Las dos niñas de un poco más de cuatro años, Fabiana y Grecia, le abrieron paso al cortejo nupcial, una de ellas regando flores a lo largo del pasillo de la iglesia que daba al altar, la otra llevaba una pequeña cajita en sus manos que contenía una vela que se debía encender para sellar el compromiso entre Dino y Julia, sus miradas suaves y sus sonrisas radiantes llenaban de alegría al lugar
Detrás de ella Adriana, llevaba los anillos, con una sonrisa feliz en su rostro. Durante ese tiempo le había dado una oportunidad a Dino de conocerse, y se había dado cuenta de que era una buena persona, y sabía que siempre podía contar con él. Por eso, no pudo evitar sonreír feliz mientras caminaba. Su madre detrás de ella se movía lentamente, sintiendo su corazón golpetear con fuerza en su pecho, mientras era llevada por Conrado.
Entretanto en el altar, Dino nervioso la esperaba, cuando llegó a su lado él no pudo contenerse y halagó a su esposa.
—¡Estás preciosa! Eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida —pronunció con una expresión de ternura en su rostro.
—Te falta un buen oftalmólogo —bromeó ella.
—¡Jamás! Eres la mujer más hermosa y completa, por dentro y por fuera.
Enseguida el clérigo comenzó la ceremonia, el ambiente formado por los amigos, estaba cargado de emoción, con el solo hecho de verlos allí juntos.
El reverendo comenzó la ceremonia con una bella oración de bendición, luego de la cual Dino y Julia compartieron sus votos. Ellos miraron profundamente a los ojos el uno del otro y pudieron sentir cómo el amor entre ellos brillaba más radiante que la luz del sol.
Dino tomó la mano de Julia y se la llevó a sus labios para besarla suavemente. Ella supo en ese momento que la vida con él sería maravillosa.
Después de que Dino y Julia pronunciaron sus votos, el clérigo comenzó a hablar unas palabras de consejo, acerca del amor y la fidelidad. Él habló de la importancia de mantener la confianza en la relación, de la necesidad de respetarse y apoyarse, de la importancia de estar ahí el uno para el otro, incluso cuando los tiempos son difíciles.
Al final de la ceremonia, el reverendo bendijo sus alianzas y los invitados se pusieron de pie para aplaudir a Dino y Julia. Entonces llegó el momento de intercambiar anillos, y los invitados los vieron mientras se sellaron su compromiso con un legado de amor eterno.
Se formó un silencio profundo, cuando todos vieron cómo Dino y Julia se acercaban el uno al otro para dar su primer beso como marido y mujer. El amor que habían compartido florecía, y todos los presentes pudieron sentir el intenso amor que ellos sentían el uno por el otro.
Cuando terminó la ceremonia, los invitados comenzaron a acercarse a Dino y a Julia para felicitarlos por este hermoso día. Todos querían compartir su felicidad, y les desearon todo lo mejor para los años venideros.
—No tienes idea de todo lo feliz que soy por ti Dino, te deseo una larga vida llena de amor y felicidad —pronunció Conrado y enseguida estrechó en un gran abrazo a su amigo.
—Gracias por todo, por el apoyo incondicional y por estar acompañándome a mí en este día tan especial —expresó Dino conmovido.
—Sabes que siempre puedes contar conmigo, así como yo he contado contigo, a lo largo de estos años, has protegido mis intereses, mi familia, y eso se agradece, podías haberte alejado en cualquier momento y no lo hiciste y la lealtad se premia —articuló Conrado con sinceridad—, por eso si me necesitas, no dudes en pedirme ayuda, no eres un simple empleado Dino, tú eres mi amigo, un hermano.
—Gracias hermano —articuló Dino fundiéndose en un gran abrazo.
Entretanto, Julia y Salomé se abrazaron.
—Gracias, Salomé, por tu amistad y el apoyo que me has brindado —dijo Julia Conmovida.
