Al pasar por la puerta giratoria, Milagros chocó inesperadamente con la puerta giratoria.
-¡Ay!-
-el asistente Milagros, ¿estás bien?- dijo Laura con preocupación.
La cara de Milagros se sonrojó levemente. Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se dio cuenta de lo que tenía delante de sus ojos. Mirando fijamente a Umberto y el hijo de Laura que estaba delante, sintió que cuando Umberto sostenía al niño, su sonrisa era tan inocente que no contenía las maquinaciones del mundo de negocios. ¡De repente entendió que Umberto también anhelaba tener familia y afecto! ¡Pero era una lástima que siempre había estado solo!
-¡Ay, se te ha puesto rojo por el choque!- exclamó Laura, sosteniendo una toallita húmeda en su manita y poniéndose de puntillas, pasó la toallita por la frente de Milagros, -el asistente Milagros, ¿estás bien? Usa esto. ¡Como hace frío, las toallitas húmedas pueden reducir la hinchazón!-
Milagros se quedó pasmado por un momento. La mirada que había sido fría se sorprendió cuando vio el rostro preocupado que tenía delante. Una pequeña mano cubrió su frente, ¡y enseguida no sintió más dolor en la zona golpeada!
Estaba un poco incómodo porque sentía que su rostro estaba ruborizado. Nadie se había preocupado por él de esa manera antes. ¡Nadie se preocupaba por él incluso si estaba muy herido! ¡Excepto Umberto, ella era la segunda persona que se preocupaba por él!
¡Ella era la primera mujer que se preocupaba por él!
Levantó la mano para agarrar la toallita húmeda, pero accidentalmente atrapó la mano de ella. Ambos se sorprendieron. Los ojos de Laura eran muy claros, retiró la mano y sonrió, -¡Venga! ¡Entremos!-
-¡Vale!- respondió Milagros.
Cuando Umberto volvió la cabeza y vio que Milagros y Laura todavía estaban entretenidos detrás de él, no pudo evitar curvar sus labios. La altura de Milagros de casi 1,9 metros era muy opresiva. Pero viéndolos caminar juntos, daba a la gente una sensación de que hacían buena pareja. ¡Uno era alto y la otra era bajita, uno era fuerte y la otra era débil! Estaba pensando en que era el momento de encontrar una mujer para su ahijad, Milagros.
Ese chico ya tenía treinta años y todavía era soltero, ¿cómo se arreglaba sus necesidades? Umberto frunció el ceño y caminó hacia el ascensor con Iker en brazos.
-¡Abuelo, eres muy fuerte!- Se rio Iker, -¡Me has llevado en brazos durante mucho tiempo!-
-¡Chaval, realmente pesas mucho! Venga, dime si tu papá es Oscar.- Umberto aprovechó a toda costa su lado cotilla para enterarse de lo que quería saber.
-¡No!- dijo Iker algo triste, -¡Abuelo, no soy hijo de mamá, mamá me encontró en la calle! ¡Soy un niño abandonado!-
De repente, los ojos de Umberto se abrieron en grande, -Buen chico, ¿sabes que mentir no es bueno?-
-Estoy diciendo la verdad. Mamá y tío Oscar tienen un hijo, pero no soy yo, se llama Andrés, es el hijo biológico de mamá. Abuelo, no le digas a mamá que te he contado este secreto. Te lo he contado porque me has parecido una buena persona. Mi mamá no ha visto a su hijo desde hace mucho tiempo, ¡y ahora está muy triste!-
¿No era su hijo biológico? Umberto se quedó atónito. Luego volvió a mirar a Laura, se veía muy parecidos los dos, ¿cómo era posible que no fuera su hijo biológico?
Laura llevaba zapatos de tacón de tres pulgadas. No estaba acostumbrada a usar tacones altos, pero no tuvo más remedio que estar mucho tiempo de pie. Tenía que acompañar a Jefe Umberto a conocer los jefes del mundo de los negocios, sin embargo, no esperaba ver a Lorenzo allí.
Hubo un momento de asombro, Laura se quedó desconcertada, pero enseguida asintió levemente con la cabeza. Notó que Lorenzo parecía cansado, aunque vestía un traje elegante, ¡no podía ocultar el cambio que tenía en su rostro!
Umberto intercambió saludos con Lorenzo durante un rato, y la mirada aguda de Lorenzo se dirigió al rostro de Laura, -¡Señorita Laura, cuánto tiempo sin verte!-
-¡Hola, Señor Lorenzo!- Laura se limitó a saludar y luego aprovechó la oportunidad para irse.
¡Ella no sabía cómo enfrentarlo, y tampoco quería enfrentarlo! Porque sentía angustia en su interior viendo a cualquier persona relacionado con el Grupo Rasgado. Pensaba que no lo sentiría.
Sin embargo, ella no era una santa, solo era una mujer común que había perdido a su hijo y a la persona que amaba. Sí, lo perdió cuando supo que se enamoró de él, ¡no sabía por qué Dios era tan cruel!
¡Le dolía mucho los pies!
