevamente no le llevé el almuerzo al capitán, no deseaba distraerlo ni retrasarlo, por ello me mantenía lejos.

Cuando quedaban un par de horas para que anocheciera, bajé hasta el sitio de reservas de alcohol y para mi suerte, Leo estaba cerca cuando necesitaba subir el barril hasta la cocina.

–¿Qué ocurrió después? –me preguntó mientras tomaba el barril para ayudarme.

–No mucho, simplemente hablamos– respondí dibujando una sonrisa en mis labios.

–¿Sólo eso? –preguntó en un tono coqueto.

–Sí– respondí haciéndolo reír.

–Me alegra que hayan aclarado la situación, te ves mucho más animado– me aseguraba mientras que yo no podía evitar sentirme avergonzado ¿tan obvio soy?

–Dejando eso de lado…–dije queriendo cambiar el tema desesperadamente– ¿ya has alistado todo? Más te vale salir ileso– añadí.

–No te preocupes, hemos hecho esto muchas veces y sabemos cómo afrontar esta situación– me aseguraba con una sonrisa, aunque sabía que estaba nervioso, algo que era de esperarse, no todas las batallas son iguales.

Leo dejó el barril de vino en la cocina y se apoderó de uno de los bancos cerca de la pequeña mesa de madera que había allí, mientras que yo me encargaba de preparar el vino caliente.

–¿Dónde te ocultarás? –me preguntó apoyando sus codos en la mesa.

–El capitán me dijo que debía quedarme en su cabina– respondí.

–Hmm…–soltó de forma coqueta– asumo que, en su cama– comentó expandiendo su sonrisa– sin ropa.

–¡Leo! –me quejé haciéndolo reír.

–¿Qué tiene de malo? Te gusta ¿no? –preguntaba.

–Sí, pero no quiero quedarme en su cama– le aseguraba.

–¿Por qué no? Es la más cómoda– me aseguraba, haciéndome reír– el capitán viene del mismo sitio que yo, así que no es difícil saber que es de sangre caliente, como la mayoría de nuestro hogar.

–Hablando de hogar– dije mirándolo– ¿cómo es ese sitio? El capitán me habló un poco, pero aún tengo curiosidad.

–Es un sitio espectacular, tiene paisajes increíbles y en el invierno, todo se tiñe de blanco mientras a lo lejos puedes oír a los niños jugar con la nieve en la compañía de los adultos– me contaba con una gran sonrisa– es divertido, incluso hacemos competencias y apostamos en diversos juegos que se realizan en el gran comedor.

–¿Gran comedor? –pregunté extrañado.

–En cada pueblo hay uno, es un punto donde todos nos reunimos para comer y cenar, es ruidoso, pero puedes convivir con todos los de tu pueblo y reírte junto a ellos– me respondía.

–Entonces son un pueblo unido– comenté.

–Sí, como eres nuevo, te puedo dar alojamiento, mi casa tiene las mejores vistas, además, estoy seguro de que todos te amarán y no me extrañaría que te nombraran “La novia del líder” –dijo haciendo comillas.

–¿El capitán también es líder del pueblo? –pregunté sorprendido.

–Sí, anteriormente era su padre y es un título que se hereda, a menos que el gobernante no sea lo suficientemente capaz de gobernar el pueblo– me explicaba.

–¿Su padre murió? –pregunté.

–Sip– respondió– sólo queda su madre, la cual se casó y se mudó de pueblo.

–Ya veo…–murmuré queriendo imaginarme cómo sería ella.

–¿Ya está listo? –me preguntó, queriendo mirar la preparación.

–No, debe reposar veinte minutos– le respondí, algo que no parecía gustarle.

–¿Me darás extra? –me preguntó con una gran sonrisa.

–Lo pensaré– le respondí, antes de que los muchachos aparecieran con todos los vasos de greda que anteriormente lavaban.

Como Leo deseaba probar el vino cuanto antes, decidió ayudarnos, por lo visto, todos estaban descansando para más tarde, así que él se podía permitir estar allí con nosotros, hablando y riendo.

Leo es un chico carismático, es imposible pasar un momento incómodo con él, justamente porque sabe desviar la atención a temas más graciosos y sin duda, es muy fácil hablar con él. Me agrada, es un buen amigo, además sabe escuchar y da buenos consejos.

Cuando el sol estaba a sólo minutos de ocultarse, el capitán reunió a todos sus hombres dándoles indicaciones para el ataque, mientras que todos lo escuchaban con atención, sintiéndose incluso motivados por su forma de hablar.

