-¿Dejarle arruinado perdiendo toda su reputación? ¿Qué plan tienes?-
Diego no pudo evitar preguntar con curiosidad.
Cuando Flavio vino aquí a buscar a Emilio hacía un momento, Diego notó que, aunque aparentemente Flavio era educado con él, era obvio que los dos no se llevaban bien.
Solo estaba guardando respeto a la familia Zuñiga porque temía su capacidad.
-Je, je. ¡Le voy a mostrar un video!-
Dicho eso, Emilio sacó su teléfono y le mostró a Diego un video que grabaron.
Era en una habitación con cama de matrimonio.
Apareció Flavio entrando con una mujer inconsciente que tenía en brazos, esa mujer parecía tener unos treinta años y era muy hermosa.
En cuanto a lo que sucedió después, era muy obvio.
Desafortunadamente, el video duró solo tres minutos porque Flavio ya terminó con lo que estaba haciendo.
Viendo eso, Diego sintió un poco de vergüenza.
-Pero esto tampoco le puede hacer perder toda su reputación. ¿No es esto normal para vosotros?-
Diego sonrió con ironía.
Sus palabras hicieron que Emilio se sintiera avergonzado por un rato, -Señor Diego, es verdad que a menudo ligamos con chicas, pero este Flavio es diferente. ¿Sabe quién es esta mujer? ¡Es su madrastra!-
-¡Joder!-
Los ojos de Diego se agrandaron.
Entonces eso era mucho más emocionante.
-Pero si le odias tanto, ¿por qué le investigas a propósito?- Diego sonrió impotentemente.
Emilio respondió, -Porque la familia Abaroa jugó sucio. Señor Diego, al principio mi familia quería comprar el Restaurante Estrella en una subasta, incluso habíamos conseguido el primer lugar con el precio final que pusimos. Para los que asistimos a menudo a las subastas, tenemos una especie de regla no escrita, y es que en los últimos tres minutos nadie podía licitar más, ¡pero la familia Abaroa fueron unos tramposos! ¡Qué cabrones! Directamente ofrecieron un precio en el último minuto!-
-¡Así que si me vienen con farsas, yo se las devolveré!-
Diego comprendió que no se atrevían a hacer eso antes porque tenían miedo de que Juan investigara sobre el asunto, al fin y al cabo, él era quien administraba, y los enfrentamientos internos entre las tiendas eran algo estrictamente prohibidos.
-¿Por eso queréis que yo os de permiso?-
-¡Sí! ¡Mientras consiga que el tío Juan no nos culpe, del resto nos ocupamos nosotros!-
Diego no dijo nada más, solo tomó un sorbo de su vaso.
Emilio comprendió al instante y le guiñó un ojo a uno de sus súbditos.
El súbdito le trajo el teléfono y dijo, -Bien, ya solo les queda esperar un buen espectáculo...-
Después de hablar, corrió silenciosamente hacia detrás de los escenarios de la ceremonia.
En el pasado, Diego no tenía dinero, siempre era acosado e intimidado, ahora que era rico, no tenía por qué ser intimidado por los demás.
Por eso, Diego estaba muy dispuesto a hacerle una jugada a Flavio.
Además, ¡eso de tirarse a su madrastra a escondidas era más que despreciable!
La ceremonia estaba en curso.
Ahora venía la última parte de la ceremonia: corte de cinta.
Como joven propietario del Restaurante Estrella, Flavio naturalmente tenía que estar allí.
-¡Hilda, sube conmigo!-
Flavio agarró suavemente la mano de Hilda.
Ese gesto hizo que muchos de los presentes envidiaran su relación.
Especialmente Zeltia, estaba preguntándose por qué había tenido tan mala suerte, primero se buscó de novio a un plebeyo Diego, y luego a un rico ordinario Germán.
¡Sería genial si pudiera encontrar un novio tan competente como Flavio!
Hilda, naturalmente, no se iba a negar.
De esa manera Flavio tomó su mano, y los dos caminaron juntos hacia la tribuna.
Al pasar por la mesa de Diego.
La mirada de Hilda cayó en donde Diego.
Su intención era decirle, “¿Lo has visto? No importa dónde estés, esta es la brecha que hay entre nosotros”.
Flavio también miró a Diego con arrogancia. Sintió como si había pisoteado la dignidad de Diego delante de todos.
Porque en toda su vida, solo el plebeyo Diego le había ofendido la autoestima.
“Nos queda una vida por delante, ¡en la que haré pedazos tu dignidad! ¡no dejaré que lleves a cabo tu vida de pobre tan fácilmente!”.
Flavio pensó para sí mismo.
