El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 217

-¿Cómo me llamas?- Él aplicó más fuerza de manera dominante. Mientras murmuraba en sus oídos, el aliento cálido que soplaba le hacía cosquillas, -¿Olvidaste cómo llamarme?-

Ella susurró, -Oscar...-

-No…-

-Cari-ño-ño...- ¡Qué vergüenza! Ella hizo trampa en prolongar la palabra, agregando una sílaba. Trataba de no hacer oír sus palpitaciones, pero al verlo fulminarla con la mirada, no pudo evitar reír, -Ja, ja…-

-Voy a castigarte.- La mano de Oscar estaba inquieta.

-Ya te llamé...- Ella sonrió con su cara enrojecida.

-¿Pero qué has llamado? ¡Voy a castigarte por no portarte bien!- Su voz se hizo cada vez más baja, y el cuerpo de Laura se puso rígido cuando lo escuchó pronunciar palabras ambiguas, -Quiero castigarte... esta noche... No te dejaré dormir... Quiero que tengas otro... bebé obediente mío... Y juntos seremos testigos del crecimiento del bebé…-

Los labios de Oscar atacaron. Laura se sonrojó completamente, -No...-

Su voz gimiendo en voz baja era como una invitación, provocando que apareciera deseo en sus ojos, ese era el despertar del deseo sexual...

***

Levantó los ojos para mirar su rebelde cabello negro y su rostro hermoso y frío. Laura lo miró embobada con las palpitaciones aceleradas. Los labios del hombre la besaron, sin darle la oportunidad de respirar.

-Um...- Laura lo empujó, pero sus anchos hombros eran tan fuertes que no lo podía mover en absoluto. Él era como la encarnación del deseo que la envolvía y no la soltaba.

De repente la soltó, y apretando su carita dijo, -¡Quiero que te pongas arriba!-

Laura respiró con avidez el valioso oxígeno, no paraba de jadear. Cuando escuchó sus palabras, se quedó estupefacta.

Pero él simplemente la puso encima con un solo movimiento.

Se le había alterado las palpitaciones y no podía encontrar su lugar, -No…-

¡Ella no quería estar arriba!

¡Qué vergüenza!

¡No podía, no era capaz de hacerlo! Menos podía hacerlo con la luz encendida. Luchó por levantarse, pero Oscar ya había notado su preocupación, por lo que apagó la luz de golpe.

Se sentía avergonzada y dulce al mismo tiempo.

En la oscuridad, sus hermosas pestañas temblaron.

Sentían el jadeo apresurado del otro.

Ella era tímida, así que nunca había experimentado esa postura.

-Cariño… No tengas miedo, porque soy yo, porque nos queremos mucho, así que no seas tímida...- Le susurró al oído.

-¡No! ¡No puedo!- susurró. Aunque era más audaz en la oscuridad, todavía estaba muy asustada.

Él sostuvo su carita, -No eres un hombre. Un hombre dirá que no puede porque es impotente. Qué gracioso que mi esposa también dice que no puede... Ja, ja...-

Ella se puso más avergonzada, -¡Suéltame!-

-¡Tonta!- Se rio, -¡Te soltaré en este momento solo si estoy loco!-

Él le besó ligeramente la frente y ella cerró los ojos para sentir su ternura.

Su beso cayó una y otra vez sobre su cuerpo.

Sintió un temblor cada vez más fuerte en su interior, parecía que el deseo estaba creciendo gradualmente por dentro, y la conciencia débil que le quedaba se estaba desintegrando lentamente.

Él y ella finalmente se quitaron la ropa.

...

Al final, ni siquiera le salían los gritos, solo sintió que se quedó sin conocimiento por un instante, y parecía que había llegado a otro mundo, había perdido el juicio totalmente.

Y él todavía seguía en el interior de su cuerpo, negándose a irse.

La sensación de tenerse mutuamente era realmente hermosa. Eso de estar enamorados y poder hacer el amor juntos era genial. ¿Había algo más maravilloso que eso en el mundo?

Tomaron toda la noche para calmar el deseo que sentía, no habían parado. La respiración apresurada y el beso apasionado hacía que todo parecía como si estuvieran en un sueño. En esa noche de ese invierno, Oscar y Laura, que estaban fuera de control, se necesitaban fuertemente.