Sin duda el capitán sabe cómo animar a sus hombres, aunque poco después comenzamos a repartir el vino que todos aceptaban con alegría, aunque Leo era el más feliz, parecía un niño con un nuevo dulce que disfrutar.

Esta vez, cómo ya era tarde yo fui quien le llevó el vino al capitán, quien se encerró en su cabina para preparar sus armas, por ello cuando entré pude ver cómo guardaba una daga en caso de emergencia.

–Que agradable visita– comentó al verme.

–Le traje vino– anuncié, acercándome para entregarle su parte.

–Para calentarme preferiría un beso– me aseguró, rodeando mi cintura con tal de apegarme contra su cuerpo.

No pude evitar besarlo luego de dejar el vino sobre la mesa, me sentía preocupado por lo que podría pasar más tarde, por ello deseaba besarlo apropiadamente llegando incluso al punto de permanecer sentado sobre la mesa mientras él se colaba entre mis piernas, apretando mi trasero con fuerza.

El beso era diferente a los anteriores, este era más desesperado y podía sentir mi cuerpo caliente, aunque no le di la oportunidad de tocarme hasta el final.

Parecía que aún había tiempo, por ello me tomó entre sus brazos y me llevó hasta su habitación donde me dejó caer a la cama y me pedía quitarme la ropa, con la excusa de “darse energías”

Yo no quería que nada malo le ocurriera, por ello me quité la ropa complaciéndolo, donde él tomaba el camino libre para tocarme la entrepierna, masajeando la zona con habilidad y firmeza.

Sólo me estaba tocando por delante, esto mientras me besaba al principio, aunque luego sus besos bajaron hasta mi pecho como una forma de juguetear con mis pezones, ayudándose con su lengua para ponerlos duros y mojados.

Se sentía bien, me gustaba la manera en la que recorría mi cuerpo usándome como un mecanismo que le diera calor, aunque me puse más ansioso cuando deslizó sus dedos hasta mi agujero, queriendo deslizarlos por mi interior, pero no se lo permití, ya que era probable que no pudiera rechazarlo si me tocaba allí.

–Venga…–susurró en mi oído regresando su mano derecha hasta mi entrepierna– quiero tocarte allí también…

–N-No…–me negué con dificultad– eso será para cuando todo el caos de esta noche termine– le aseguré en un suspiro, debido al movimiento de su mano que gustosamente me complacía– nnnh…

–Pase lo que pase, no salgas...–susurró en mi oído.

–E-Está bien…–dije e inmediatamente se separó de mí, dejándome con ganas de más.

–Uf… que vista– murmuró viéndome desde la orilla de la cama, mientras que yo cerraba tímidamente mis piernas– más te vale estar preparado– añadió con una sonrisa la cual respondí con cierta timidez.

Sus ojos me miraban con descaro, me gustaba, pero me hacía sentir avergonzado.

Cuando se fue, me levanté de la cama y me di un baño en su tina, en donde aproveché para aflojar mi agujero para más tarde. Tenía esperanzas de verlo sin ninguna lesión grave, por ello, me aseguraba de preparar la zona sin saber que algo como esto sería tan vergonzoso.

Leves suspiros salían de mi boca mientras introducía un segundo dedo, el cual trataba de imitar aquellos movimientos que recordaba de la última vez, notando como mi entrepierna se ponía más mojada y entre más rápido movía mis dedos, mejor se sentía.

–ah…. –suspiré llevando mi mano izquierda hasta mis pezones, manteniendo mis ojos cerrados tratando de recordar nuestra primera vez y en lo bien que se sentía tenerlo dentro de mí– nnngh…–gemí moviendo mis caderas inconscientemente.

Podía imaginar sus manos recorriendo mi cuerpo, algo que me hacía sentir en llamas, sobre todo al imaginar que mis dedos eran su pene. No era igual, aunque se sentía bien y cuando estaba a punto de correrme, oí el fuerte estruendo de un primer cañonazo que era acompañado de muchos más.

Mi cuerpo temblaba y esta vez no era por miedo, sino que lo hacía por culpa de pequeños espasmos que acompañaban mi corrida…

Esto es vergonzoso, pero estaba convencido de que él regresaría lo más pronto posible y que la siguiente vez que me corriera, sería a causa de sus embestidas, o por lo menos eso deseo…

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