Mientras Max esperaba afuera solo, sonó el teléfono y vio que era Serena. Había estado escondiendo de ella todos esos años, y no esperaba que ella le llamara, de modo que, aunque no quería contestar, se armó de valor para contestar, -Serena, ¿me buscas por algo?-
-Max, ¿pretendes esconderte de mí todo el tiempo? Ya lo has estado haciendo durante seis años, ¿quieres seguir haciéndolo?- preguntó Serena.
-No... ¡No me estoy escondiéndome de ti! Serena, ¿cómo podría esconderme de ti?-
-¿Cuándo vas a cumplir con tu responsabilidad conmigo? Te he dado cinco años de libertad, ¿cuándo nos casaremos?-
-Serena, esto...- Max se sentía sin saber qué hacer cada vez que mencionaba el tema. Se acostó con Serena borracho hacía seis años. Para ser más precisos, en realidad se acostó con una mujer esa noche. Pero Serena estaba acostada a su lado cuando se despertó. Y en la cama había marcas de sangre.
Por eso huyó durante seis años.
No podía imaginarme cómo pudo tener sexo con una belleza insensible como Serena. Él nunca quiso recordar lo que pasó esa noche, porque se asustaba con el simple hecho de pensarlo. Serena dijo que le daría cinco años de libertad. Pero después de cinco años, él debía hacerse responsable de ella, mejor dicho, casarse con ella. No esperaba que ella pidiera matrimonio en ese momento.
-¡Saca un día libre para que vaya a buscar a Máximo y tía, así podemos discutir sobre el matrimonio!- dijo Serena.
-¡Serena, creo que deberíamos pensarlo de nuevo!-
-¿No quieres hacerte responsable?- Serena levantó la voz.
-No es...-
-¡Pues quedamos así!- Serena colgó de golpe.
Max estaba estupefacto, Dios mío, ¿cómo podía ser tan terrible? ¡¿Tenían que casarse?!
En ese momento, el teléfono volvió a sonar. Casi iba a tirar el teléfono, pero tan pronto como vio que era la llamada de Amelia, se sintió aliviado y respondió, -¿Amelia? ¿Qué te ocurre?-
-¡Felicitaciones, Max!- La voz de Amelia era tranquila, -¡Serena me ha dicho que os vais a casar! Deberías estar muy feliz, ¿verdad?-
-Amelia, ¡no! No es...- Max explicó nerviosamente, pero de repente sintió que no era adecuado hacer eso. ¿Qué le podía explicar a Amelia? ¡Amelia no era su esposa!
-¡Felicitaciones de todos modos!- Amelia seguía muy tranquila, pero Max se sintió alterado.
***
Cuando Oscar regresó y vio a Max sosteniendo el teléfono aturdido, no pudo evitar fruncir el ceño y preguntar, -¿Qué pasa?-
Max volvió a su consciencia, negó con la cabeza y volvió a mirar el teléfono. Amelia ya había colgado. Serena en realidad había llamado primero a Amelia, esa maldita mujer, siempre provocaba a Amelia, -¿Qué dijo Josefina?-
-¡Está detenida! ¡La noticia que pensaban publicar mañana está en mis manos!- ¡Oscar levantó el USB que tenía en su mano!
-¿Tan fácil?- Max no parecía creerlo, -¿Tú has llamado a la gente que ha pasado antes?-
-¡Sí!- asintió Oscar, -¿Qué sucede contigo?-
Al pensar en que Serena quería casarse con él, Max inmediatamente puso una cara de disgustado, -Oscar, ¿crees que ahora en día los hombres aún tienen que hacerse responsables después de haberse acostado con una virgen?-
¿Podía ser irresponsable? Realmente lamentó haber dicho eso de que iba a hacerse responsable.
-¿Eh? ¿A quién te has tirado?- Oscar cerró la puerta del auto.
Max encendió el auto, -¡Serena quiere casarse conmigo!-
Oscar también se sorprendió, -¿Aún no se ha rendido?-
-¡Sí, inexplicablemente! ¡¿Quién coño quiere casarse?!- maldijo Max en voz baja.
-¡Es realmente sorprendente que no se haya rendido aún!- Oscar frunció el ceño, pensando que había algo raro, pero no podía decir lo que era, -¿Planeas hacerte responsable con ella después de seis años?-
-Cuando termine la crisis de la empresa, envíame a Italia, o ir a Grecia, ¡de todos modos no puedo quedarme en el país! ¡De ninguna manera me casaré con Serena!- Max se asustó al pensarlo. Nunca había estado tan asustado antes.
-¿Has considerado a Amelia alguna vez?- preguntó Oscar.
-¿Amelia?- Max frunció los labios y negó con la cabeza después de un sobresalto, -¡Ella es mi hermana!-
-¡No de sangre!-
-¡No siento esas ganas de casarme con ella, quizás porque hemos crecido juntos y nos conocemos demasiado!- Max recordó la expresión de Amelia cuando siempre decía que se quería casar con él, recordó el beso que tuvieron, y subconscientemente tocó su labio inferior. ¡Oh, Dios mío! De hecho, se volvía cada vez más irritable.
Pensando en ese beso, pensando en que Amelia no lo dejaba en paz últimamente, pensando que él también se estaba escondiendo de Amelia, y pensando en que le felicitó a él y a Serena con su tono desanimado antes, sintió una amargura.