Los dos estaban estrechamente abrazados, como algo inseparable. Ya no podían ni distinguirse el uno del otro, solo se dejaban llevar por el apetito sexual…

-No, ah...- Cuando llegaban al orgasmo, la cabeza de Laura se inclinó hacia atrás con fuerza, mostrando una pose seductora con su cuello. Se sentía como si hubiera llegado al paraíso, no paraba de marearse, temblar y estremecer.

La paz que se obtenía después de haber pasado por muchas dificultades siempre era extraordinariamente hermosa. La habitación se llenó de encanto y la escena maravillosa era embriagadora.

***

En la casa de la familia Villacrés.

Máximo preparó rápidamente una habitación para niños, y muchos juguetes para que jugara su nieto. Andrés estaba tan sumergido en su mundo divirtiéndose que se olvidó de regresar.

La casa de la familia Villacrés en plena noche.

La esbelta figura de Max se veía especialmente solitaria en la azotea, pero ni la cálida luz podía diluir la angustia que había debajo de la figura de su espalda. Como Amelia no lo quería perdonar, y tampoco le permitía hacerle gestos cariñosos, Max estaba muy preocupado.

Pensaba que todo era culpa suya. Serena murió y Alexia fue a la iglesia y se hizo monja para redimir sus pecados. Sin embargo, no se dio cuenta de que era Amelia quien se había acostado con él en ese entonces. Si se enteraba antes, ¿era posible que todo eso se podría evitar?

Por su lado, Amelia tampoco podía conciliar el sueño. Era una suerte que encontró a Andrés, pero el niño no sabía que ella era su madre biológica estando a su lado. Por eso todavía sentía una amargura en su interior. Como no podía quedarse dormida, fue a la azotea para tomar aire fresco.

Un olor a cigarrillos pasó, levantó la cabeza y vio una espalda alta y solitaria. ¡No vino a molestarla esa noche, no esperaba que se había escondido allí para fumar!

Se dio la vuelta porque no quería estar en el mismo lugar que él, temiendo no poder enfrentarlo, pero accidentalmente chocó con la puerta corrediza de la azotea.

Max volvió la cabeza cuando escuchó el sonido, -¿Amelia?-

Amelia se dio la vuelta, debido a que estaba muy nerviosa, se golpeó la cabeza y sintió un poco de dolor.

Max soltó la colilla del cigarrillo para acercarse de inmediato y descubrió que ella se estaba cubriendo la frente, -¿Te has hecho daño?-

-¡No!- Amelia negó con la cabeza, pero aún le dolía, así que no pudo evitar mostrar una expresión de adolorida, y se volvió para irse, -¡Me voy a dormir!-

-¡Mientes!- La esbelta figura de Max se giró rápidamente hacia un lado, bloqueándola y no permitiéndole ir.

-Apártate, eres un adicto al tabaco que no duerme por la noche para venirse aquí a fumar.- Amelia dijo groseramente mientras observaba la figura alta que estaba delante de ella.

Max revisó cuidadosamente su frente y descubrió que había un chichón allí, de modo que inmediatamente se puso nervioso, -¿Cómo te has dado un golpe tan fuerte? ¡Apúrate, vamos al hospital!-

Mientras lo decía, la tomó en brazos.

-¿Qué estás diciendo? ¡Solo me dado un golpe! No seas paranoico.- Amelia cubrió su chichón, -¡Bájame!-

Max la llevó de regreso a su habitación, -¡Te pondré una compresa de hielo!-

Sí, era demasiado exagerado llevarla al hospital por un chichón, encima ni había heridas, simplemente estaba demasiado nervioso en ese momento,

-Siéntate y espera, te buscaré cubitos de hielo.-

Amelia se sobresaltó un poco, él era así cuando eran niños. Siempre que ella se lastimara un poco, se ponía muy nervioso. Pero solo la había considerado su hermana a lo largo de los años. Anteayer le dijo que se cas con ella no era por responsabilidad, sino por amor. Ella no sabía cómo creerse eso. Porque nunca la había amado. Si no se había enamorado de ella en esos seis años, ¿era posible que Max realmente la amaba?

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