El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 163

-¡Iré a esperarte fuera!- inmediatamente lo esquivó y huyó a diez metros de distancia de él, pero como resultado, todavía no pudo escapar de las miradas celosas y envidiosas. Laura sintió tanta vergüenza.

Oscar se acercó con cariño. Al ver que él se acercó con una sonrisa encantadora, su corazón palpitó con fuerza, incapaz de calmarse. Todo su cuerpo se tensó y escapó corriendo.

-¡Laura, espérame, vamos a comprar ropa interior!- Oscar gritó desde atrás.

-¡No!- gritó por lo bajo, caminando con más brusquedad.

-¡No lo compro!- ella gritó, pero se detuvo el paso.

Le rascó la nariz a Laura y dijo con una sonrisa, -¡Vale, entonces vamos a comprar ropa interior!-

-¡Puedo comprarlo yo mismo!- dijo.

Pero él, ya de la mano, se dirigió al mostrador de la lencería.

Contemplando la deslumbrante gama de ropa interior femenina, Oscar entró directamente sin ruborizarse, con la mirada buscando los últimos estilos de este año.

-Señor, señora, ¿con qué puedo ayudarte?- la vendedora le saludó cordialmente.

Laura bajó la cabeza avergonzada. Comprar lencería con un hombre, ¡esto era demasiado humillante!

-¡Señorita, demuéstrame el último estilo!- pido Oscar.

-¡Sí!- respondió. la vendedora no pudo evitar sonrojarse al mirar al apuesto hombre, -Es usted tan considerado, señor. Señora, ¡su marido es realmente el hombre ejemplar!-

-Gracias.- Laura agradeció instintivamente, pero luego volvió a sonrojarse al pensar que aún no eran pareja. ¿Qué estaba haciendo?

-Señor, aquí está el último modelo.-

Laura y Oscar vieron simultáneamente un sujetador de encaje negro con un misterioso color negro con el diseño científico del sujetador que cocía la máxima concentración del pecho hacia arriba y las bragas estaban hechas de tela de encaje calado. ¡Era genial!

Oscar dijo, -Quiero estos. Tráelos todos aquí. ¿Se pueden probar?-

-¡No me lo voy a probar!- exclamó Laura, ¿cómo podía pedirle que se probara la ropa interior?

-¡Hay un probador por aquí! Claro que sí.-

Pero Oscar ya la había metido dentro y se volvió hacia la vendedora de fuera, -¡Ve a elegir veinte modelos más, 36B!-

-¿Cómo sabes qué talla uso?- Laura casi gritó.

La vendedora fue inmediatamente a buscarlos.

Con una sonrisa socarrona, Oscar la empujó al probador y entró él mismo.

-Oscar, ¡no quiero probarlo! ¿Por qué tengo que probarme la ropa interior en lugar de la chaqueta? No lo quiero.- gritó. El pequeño espacio la asfixiaba y se sentía un poco mareada por el olor de su cuerpo tendido sobre ella.

-¡Cariño, no quiero que te lo pruebes aquí!- volvió a besar su boca de forma dominante.

Laura se sintió avergonzada y molesta con la cara muy sonroja, alargando la mano para empujarle, pero él la agarró por la cintura con fuerza y le besó los labios, metiendo la lengua en su sándalo.

Sus besos eran tan dominantes, tan llenos de deseo con el pensamiento y la humedad, que su corazón temblaba. Su mente divagó por un momento, estaba completamente sorprendida por la locura y la pasión de Oscar, tal vez en este momento ella estaba dispuesta a hacer todo lo que pedía Oscar.

Después de que le besara los labios, Laura se sintió tan humillada que no pudo hacer nada más. Intentó luchar de nuevo, pero estaba tan débil que solo pudo ser sostenida suavemente por el fuerte pecho de Oscar y apretujada entre la pared y su pecho, sin poder moverse.

No fue hasta que sus besos la dejaron sin aliento que finalmente la soltó, pero la parte baja de su espalda ya estaba contra la parte baja de la de ella. Le sorprendió, ¿cómo podía tener deseo de hacer amor en todo momento?

Su cuerpo larguirucho se apretó contra el suyo y ella no se atrevió a gritar por miedo a que la oyeran fuera, solo sintiendo cómo se le calentaban los oídos y le latía el corazón mientras se repetían en su cabeza las imágenes de hacer amor con él.

Ella también jadeaba. Su carita sonroja delataba su pánico. Oscar no pudo resistirse a burlarse de ella, -¡Cariño, tienes la cara muy sonroja!-

-¡Tú! Tú... - dejó de hablar y se mordió el labio con fuerza.

Entrecerró sus ojos oscuros y hermosos, -Cariño, ¿también me has echado de menos?-

-¡No!- ella negó rápidamente, ocultando su pánico.

Al contemplar su delicada mirada, él llenó de amor, sujetándole la nuca, bajó la cabeza y la besó, rodeándole la cintura con una mano para apretarla aún más contra él.

Su dulzura era demasiado tentadora que sumergirse en ella le hacía no querer parar. Si no era porque su cuerpo no lo permitiera, si no estuviera fuera, quería hacer amor con ella...

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