Diego estaba allí bebiendo, y el súbdito de Emilio había regresado, asintiendo con la cabeza a Diego, e indicando que el asunto estaba completado, solo les quedaba esperar un buen espectáculo.
Diego miró al enérgico Flavio en el escenario.
Tanto sus padres como su madrastra estaban allí y, como era obvio, cuando Flavio tomó la mano de Hilda, su madrastra tenía una mirada inusual en su rostro.
-Hola todos, ¡me gustaría presentarles a mi novia, Hilda!-
En ese momento, vio que toda la audiencia miraba a la chica que sostenía de la mano.
Así que se lo presentó al público.
Incluso Diego, que no se llevaba bien con ella, admitía que Hilda tenía un rostro hermoso. De modo que Flavio naturalmente se sentía orgulloso por tenerla como novia.
-¡Hilda, saluda a todos!-
Flavio susurró.
Hilda dijo nerviosamente, -¡Hola a todos, mi nombre es Hilda!-
-¡Guau! Cuéntanos, preciosa, ¿cómo conociste al señor Flavio? O mejor dicho, ¿qué momento del destino os ha unido?-
-¡Sí, habla de eso, para que aprendamos de la experiencia del señor Flavio!-
En el público también estaban muchos ricos de rangos más bajos, sabían que no podían alcanzar a opulentos como Emilio, así que solo podían hacerle la pelota a Flavio.
Hilda se arregló el pelo y dijo en voz baja, -Conozco a Flavio desde hace mucho tiempo. El tío Oscar y mi padre eran compañeros de la mili. En cuanto a cuándo empezamos a salir juntos, pues fue después de que regresé al país, debido a que Flavio hizo algo que me dejó muy conmovida-
-¡Guau!-
¡Paf!
Hilda abofeteó a Flavio con fuerza.
Era como que le habían llevado primero al cielo y luego la tiraron al infierno cruelmente.
Hilda se tapaba la boca, salió corriendo con lágrimas en la cara.
-¡Hilda, Hilda!-
Blanca tampoco se había esperaba que las cosas iban a desarrollarse de esa manera, sabía que Hilda debía estar gravemente herida por lo de hoy, entonces se fue tras ella apresuradamente por temor a que le pasara algo.
Todo el público estaba observando la escena que habían montado.
-Ja, ja...-
Emilio se rio, -Señor Diego, ¿se ha quedado a gusto? Este tipo se atrevió a burlarse de usted en público hace un momento, y deliberadamente le hizo quedar mal. ¡Seguro que no se esperaba esta sorpresa que le hemos preparado!-
Diego se limitó a sonreír con ironía.
Echó un vistazo a Flavio que estaba en el escenario, se estaba cubriendo la cara para que los reporteros no le sacaran fotos.
Y dijo, -Ya está bien, se acabó la diversión por hoy, ¡es hora de retirarnos!-
Diego no había hecho ninguna jugada de esas nunca a nadie.
Pero pensándolo bien, ese Flavio era merecedor de todo eso.
Después de avisar a Emilio, Diego volvió con Niceto y el resto.
No tenía sentido quedarse más tiempo, así que salió del restaurante y se preparó para tomar un taxi de regreso.
En ese momento, Germán llevaba a Zeltia en su coche, pasó por el lado de Diego y a propósito disminuyó la velocidad frente a Diego.
-Oye, no es fácil pillar un taxi a estas horas de la noche, ¿no?-
Germán dijo con frialdad. Había venido hoy para presumir, pero al final no consiguió nada.
Encima casi quedó mal por culpa de Diego.
Porque Diego fue invitado por el señor Emilio.
Si no hubiera sido porque Flavio dio una explicación más tarde, ¡Zeltia y Germán probablemente no podrían conciliar el sueño en toda esa noche!
Dicho eso, los dos se fueron descaradamente.
-¡Maldita sea! ¡Qué presuntuosos!- maldijo Niceto enojado.
-Dice que Germán tiene dinero de nuevo. Mira que el otro día estaba que no podía ni recaudar cinco mil euros. Pues hoy dijeron que consiguió dinero de no sé dónde, ¡y ha empezado otra vez a regalarle de todo a Zeltia!- Amador suspiró impotente.
Después de que Niceto le guiñó un ojo, Amador se dio cuenta de que Germán era el tipo que le había quitado la novia a Diego, entonces dejó de hablar sobre el tema.
En realidad, Diego también sentía curiosidad, pero ya no le importaba todo eso.
En ese momento sonó repentinamente el celular de Diego, era Blanca.
-Diego, ¿dónde estáis? Venid de prisa al KTV Imperador, ¡le ha pasado algo a Hilda!-
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