El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 189

Laura frotó el pecho de Oscar y movió su cuerpo, ¡se sentía muy incómoda! Aún estaba inconsciente, tal vez el efecto de la droga había vuelto a hacer efecto, porque se movía con más frecuencia.

Al escuchar el grito, Umberto inmediatamente se dio la vuelta, -Laura, mi niña, papá está aquí, ¿cómo estás?-

-Umberto, ¿cómo te has atrevido a insultar a mamá? ¡Te voy a dar una lección!- Máximo se acercó con la pistola.

-¡Máximo, ya después haremos las cuentas que hay entre tú y yo!-

Max también agarró inmediatamente a Máximo, -¡Papá! ¿No dijiste que el tío está muerto? ¿Por qué está aquí?-

Laura se movió, sentía mucho calor, todo su cuerpo estaba ardiendo, ese deseo volvió a aparecer, y en silencio gritó, -Oscar... Sálvame...-

-¡Laura!- susurró Oscar, -Umberto, ¡Laura está drogada! ¡Quiero llevármela!-

-¿Drogada? ¿De qué?-

-¡Afrodisíaco!- dijo Oscar con sentimiento de culpabilidad.

-Maldita sea, ¡¿cómo se atreven a hacerle esto a mi hija?!- Umberto volvió a golpear a esas personas, -¡Milagros, lleva a Laura y Oscar a la villa que hay aquí!-

Oscar no dijo nada más, solo llevó a Laura al auto de Milagros.

En ese momento escuchó el rugido de Umberto detrás de él, -¡Me cago en ti, Máximo! ¡¿Cómo te atreves a maldecir mi muerte?! ¡Quiero combatir contigo ahora mismo!-

-¿A quién crees que insultas? ¡Hoy te daré una lección por ser maleducado!-

-¡Tú sí que estás muerto!-

-¡Papá, tío, detente!- gritó Max.

La policía también comenzó a llevarse el equipo. Si eso continuaba, seguramente el oficial Máximo se enojará aún más. Y si el grupo de sus discípulos viera que su hermano le estaba insultando, e incluso quería combatir con él, ¿qué imagen le quedaría?

Milagros llevó a Oscar y Laura a una villa junto al mar que no estaba lejos del almacén, -Iré a buscar el médico. Alguien se quedará afuera vigilando. ¡No te preocupes, no habrá ningún problema con la seguridad!-

Oscar volvió a mirar a Laura y dijo, -¡Te llamaré!-

¡De ninguna manera podían ser molestados en ese momento!

Milagros comprendió de inmediato y asintió.

Oscar la llevó en brazos hasta el piso de arriba y entró en una habitación de invitados. Al verla moviendo su cuerpo, solo pudo sostener a su amada mujer con fuerza en sus brazos.

Laura finalmente abrió los ojos, pero su mirada estaba muy perdida, ¡como si no tuviera enfoque! ¡Sabía que ella estaba completamente controlada por la droga!

Al ver su pinta ansiosa y afligida de abrir desesperadamente sus labios tratando de decir algo, pero incapaz de decir nada, él también se puso muy ansioso, frunció el ceño y apresuradamente dijo, -¡Laura, estoy aquí! ¡Estoy aquí!-

La puso en la cama, y ella inmediatamente le abrazó el cuello con los brazos. Todo era inconsciente e instintivo, pero el nombre que no parada de gritar era Oscar.

Aunque no hubo ningún sonido, Oscar vio las formas que hacía su boca.

Sintió una pena en su interior, -¡Laura, lo siento, es mi culpa, soy yo! ¡No te he protegido bien! ¡Es todo culpa mía!-

Su voz era baja y dolorida. La angustia que sentía en su interior lo hacía sentir sofocado. Viendo a su amada mujer siendo torturada por el afrodisíaco, sus besos se extendieron desde sus labios, mejillas, lóbulos de las orejas y cuello. Estaba usando sus labios para limpiarle las heridas de su cuerpo.

Laura de repente luchó por un momento, parecía estar aterrorizada.

Oscar lo entendió de inmediato, -¡Laura, soy yo! ¡Soy Oscar! ¡Tu hombre!-

Laura pareció escuchar su murmullo y su cuerpo que estaba resistiéndose se relajó levemente.

Él la besó.

Laura se despertó poco a poco. Cuando abrió los ojos, lo vio ponerse encima de ella, y enseguida se encogió de pánico.

-¡Soy yo!- Oscar reprimió el dolor que sentía por dentro, le acarició gentilmente la mejilla y suavemente le dijo al oído, -¡Laura, no tengas miedo! ¡Soy yo! ¡Créeme!-

Como la mirada de Laura estaba borrosa, se limitó a cooperar con él. Luego extendió la mano y su cuerpo suave se movió en todos los sentidos, frotándose contra su cuerpo rígido.

Sus labios eran rojos y brillantes. Él le había limpiado la sangre de la cara.

No le dio tiempo a lidiar la herida de su frente. Debido a que estaba torturada por el deseo, sudó mucho y su cabello húmedo se pegó a las mejillas y al cuello. En ese momento sus ojos se abrieron levemente.

Esa pinta era muy encantadora. Oscar no la había visto así antes.

Mientras se sentía angustiado, triste y culpable, agradeció a Dios de que no pasó nada. Afortunadamente no pasó nada, de lo contrario, ¡no sabría cómo afrontarlo!

Estaba pensando en que incluso si había pasado algo, ¡la seguía queriendo!

En ese momento, claramente sabía que la quería. Pero gracias a Dios no pasó nada grave.

¡Afortunadamente no!

Si realmente sucediera algo, incluso si a él no le importaba, ¡a ella le importaría mucho!

Al ver su frente herida, sintió lástima en su interior.

La manita de Laura estaba alrededor de su cuello y su rostro se frotaba contra él. Parecía que aún no sabía cómo desabrochar la ropa del hombre.

Viendo sus movimientos torpes, sintió lástima por ella, pero a la vez estaba atraído. Pensó que, en el pasado, aunque estaban haciendo el amor, ella siempre conservaba los modales de una señorita. Por lo que nunca la había visto tan atrevida, ¡le daba mucha lástima!

Sus delgados brazos lo envolvieron, sus rojos labios se abrieron levemente, y tomó la iniciativa de apoyarse a sus hombros, murmurando en silencio, -Oscar...-

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