—No hay nada que agradecer, sabes lo importante que eres para mí, la hermana que me dio la vida, la persona que me ayudó en mis duros momentos, de no haberte tenido a ti, no sé qué habría sido de mi vida, porque estuviste allí cuando más lo requerí y demás está decir que sí me necesites nunca dudes en buscarme —articuló visiblemente emocionada.
De allí se fueron al salón donde se llevaría a cabo la fiesta, cuando entraron la celebración estaba en pleno apogeo, cuando entraron los novios, los invitados se acercó para felicitarlos y brindar por su amor.
Dino, aunque era un poco tímido, decidió decir unas palabras a su esposa, y a Adriana, la pequeña que a partir de hoy sería también su hija y a quien le daría todo el amor y compresión.
Tomó la copa y se levantó de su asiento, se veía un poco nervioso, pero cuando miró a Julia y a Adri que lo miraban con adoración, todos sus temores y dudas se disiparon.
“Quiero decir unas palabras, aunque para ser sincero, debo advertirles, que no me gusta mucho hablar ante mucho público, sin embargo, este momento es especial y bien vale la pena hacerlo, así que allí les va, quiero empezar agradeciendo a todos ustedes por acompañarnos en este día tan significativo en nuestras vidas. Hoy, Julia y yo, hemos hecho un pacto de amor, de unir nuestros caminos para siempre, y es un honor tenerlos aquí compartiendo con nosotros esta alegría.
Julia, mi amor, cuando te conocí, quedé impactado por tu sencillez, tu belleza, tu solidaridad, tu humanidad, y a pesar de haberme enamorado de ti a primera vista, nunca imaginé que llegarías a ser la mujer de mi vida y que me corresponderías. Eres mi compañera, mi apoyo incondicional, mi inspiración, el amor de mi vida. Tu bondad, tu dulzura y tu fuerza son cualidades que me enamoraron desde el primer momento, y estoy agradecido de tenerte a mi lado, no hay nada que eme emocione tanto que transitar los años venideros contigo a mi lado.
Quiero que seas mi fuerza, mi aliciente, mi soporte, pero yo también quiero ser la tuya, una sola sonrisa de tus labios es capaz de iluminar mi vida, te amo y quiero hacerte feliz y que cada día sientas que aceptarme a tu lado fue tu mejor elección, porque yo estoy segura de que tú eres la mía” los suspiros y lágrimas de la aludida y los presentes no se hicieron esperar y comenzaron a aplaudir.
Él esperó que callaran y continúo.
“No vayan a decir que para no gustarme hablar estoy tardando mucho, pero es que me faltan unas palabras para alguien muy especial, Adriana, pequeña, tú también eres una parte importante de mi vida. Desde que te conocí, supe que serías una niña especial. He visto cómo te has convertido en una niña valiente y cariñosa, y quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti. Te quiero mucho y estoy emocionado de ser parte de tu vida, como tu amigo, tu padrastro, tu defensor, tu protector, todo lo que tú quieras seré para ti.
Hoy, no solo celebramos nuestro amor, sino que también celebramos la formación de una nueva familia. Estoy emocionado de compartir este camino contigo, Julia, y de construir un futuro lleno de amor, respeto y felicidad.
Quiero agradecer especialmente a Conrado y Salomé, mis grandes amigos y hermanos, por su apoyo incondicional y por estar siempre presentes en nuestras vidas. Gracias por creer en mí y darme la oportunidad de ser parte de su vida.
También quiero agradecer a todas las personas que han contribuido a que este día sea posible. A nuestras, amigos y seres queridos, gracias por su amor y cariño, y por hacer que este día sea aún más especial.
Y para finalizar, Julia, mi amor, quiero decirte que te amo con todo mi corazón. Eres la razón de mi felicidad y mi fortaleza. Juntos enfrentaremos los desafíos que la vida nos presente, y juntos celebraremos los momentos de alegría. Te prometo que siempre estaré a tu lado, amándote, apoyándote y protegiéndote. Eres mi todo, mi vida, mi corazón ¡Salud a todos!”
Con un brindis, levantó su copa y todos los presentes hicieron lo mismo. Las risas y el júbilo llenaron el salón mientras celebraban el amor y la unión de Dino y Julia.
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