El Cocinero Del Capitán [BXB] romance Capítulo 12

Ha trascurrido una semana, sin duda el hecho de tener un amigo es interesante, además de divertido por las diversas ocurrencias de Leo, quien para acortar su nombre me pidió que lo llamara de este modo.

No sabía que un amigo podía ser capaz de hacerme olvidar mis tristezas, aunque evitar al capitán es sin duda muy complicado ahora que nos encontramos en un sitio donde no tengo escapatoria. Mi única solución para evitar esto, es enviando a uno de los chicos a dejar su almuerzo en la cabina, evitando con esto, encuentros donde nos quedemos a solas.

Mis responsabilidades se siguen centrando en la cocina, algo que hoy tomó más trabajo de lo habitual y me quedé hasta más tarde para dejar todo listo para el siguiente día.

La noche parecía tranquila, lo único que podía escuchar era el oleaje del mar, algo que me hizo creer que los tripulantes se encontraban dormidos, o al menos eso pensé hasta que Leo con completa emoción entró a la cocina diciéndome que lo siguiera.

Hacía frío, pero sentía curiosidad por saber qué era aquello que lo mantenía tan eufórico, normalmente durante las noches no salgo de la cocina, hace frío y como no puedo ver fácilmente, evito alejarme de ella.

–¡Ven, apresúrate! –me decía con emoción, caminando en dirección a la popa del barco, subiendo por las escaleras llegando incluso al timón.

No podía evitar estar nervioso, estoy encima de la cabina del capitán, en cualquier momento él podría acercarse, aunque detuve mis pensamientos cuando Leo abrió sus manos diciéndome “¡mira!” mientras señalaba el cielo.

Como antes salí de la cocina centrado en el frío, no me di cuenta de la inmensa cantidad de estrellas que plagaba el cielo, se veía hermoso, había incluso una lluvia de estrellas que me dejaban sin palabras.

–Es bonito ¿verdad? –me preguntó con alegría, sentándose en el suelo para ver el cielo– ven, siéntate conmigo.

Hacía frío, pero acepté su invitación y observé el hermoso cielo nocturno que durante todos estos días había ignorado. Ahora que estamos en medio de la nada, el cielo se ve diferente y combinado con el oleaje del mar, podía sentir como mi cuerpo se relajaba.

Era tranquilizador, olvidé completamente el frío gracias a la belleza del lugar, además Leo me hablaba en el proceso haciéndome reír por sus diversas ocurrencias.

–Ahora sólo nos falta oír a una sirena– me decía con emoción.

–No creo en esos cuentos, pero buena suerte encontrando a una– le dije riendo.

–Lo oí de otro marinero, él dijo que tenían una voz angelical y que cantaban, aunque también dijeron que ellas no dejaban a nadie con vida– me contaba, mientras que yo lo buscaba con mis ojos en medio de aquella oscuridad que nos envolvía.

–Si no dejan a nadie con vida ¿Quién cuenta esas historias? –pregunté, mientras que él se quedaba callado.

–No lo había pensado…–murmuró haciéndome reír.

Yo quería seguir hablando con él, pero vimos la luz de un farol que nos advertía que alguien se acercaba, por ello miramos en dirección a las escaleras dándonos cuenta de que era el capitán, quien no parecía feliz por la situación. Creo que fuimos demasiado ruidosos.

–Ya nos íbamos– le aseguró Leo, levantándose del suelo casi al instante.

–Deberías estar vigilando– le habló el capitán en un tono enfadado.

–Me están cubriendo, no planeaba tardar tanto, pero ya nos vamos– repitió Leo, estirando su mano con tal de ayudarme a ponerme de pie.

–Ve, necesito hablar con él– le dijo, mientras que yo me ponía nervioso.

Leo me miró sin saber qué hacer, estaba preocupado por mí, sin embargo, no quería que lo regañaran por mi culpa, así que decidí decirle que se fuera, diciendo incluso “yo estaré bien” a pesar de no saber si eso era verdad.

No sabía de qué quería hablar el capitán, ni siquiera sabía si él estaba enfadado, aunque me quedé en silencio mientras esperaba que Leo se marchara. Ambos esperamos a que se fuera, no entendía de qué deseaba hablar a estas horas de la noche, sin embargo, fingía ser lo suficientemente fuerte como para permanecer a su lado.

El capitán se acercó a mí con lentitud, viéndome en todo momento a los ojos hasta que se posicionó frente a mí manteniendo una distancia corta que me obligaba a mirarlo hacia arriba, ya que es más alto que yo.

–¿Qué hacían aquí? –preguntó por fin, rompiendo el silencio.

–Veíamos el cielo– respondí, algo que parecía extrañarle.

El capitán miró en dirección al cielo casi como una forma de entender nuestras acciones, por ello, como no deseaba tener problemas, opté por decir “No se volverá a repetir”

–¿Te gusta mirar las estrellas? –me preguntó, mirando en todo momento el cielo.

–Sí, no había notado lo lindas que son cuando todo mi alrededor está oscuro– le respondí.

No sabía que él apagaría su farola de aceite para quedarnos a oscuras, casi buscando complacerme, aun cuando no se lo había pedido.

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