El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 164

Ella aún le temía que él de repente le hiciera daño de nuevo. El recuerdo de aquel día que la obligó a abortar fue horroroso, cada vez que lo recordaba se asustaba un poco. Por eso, cuando se acercaba a ella, su instinto incluso le hacía que diera pasos hacia atrás.

-¡Natalie! ¡No me dejes!- Umberto tensó los brazos y súbitamente la abrazó, en voz baja dijo, -¡Prometo no hacerte más daño!-

-Quiero salir aquí.- contestó ella suavemente, sin rechazar su abrazo, siguió diciendo en voz baja, -¡Déjame salir! ¡Has dicho que soy libre!-

Después, soltó los brazos de Umberto, se dirigió hacia fuera con su bolso en la mano.

Umberto le miraba.

-¡No te muevas!- finalmente tomó palabra.

El cuerpo de Natalie se inmovilizó, detuvo sus pasos, cerró los ojos para disimular sus nervios y se dio la vuelta, lo miró y dijo, -¿Qué quieres?-

Umberto cruzó sus brazos, su mirada ardía de ira. La miraba fijamente, pero no decía nada. Ella vaciló un momento, no sabía qué hacer. Si no se fue, todos sus esfuerzos anteriores habrán sido en vano pero, ahora ya no sabía cómo enfrentarle y sobre todo, a nombre de qué, ¿de amante?

¡No, era libre!

-¡Regresa a la habitación!- Él insistió sin darle la oportunidad de rechazar.

-¡No puedes encerrarme!- No pudo aguantar más después de escuchar lo que dijo Umberto.

-¡No te encierro! ¡Pero no permito que te vayas!- Umberto contestó con un tono prepotente.

***

En el instante, sonó el móvil de Natalie, Umberto la miró y después dirigió su mirada en su bolso.

-¡Tu móvil!- dijo.

Se vio obligada volver a la habitación, cogió la llamada y era Tomás. Escuchó su voz apagada y áspera, -Natalie, voy a comprometerme.-

Se quedó aturdida por unos segundos, a pesar de saberlo antes, igualmente se sorprendió. -¡Felicidades Tomás!-

-¿No tienes nada que decir?- preguntó Tomás.

Umberto no se fue, sino que estaba en la puerta mirando a Natalie. Ella lo miró subconscientemente, no tenía expresión en el rostro, -Espero que todos los años que compartas con Zarina estén llenos de alegría duradera.-

-¿Lo dices en serio?-

-¡Si! Lo digo desde el fondo.- contestó ella mirando hacia Umberto y continuó, -¡Que seas feliz!-

-Oscar y Laura me han dicho.- dijo Tomás.

Se quedó desconcertada.

“¿Y él sabes todo?”

Entonces dijo, -¡No pasa nada!-

-¡Pues ven a mi celebración de compromiso de matrimonio!- dijo él.

-Si eso es lo que quieres, iré.- el rostro de Natalie se volvió pálido,pero el tono era más suave aún se veía una suave sonrisa, -Zarina es muy bella. Deberías haber contraído matrimonio con ella más pronto, y no solo comprometerte con ella.-

Si Natalie y él se hubiesen casado, y no solo comprometido, ahora mismo quizás no sería la amante de Umberto, sino la Señora Carballo.

-Pues venid juntos pasado mañana.- dijo Tomás.

-Vale. ¡Adiós!- Umberto estaba esperando a que terminase esta simple conversación.

-¿Tomás se compromete?- preguntó con una voz apagada.

-¡Sí!- asintió Natalie con la cabeza.

-¿Le amas?- siguió preguntando.

No contestó a su pregunta, en cambio dijo, -Ya no hay vuelta atrás.-

-Vale.- Afirmó con la cabeza y se dio la vuelta, no volvió a decir nada más y salió.

Natalie por un instante se sorprendió. Ella veía cómo se marchaba, pero no sabía qué quería decir.

Al día siguiente.

El compromiso de Tomás estaba “en espera” por celebrarlo en el propio restaurante.

Había grandes cestas de flores en cada lado de la puerta. Las flores, los globos y los carteles marcaban el aire solemne y entusiástico que había.

Los padres de Tomás, Ernesto Maroto y Sandra Cicerón, estaban en la puerta recibiendo a los invitados.

A pesar de ser solo un compromiso, parecía una boda. La hija única de la familia Maroto se casaría.

Teresa no se veía muy contenta. Tomás, con su trajeado y arreglado, estaba de pie en la puerta, como si estuviera esperando a alguien.

Nada más llegar, Laura sentada en el coche observaba de lejos la escena. Natalie sin ninguna expresión estaba sentada en el asiento trasero.

-Vamos a bajar.- dijo Natalie suavemente.

-¡Vale!- Laura y Oscar se intercambiaron la mirada y bajaron.

Desde lejos se escuchaba a Max reírse, -¡Ey! Al final nos hemos reunido todos aquí, ¿Vamos a tomarnos unas copas si estamos libre?-

Laura se giró y vio a Max, a su lado estaba Amelia. Juntos formaban una pareja perfecta. Amelia sonreía muy feliz.

Oscar pegó una ojeada a la puerta de espera de lejos, -¿qué ?-

Max no se lo tomó en serio, y dijo entre risas, -Oscar, llevas demasiado tiempo perdido, si sigues así, ¡tu padre no aguantará! ¿Cuándo vuelves al trabajo?-

Oscar frunció el ceño nada más escuchar “trabajo”, -¡Vete al carajo!-

Laura de repente se dio cuenta que estos días ha estado a su lado, y parecía que no había mencionado nada sobre el trabajo, -Es verdad. ¿Cuándo vuelves al trabajo?-

-¡Teresa ya está en la puerta!- avisó Oscar, dirigió su mirada hacia Natalie, todos la estaban mirando y se preocupaban.

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