El corazón de Señor Peréz romance Capítulo 462

Se necesitarían al menos dos días para enviar al señor Ocampo a su país de manera segura.

En caso de que pasara algún contratiempo en el camino, o algún ataque, el proceso sería aún más largo.

No era la primera vez que Noan salía de casa, sin embargo, ninguna de las veces pasados se sentía tan preocupado.

Abrazó a Mauren en sus brazos, y le amonestó cariñosamente, -Marina ha tenido un accidente y no puede cuidar de los niños, pero estos días tampoco estoy aquí para cuidar de Dulce, así que, o te llevas a Dulce al trabajo, o pides permiso a la empresa.-

A diferencia de Hugo Pérez, Dulce Pérez no podía cuidar de sí misma todavía, por lo que no podía enviarle al jardín de infancia.

Después de lo que pasó a Marina, se temían que los niños vivirían con el miedo durante mucho tiempo.

Probablemente no se atrevería a contratar a otra niñera recientemente.

-Me encargaré de ello, no te preocupes. En cambio, tienes que cuidarte. -

-Lo haré. ¡Aún tengo que volver y reunirme con mi esposa hermosa!-

Noan se sonrojó ligeramente porque rara vez decía las palabras de amor.

Mauren le miró y le dio un suave empujón, -Vamos, te están esperando.-

-Bien.-

Efectivamente le estaban esperando los personales de la empresa.

Fue algo urgente, por tanto, no había tiempo para que se retrasara.

Noan volvió a besar a Mauren en la frente, la soltó, y se dio la vuelta para marcharse.

Pero cuando estaba en la puerta del ascensor, se detuvo de repente y frunció el ceño.

Sentía algo extraño.

Alguna inquietud se apoderaba en su corazón.

Miró de reojo a su alrededor con recelo.

Pero el entorno estaba como siempre, y no había nada.

-¿Qué pasa?- Mauren seguía de pie en la puerta, mirándolo.

Noan se despreocupó un poco.

Volvió a mirar a Mauren y sacudió la cabeza, -Nada. Entra a casa y cierra la puerta.-

-De acuerdo. Hasta luego entonces.- Probablemente era algo típico de los hombres, que se preocupaban dejar a la mujer y los niños en casa sin su protección.

Mauren sonrió ligeramente y no le dio importancia. Entró por la puerta y la cerró.

No tardó en llegar el sonido del ascensor abriendo la puerta. Noan se fue.

Mauren soltó un suspiro y se encaminó hacia la sala de estar.

Noan no estaría en casa durante tres días por lo menos, y durante este periodo, ella tendría que cuidar de los niños sola.

Aunque no era la primera vez que Noan estaba fuera de casa, tenía a Marina para ayudarla.

Ahora, ella se preguntaba si sería capaz de hacerlo sola.

Justo cuando iba a entrar en la habitación para ver cómo estaban los niños, inesperadamente, sonó el timbre de la puerta.

Mauren encaminó a la puerta inmediatamente y, sin pensarlo, abrió la puerta de par en par, -¿Te has olvidado de…?-

Sin terminar la frase, vio claramente quién era la persona en la puerta. Mauren se quedó aturdida y, de inmediato, quiso cerrar la puerta.

“Abrí la puerta demasiado rápido, ¡debería haber visto quién era antes de abrirla!”, ella se arrepintió.

Una gran mano puso en la puerta, impidiéndole cerrarla.

-¿Qué vas a hacer? ¡Vete! Si no, voy a gritar.-

Mauren estaba enfadada y ansiosa. Salió algún sudor en la frente por el nervio.

-A esta hora, los niños están dormidos. Si gritas, los asustarás.-

Con un empujón, Senda abrió la puerta de la habitación y entró.

-Tú... -

Senda no habló, se dio la vuelta y cerró la puerta, e incluso aseguró la cerradura desde adentro, ignorando el enojo de Mauren.

-¡Fuera de aquí!- Mauren no quería asustar a los niños, así que sólo pudo bajar la voz.

Senda se dirigió al sofá y se sentó. No tenía ni la menor intención de salir de allí, tampoco esperaba que hubiera visto a Noan saliendo de esta casa.

“¿Es la voluntad de Dios darme la oportunidad de reunirme con ella a solas?”, pensaba Senda.

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