—Quién se atreve a... —El director abrió la puerta y se dispuso a vociferar a Simón. Sin embargo, en cuanto se dio cuenta de lo que este estaba haciendo, se quedó estupefacto.
—¿Es este el legendario Procedimiento de las Escamas de Dragón? Yo... ¡no puedo creer que tenga la suerte de ser testigo de semejante leyenda!
El director parecía muy emocionado al observar cada movimiento de Simón. Aunque nunca había visto el procedimiento en persona, había investigado mucho sobre él. Le parecía en sumo interesante, sobre todo, la manera de realizarlo, y Simón, en ese preciso instante, estaba llevándolo a cabo.
Luis despertó en cuanto Simón terminó de realizar el procedimiento y se sintió un poco incómodo al ver al joven vestido con ropa informal.
Debido a la reputación de su familia, Nicolás no lo había invitado a la reunión de aquel día. Por eso, no conocía a Simón y no sabía que era el infame futuro yerno que había provocado que todo saliera mal.
—Disculpe... ¿quién es usted? —preguntó Luis.
—No se mueva, deje que le quite todas las agujas del cuerpo antes de que se levante. —Simón agitó las manos.
—¿Usted... me salvó? —Luis se puso cauteloso al oír eso mientras preguntaba—: Estamos en un hospital, ¿por qué no trae puesta una bata?
Sin embargo, antes de que Simón pudiera responder algo, el director se acercó a toda prisa y dijo:
—¡Vaya, no puedo creer que sepa ejecutar el Procedimiento de las Escamas de Dragón! ¡Es increíble! Nunca pensé que podría presenciar semejante habilidad legendaria.
Simón rio entre dientes y empezó a remover las agujas del cuerpo de Luis. Después de quitar la última aguja, Luis sintió como si su cuerpo hubiera rejuvenecido diez años. No tardó mucho en recuperar el movimiento y se sintió como si no le pasara nada.
—¡Es perfecto! ¡Hace mucho tiempo que admiro esa habilidad y quisiera ser su discípulo! Mire, no espero que me enseñe todo lo que sabe, lo único que quiero es que me de algunos consejos. Me conformo con eso. —El director se arrodilló ante Simón al decir eso.
—Yo también. Quiero aprender de usted. Señor, ¡sus habilidades médicas son una verdadera bendición! —Al igual que el director, Luis hizo lo mismo.
Sus acciones dejaron a Simón sin palabras, «puedo entender por qué el director se emocionó tanto al ver lo que hice, ya que él es médico, pero Luis no sabe nada sobre medicina. ¿Por qué se empeña tanto en estudiar esa carrera? Además, es mi futuro suegro. ¿Eso no complicaría las cosas para nosotros?».
—Por favor, levántense. Jamás acepto discípulos.
Después de eso, Simón recogió su estuche médico y salió de la habitación. Sin embargo, el director fue persistente al decir:
—¡Por favor, señor, por favor, cumpla algo que anhelé durante años!
Luis continuó:
—¡Señor, yo también quiero aprender una habilidad tan legendaria! —Esto dejó a Simón sin palabras.
Mientras tanto, fuera de la sala de emergencias, Regina y los demás estaban muy nerviosos por el estado de Luis. Eso era porque el director aún no había llegado y ya había transcurrido media hora.
Parecía que todos empezaban a preguntarse si Nicolás les había tomado el pelo. Sintiéndose impotente, Regina se dispuso a llamarle de nuevo. Sin embargo, la sala de urgencias se abrió antes de que pudiera hacerlo. Así pues, todos dirigieron su atención hacia esa dirección.
De inmediato tres hombres los recibieron. La primera persona que salió fue Simón, mientras que el director y Luis lo seguían. Sorprendida, Beatriz dijo:
—Pensé que ese miserable ya se había ido. ¿Qué hacía ahí dentro? ¿Me guarda rencor porque le grité e intentaba vengarse por eso usando a Luis?
La Señora Estévez parecía encantada y dijo:
—Ignóralo. ¿No te das cuenta? Luis no solo está muy bien, sino que incluso salió de la habitación por sí solo. Es como si no le hubiera pasado nada.
—Mamá, la persona detrás de Luis es el director, el tío de Nicolás.
Regina se alegró de verlo y dijo:
—Así que, después de todo, Nicolás llamó a su tío.
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