Milagros estaba hablando de algo con Iker, pero miraba a Laura de vez en cuando. Viéndola seguir a Umberto con seriedad, en un instante sintió que vio dobles, ¡porque sus sonrisas se parecían mucho!
-Tío, ¿para qué me preguntas esto? ¿Por qué cotilleas como el abuelo? ¡Pensé que eras muy impasible!- Iker no entendía por qué ese Tío Milagros le preguntó si su madre estaba casada.
Milagros se sorprendió, pero antes de que pudiera responder, vio que Laura caminaba molesta sin prestar atención a si había alguien delante de ella. Inmediatamente llevó a Iker para acercarse.
De repente, una figura alta apareció delante de ella, y al mismo tiempo sonó una clara voz masculina, -Señorita Laura, ¿no miras por delante cuando caminas?-
Laura se vio obligada a detenerse y tuvo que levantar la cabeza.
En el momento en que levantó la cabeza, vio que la figura alta de Milagros estaba mirándola, estaba sosteniendo a Iker de la mano, y un destello de luz brilló en sus ojos.
-¡el asistente Milagros!- saludó Laura.
-Mamá, tienes que tener cuidado, ¿y si te caes por no mirar delante cuando caminas?- Iker se acercó para cogerla con preocupación, -¿Estás cansada? ¡Apóyate en mí y descansa!-
-¡Me temo que ya seré mayor cuando pueda apoyarme en ti!- Laura sonrió y le tocó la cara, -¡Vayamos allí para sentarnos un rato!-
-¡Ten cuidado!- Milagros también se acercó y sostuvo su otro brazo con naturalidad.
Laura se quedó atolondrada un segundo y miró a Milagros subconscientemente, pero él era un caballero, simplemente la sostuvo del brazo para ayudarla a llegar al sofá del rincón.
Ella agradeció de inmediato, -¡Gracias, el asistente Milagros!-
-¡Llámame directamente por mi nombre!-
-¿Puedo llamarte directamente por tu nombre en el futuro?-
-¡Sí!-
Al ver que el vestido blanco de repente se volvió rojo y morado, ¡se quedó pasmada un rato!
-Señorita, lo siento.- Se disculpó el camarero muy asustado.
-¡No-no pasa nada!- Viendo su vestido, se sintió muy estúpida. Ni siquiera sabía usar tacones altos. Sin saber por qué, la humedad que había en los ojos de Laura se convirtió en lágrimas.
El camarero se sintió ansioso, -¡Señorita, no lo hice apropósito! ¡No llore!-
-¿Qué pasa?- La voz baja del hombre llegó de repente, seguida de una sensación de opresión. Cuando el camarero levantó la cabeza y vio que el alto Milagros le miraba fijamente con su rostro apuesto e indiferente, sintió que le costaba respirar.
Luego miró nerviosamente a la chica que estaba llorando delante, y el camarero no pudo evitar entrar en pánico. Había una gran mancha de vino tinto en su vestido blanco, ¿ese señor le iba a dar una paliza por eso?
-Esto... Señorita... ¿Está bien?- preguntó delante de ella.
-¡Estoy bien!- Laura negó con la cabeza, -¡Sigue con lo tuyo!-
Umberto y Lorenzo también se percataron de la escena. Los dos se acercaron. Lorenzo frunció levemente el ceño. Cuando Laura levantó la cabeza y vio el rostro que se parecía a Oscar en su visión borrosa, las lágrimas no pudieron evitar deslizarse.
-¡Disculpen, tengo que ir al baño!- Laura se dio la vuelta rápidamente.
Milagros vio sus lágrimas y corrió tras ella.
-¡Desafortunadamente, Señor Lorenzo, a mi asistenta le ha surgido un imprevisto!- dijo Umberto con una sonrisa, -¿De qué quieres hablar con ella? A lo mejor puedo decirla por ti.-
-¡Jefe Lorenzo, olvídalo! ¡Ya otro día!- dijo Lorenzo.
-¿Eh? ¿El serio Señor Lorenzo también está aquí?- Iker vino corriendo con el helado y frunció el ceño cuando vio a los dos abuelos parados juntos, -¡Es extraño que los dos abuelos estén juntos, porque uno sonríe como un zorro astuto y el otro como un tigre majestuoso!-
Umberto y Lorenzo se desconcertaron al mismo tiempo, ese niño hablaba...
-Ja, ja, ja, ja...- Umberto dio carcajadas, no estaba nada enfadado, -Buen chico, ¿estás elogiándome porque me parezco a un zorro astuto?-
-Abuelo, ¡eres como un zorro cuando sonríes entrecerrando los ojos!-
-¡Ja, ja, Señor Lorenzo, ¡entonces tú eres el tigre majestuoso!- bromeó Umberto.
La cara de Lorenzo estaba tensa, se preguntó si parecía tan solemne de verdad. Estaba comparándolo con un tigre, ese niño realmente le gustaba decir tonterías, pero no estaba enojado, sino que incluso tenía ganas de reír.
-Abuelo serio, ¿también encerraste al tío Oscar? ¿Por qué no ha aparecido últimamente?- preguntó Iker.
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