—Acabo de saber por el propio Kyle, que Luca está muerto. Cristel está desolada.
Explica Mónica así de directo y entiendo la reacción de Cristel, ha vuelto a perder a su hijo, por segunda ocasión y sobre todo, justamente quedando sola pues al menos antes podía compartir su dolor con Alexander pero ahora él es mío, y además ignora todo esto. Siento que le estoy fallando.
—¿Lo confesó el hombre que tenían en aquel lugar amarrado?
Patri miraba de una a otra con los ojos muy abiertos tratando de asimilar todo lo que oía y desde luego no creía.
—Ahora está en espera del juicio, pero Kyle cree, que no llegue vivo. Sabe demasiado y hay gente grande metido en eso. No sé, pero tampoco me voy a echar a llorar. Sinceramente.
Coincidía con ella. Me importaba poco lo que le pasara, sin embargo no entendía por qué había hecho y dicho aquello.
—Voy a contárselo a Alexander hoy —suelto sin dudarlo.
—No puedo obligarte a no hacerlo, pero no me parece un momento ni una jugada muy acertada —explica ella recibiendo su chocolate —. Él está enfermo y eres muy consciente de eso ya, Joss me contó —se apresura a explicar cuando ve mi desconcierto —, lo mejor será que dejes las cosas así, a fin de cuentas ya no hay nada que recuperar de todo esto.
—Háblame de la enfermedad de mi marido.
Mis palabras sonaron a una orden, pero se lo merecía.
Ella intentaba hacer exactamente lo mismo con el asunto anterior y zanjando de una vez aquel tema que no tenía porqué seguir tratando con ella, reconduje la conversación por el verdadero asunto que me había traído hasta este sitio a desayunar en su compañía.
—Necesita un trasplante y se niega a ponerse en la lista de espera, no entiendo por qué —explica confundida.
—Lo hace por ella —interviene Patri —sé por Joseph que Alexander no quiere exponerse a volver a sentirse tentado de activar su necesidad descomunal de comprar. Sabe que si Lore le pide una sola vez que no la deje, él se verá obligado a hacer todo por darle lo que pide y no quiere desfraudarla de nuevo. Prefiere morir y Joss no está para nada contento con eso.
Me empezó a latir el corazón demasiado rápido.
No esperaba que mi hombre, mi amor, mi deliro...mi comprador estuviese a un límite tan extremo como ese. Nuestro amor superaba la cordura. Era demente y los dos estábamos de ingreso y camisa de fuerza.
Sin pudor alguno, me convulsioné dolida en medio de aquel sitio y comencé a llorar desconsoladamente.
¿Por qué no podíamos simplemente ser felices?
¿Acaso el amor es insuficiente?
No puedo más. Siento que muero cada vez que pienso que estamos en el camino correcto a vivir nuestra historia de manera limpia y algo todavía más oscuro y turbio sucede. Es agotador luchar tanto contra la vida.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El comprador (COMPLETO)