El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 110

-¿Dónde está Laura? ¡Quiero verla!- Max estaba un poco preocupado. Como llevaba una semana sin ninguna noticia de ella, Max estaba realmente preocupado. Lo que dijo ese día le dejó impresionado. En realidad, desde que sufrió de esa cuchillada por él, la trató de manera muy diferente. Ahora que ella sufrió ese tipo de daño, aunque era muy fuerte, todavía estaba muy preocupado.

-¡Vete, Laura está bien!- Teresa bloqueó la puerta para que no entrara, -¡Vuelve y dile a Oscar que si se atreve a provocar a Laura de nuevo, le romperé las piernas!-

-¡Teresa, no es mi culpa! ¡No puedes generalizar, yo no soy Oscar!-

-¿No fuiste tú quien llamó a Oscar? ¿No podrías simplemente quedarte callado? ¿Por qué le dijiste que Alexia estaba en un malcomió?-

-¡Teresa, deja que Max entre!- Laura salió de la habitación con una expresión muy tranquila. Al ver a Max, saludó cortésmente.

-Laura, ¿cómo estás?- Max se dio cuenta de repente de que, aunque normalmente solía estar de cachondeo, ahora no sabía qué decir frente a Laura, porque frente a un rostro tan tranquilo, solo sentía pena por ella.

Además, ¡había perdido peso!

-¡Estoy bien, Max!-

-¡Laura!- gritó Teresa de repente, ella no podía más, no podía soportar su pinta tranquila que tenía ahora.

Laura se sorprendió, -¡Teresa!-

-¡Haz lo que quieras porque estoy muy enfadada! Eres genial dejando tu amor, pero ¿puedes olvidarlo de verdad? ¡Maldita sea! ¡Si eres tan grandiosa, pues haz lo que quieras! Max, ¡dile a Oscar que si hace algo que dañe a Laura definitivamente no lo dejaré en paz!- Después de las palabras amenazadoras, Teresa se fue apresuradamente.

-¡Max, lo dice solo porque está enfadada, olvídalo!- explicó Laura.

Max la miró, esa chica se veía tan delgada y delicada, pero era tan fuerte. Max realmente sintió lástima por ella.

Sin embargo, en ese momento, sabía que ella se sentiría angustiada si mencionara a Oscar, por lo que no dijo nada, solo la miró, no sabía qué hacer más que suspirar y suspirar…

Laura fue a buscar trabajo.

Después de una semana, parecía que había revivido con toda energía. Siempre mostraba una leve sonrisa en su rostro.

Con el periódico en mano, llegó al grupo Hurtado. Se decía que la empresa empezó a cotizar en bolsa no hacía más de un año, pero se había desarrollado rápidamente. En solo un año, este grupo incluso había comenzado a participar en campos de las finanzas, la banca, la inversión, etc.

El grupo Hurtado quería contratar a un asistente del presidente. Laura había estudiado finanzas y, naturalmente, quería intentarlo.

Nada más entrar al edificio, vio a un grupo numeroso de gente que venía para la entrevista con sus currículums en la mano. Se le apareció en mente la escena de la entrevista del Grupo Rasgado ese día, sonrió amargamente, ¿por qué aún pensaba en eso? “Laura, ¡debes olvidarlo! ¡Sé fuerte!”, pensó.

Cuando llegó su turno, se levantó del sillón. Con un traje gris se veía delgada, entró tranquilamente en la oficina.

Ella no esperaba que la aplicación allí fuera tan simple, solo había un entrevistador, y ese era el presidente del grupo, Umberto Hurtado.

En el momento en que lo vio, Laura se quedó atónita, no esperaba que fuera Umberto Hurtado.

Por su parte, Umberto también se sorprendió un poco. Al ver que era Laura, miró el currículum que tenía en su mano, y las comisuras de su boca evocaron un toque de alegría, -Señorita Laura, ¿tu madre se llama Sandra Cicerón?-

Laura estaba pasmada. Teniendo en cuenta que él le había prestado dinero antes, no se irritó, pero solo dijo, -Jefe, este es un asunto personal. ¿hay que informar a la empresa los asuntos de mis parientes?-

-¡Ja, ja! ¡Eres muy energética! Bueno, pues no hago preguntas personales, quiero saber por qué te fuiste del Grupo Rasgado.- Su rostro se puso serio, -El Grupo Rasgado es mucho mejor que el grupo Hurtado. Por supuesto que el grupo Hurtado también tiene mucho potencial, además, confío en que no tardará mucho, el grupo Hurtado podrá superar al Grupo Rasgado y se convertirá en la mejor empresa en general de Asia. Pero, ¿por qué has renunciado?-

Laura bajó la cabeza para pensar un momento, -Mi renuncia no tiene nada que ver con el Grupo Rasgado. Se puede decir que el trato que el Grupo Rasgado da a los empleados es el mejor en este campo. La verdad es que no debería irme, pero por algunos problemas personales, no puedo concretar. ¡Lo que puedo asegurar es que no hay secretos comerciales involucrados!-

-Señorita Laura, este puesto es muy cansado y ocupado. ¿Tienes confianza de poder hacerlo bien?- Umberto la miró directamente a los ojos.

-¡pero tambiém puede enriquecer la vida!- respondió Laura hábilmente.

-¡Muy bien! ¡Has sido admitida! ¡Laura, esta vez violé el principio de reclutamiento para decirte el resultado directamente! Generalmente, les avisamos el resultado a los entrevistados por las llamadas!- Sonrió Umberto.

-¡Gracias, Jefe!- Laura no esperaba que le admitieran tan fácilmente. -Serás mi asistenta personal y también te ocuparás de mis asuntos personales. Por ejemplo, si quiero regalar flores a alguna señorita, tienes que encargarme flores, reservar billetes de avión, e incluso reservar las habitaciones del hotel. Pero solo tenemos una relación de compañeros de trabajo. No hace falta que estés muy nerviosa, ¡tengo claro que no está bien tirarse a compañeras de trabajo!-

Laura se sonrojó. Ese Umberto era realmente malvado pero encantador. Ya era muy mayor, pero seguía hablando en cachondeo. Sus palabras enojaban a la gente, pero encima no podías hacer nada con el enojo, -¡Jefe, seré una asistenta calificada!-

-Señorita Laura, ¿puedes empezar a trabajar ahora?- preguntó Umberto con agradecimiento.

-¡Sí!-

-¡Bien! ¡Primero puedes familiarizarte del entorno con mi asistente Milagros Murillo!- Umberto presionó el teléfono e inmediatamente entró un hombre alto con traje, estaba en sus treinta y se veía muy indiferente

-Milagros, esta es Laura, ella será mi asistente en el futuro, llévala para que se familiarice con el entorno de trabajo.-

-¡Sí!- Milagros asintió.

Después de que se fue, Umberto sostuvo su currículum y miró la casilla de arriba donde ponía madre y decía “Sandra Cicerón”. Umberto se puso a pensar profundamente...

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