-¡Parece que sientes algo por Amelia!- Oscar ya había notado algo en su expresión.
Laura originalmente estaba en la casa de la familia Rasgado para acompañar a Lorenzo. Más tarde, Lorenzo recibió una llamada y salió. Como Laura se aburría sola en la casa de la familia Rasgado, le pidió al conductor que la llevara a al “Grupo Hurtado”.
El auto se estropeó repentinamente antes de llegar al “Grupo Hurtado”. El conductor bajó a reparar el auto y Laura se quedó esperando. En ese momento la puerta del auto se abrió repentinamente y dos personas la sacaron del auto.
-¿Qué-qué estáis haciendo?- Laura se estremeció, vio que los hombres altos de su alrededor la sacaron a rastras. Varios hombres rodearon a Laura. Antes de que pudiera pedir ayuda, alguien tapó su boca, sintió un extraño olor proveniente de la toalla, e instantáneamente perdió el conocimiento.
-¡Ah! ¿Quiénes sois?- Cuando el conductor se dio cuenta ya era demasiado tarde, porque el coche de los hombres ya había arrancado. El conductor quiso perseguirlos, pero el coche estaba averiado.
-¿Es ella? ¡Esta chica es realmente hermosa!- Empujaron a Laura a la caravana y dos personas la sostuvieron uno a cada lado. Uno de los hombres dijo, -¿De verdad que esta chica vale tanto dinero?-
-¡Apúrate, no dejes que la gente lo vea!- Llegó una voz de mujer que daba una sensación siniestra, aterrando a la gente que lo escuchaba.
-Oscar, ¿dónde estás?- gritó Laura en silencio, estaba tan asustada que solo quería ver a Oscar pronto.
¿Por qué había perdido la voz?
¿Por qué le habían vendado los ojos?
De repente llegó el sonido de pasos, Laura se puso en tensión y estaba muy nerviosa. Enseguida una mano se extendió, y mientras Laura estaba en pánico escuchó el jadeo de un hombre.
-¿Quién eres?- Movió las comisuras de la boca en silencio, pero no pudo pronunciar voz.
Le agarraron de la barbilla produciéndole un gran dolor. Tenía mucho miedo, ¿quién le agarró de la barbilla? No podía ver nada y tampoco le salían las voces, pero seguía gritando en silencio, -¡Suéltame!-
Nadie le respondió, solo había alguien que jadeaba en sus oídos. Luego sintió que esa persona agarró su pecho de repente, Laura se quedó aterrada y una sensación de náuseas surgió.
Ella luchó ferozmente, pero sus extremidades estaban atadas y no podía moverse en absoluto. La mano del hombre tomó su pecho y lo acarició con fuerza. Laura no podía verlo, pero podía sentir lo repugnante que era.
El pánico, el horror y las náuseas surgieron enseguida, haciéndola sentir terriblemente asustada, “¡No!”.
El jadeo del hombre se hizo más fuerte, y Laura de repente sintió que alguien se le acercaba. Le estaban cogiendo de la barbilla con tanta fuerza como si quisieran romperla. Había una ansiedad en su interior. ¿Acaso la iban a violar?
¡No! Volvió la cabeza abruptamente, sintiendo que su barbilla estaba a punto de ser destrozada, era muy doloroso. Los labios del hombre cayeron sobre su rostro, pero antes casi habían caído sobre sus labios.
Luego se oyó de nuevo el sonido de pasos, parecía que habían entrado varias personas.
El hombre se levantó de inmediato para soltarla, pero Laura sintió que la frialdad le estaba invadiendo aún más por dentro...
En ese momento Laura escuchó una risa repugnante, -¡Apúrate y dale una inyección! Estoy impaciente por ver cómo gime y mueve debajo de nosotros... Ja, ja, ja... Esta belleza debe ser genial... Amigos, daos prisa en preparar el condón, que no podemos dejar que la policía encuentro nuestro semen... Ja, ja, ja, ja... Para que no puedan encontrarnos, aunque busquen por todas partes…-
Al escuchar voces tan repugnantes y asquerosas, Laura se sintió como si estuviera en un lugar extremadamente fría, porque la frialdad estaba invadiéndola por todo el cuerpo. Aun así, murmuró sin voz, -Oscar, sálvame... Oscar...-
De repente, le agarraron el brazo y, antes de que tuviera tiempo de luchar, recibió una inyección en el brazo.
-¡Guapa, luego te llenaremos de placer!-
-¡No!- Seguía sin poder producir sonido. No sabía qué le inyectaban esas personas, pero seguramente no era nada bueno.
-Dicen que tienes un gusto especial y te gusta hacer el amor llevando máscara. ¡Venga todos, poneos las máscaras! Quitad la de ella. ¡Que vea cuántos somos y cuántos hombres se acostaron con ella! Ja, ja, ja…-
Le arrancaron la venda de los ojos de golpe. Laura abrió los ojos en grande, pero apenas veía bajo la repentina luz deslumbrante. Después de acostumbrarse, abrió los ojos y vio a cinco hombres parados junto a la cama. Parecía que estaba en un gran almacén, y ella estaba acostada en una cama al estilo antiguo.
¿Qué iban a hacer?
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