El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 218

Al verlo bajar corriendo las escaleras para buscar cubitos de hielo, empezó a observar su habitación. Se había colado innumerables veces para dormir en la cama que él había dormido y oliendo el olor que había dejado, pero siempre lo hizo a escondidas. Recordando ese dolor que sentía por amar en secreto y esa decepción que experimentó una y otra vez, se sentía muy complicada en ese momento.

Vino corriendo. Cuando vio que estaba llorando, Max dijo nervioso,

-Amelia, ¿qué te pasa? ¿Te duele? Te duele mucho, ¿verdad?-

Ella negó con la cabeza, ya no le dolía la frente, solo le dolía el corazón.

-¿Entonces por qué lloras?- Se mostró un poco cauteloso,

-¡Ven y acuéstate, te aplicaré hielo para reducir la hinchazón!-

Suavemente frotó el enrojecimiento de su frente con una toalla fría, -¿Duele?-

Ella no habló, pero las lágrimas se le cayeron más rápidamente.

Max estaba sentado junto a la ventana. Tomó otra toalla para secarle las lágrimas,

¿Te duele mucho? ¿Por qué eres tan descuidada? ¡La próxima vez no puedes ir con tanta prisa!-

Había preocupación y lástima en su hermoso rostro. Pocas veces se veía así, porque siempre tenía una apariencia alegre y nada serio. Pero una vez que se pusiera indiferente, en su rostro tenía un encanto indescriptible, era un temperamento muy especial. En ese momento, sus ojos llenos de lástima le dieron la ilusión de que era apreciada, había anhelado esa ilusión desde siempre.

-¿Amelia?- Max estaba ansioso mientras veía que sus lágrimas caían cada vez más ferozmente, -¿Qué te pasa? ¿Todavía no estás dispuesto a perdonarme? ¡De verdad que estaba equivocado!-

Ella giró la cara para no mirarlo, pero aún no podía evitar que las lágrimas cayeran.

-Amelia, no puedes ser tan cruel, ¿de verdad tienes que esperar hasta que seamos unos viejitos para perdonarme? Te pido disculpas con sinceridad, espero sinceramente que puedas perdonarme. No llores más, cuando lloras, ¡siento una gran angustia en mi interior!-

El bello rostro se derrumbó. Max miró a la mujer de enfrente con una expresión de fastidio, y sintió que un rastro de tristeza pasaba por su interior. Ya lo lamentaba, lamentaba no haberla protegido en ese entonces y haber hecho que Amelia sufriera de ese dolor tan grande.

-¡Ya no te culpo desde hace tiempo! ¡Simplemente no sé cómo enfrentarme a ti!- dijo con sinceridad, tratando de contener las lágrimas.

¡Ya había pasado por innumerables agravios y tristezas! Las personas como ella, que ya había pasado una vez por la muerte, habían aprendido a ser fuertes desde hacía mucho, porque una vez experimentada la muerte, ¡no había nada que no se pudiera olvidar!

-Entonces, ¿por qué estás llorando?- Su indiferente hermoso rostro tenía un rastro de vacilación e impotencia. La miró de cerca.

-¡Solo he recordado el pasado!- murmuró,

-Ya no me duele la cabeza, llévate la toalla. ¡Voy a volver a mi habitación a descansar!-

Ella se sentó, se quitó la toalla y se la puso en la mano.

Como ella se quería ir, él agarró su manita, -Amelia, no te vayas, no te vayas esta noche, ¿de acuerdo?-

Su cuerpo tembló por un segundo. Luego volvió la cabeza para mirarlo embobada, se distrajo por un momento recordando algo. Él estaba borracho esa noche, tal vez no borracho, sino que bebió alcohol y afrodisíaco. Por eso ella lo ayudó a entrar en la habitación del hotel.

-¿De verdad no recuerdas esa noche?- preguntó en voz baja, -¿Realmente no tienes ninguna impresión de si fue Serena o yo?-

Él también quedó pasmado por un momento. Esa noche, él...

Solo recordaba que tenían una fiesta. Después de que se bebió una copa de vino que le entregó Serena, comenzó a sentirse mareado y un calor en su cuerpo. Numerosas escenas pasaban por su mente de vez en cuando. No sabía quién lo había acompañado a la habitación de invitados, ¡solo recordaba que era una chica!

Bajo los efectos duales de la borrachera y la droga, no pudo evitar abrazar a la chica en cuanto entró en la habitación de invitados. En el dormitorio oscuro, bajo el efecto de la droga, Max penetró directamente en el cuerpo de la chica sin haber hecho ninguna excitación y estimulación.

La sensación instantánea que sintió al atravesar el himen hizo que la mente mareada de Max volviera a la consciencia rápidamente. Se dio cuenta de que era virgen, pero no podía detenerse, quería abrir los ojos para ver, pero no podía abrirlos, tenía los párpados pesados y solo le quedaba un instinto en su cuerpo.

Como era su primera vez, debería darle un buen recuerdo como caballero que era. Así que los besos poco a poco bajaron hasta el final, hasta que el cuerpo debajo de él reaccionó instintivamente.

***

Max era un playboy que se había acostado con muchas mujeres. Era un mujeriego, pero no era despreciable. Todos los rollos que había tenido habían sido de mutuo consentimiento. Y Amelia era su hermana, era alguien que no tocaría de ninguna manera.

Si estuviera consciente, no habría tenido sexo con ella al menos en ese momento. Por lo que nunca pensó detalladamente lo que pasó en esa noche. Siempre pensó que era Serena, pero sentía un rechazo hacia ella sinceramente. De todos modos, cuando se despertó ese día, Serena estaba en la cama con el cuerpo desnudo y Amelia de pie al lado de la cama mirándolos con los ojos en grandes. Luego Serena dijo que tenía que hacerse responsable de ella, pero Amelia no dijo nada y salió corriendo...

¡Esa noche fue maravillosa!

Lo único malo fue que vio a Serena después de despertarse...

¡Esa noche realmente era inexplicable!

-Lo siento...- Max solo podía disculparse.

La mano que sostenía su muñeca tiró de ella, la tomó en sus brazos y le susurró, -Aunque realmente no vi tu rostro, esa noche fue realmente inolvidable para mí. Me siento muy afortunado de que no fue Serena, no sé por qué, pero siento mucho rechazo por ella. Pero después de saber que eras tú la de esa noche, sentí un gran alivio, y hasta pensé que era una suerte que fueras tú…-

-En realidad, Serena te quiere mucho...- Amelia estaba amargada cuando le mencionó a Serena, -Tú y yo, Oscar y Laura, ahora finalmente hemos salido del lío que esas hermanas nos han provocado. Sin embargo, no tengo la más mínima tranquilidad en mi mente. Al contrario, me siento muy cansada. Si no fuera por el diario de Serena, ¿en tu vida llegarías a saber que yo fui la de esa noche?-

Se quedó atónito por un momento, su cuerpo se puso rígido, pero la abrazó con fuerza. Sí, si no pasó lo de Serena, no sabía cuántos años se perdería más sin conocer la verdad. Tal vez, realmente se casaría con Serena. En el momento en que Serena lo apuntó con la pistola, de verdad quiso casarse con ella, no por amor, solo por la salvación...

-¡Todo ha pasado y la vida sigue! Tenemos que mirar hacia el futuro.- El estado de ánimo de Max estaba un poco deprimido, -Si no murió, quizás la odie... Pero está muerta, no sé cómo pensar en esta persona. La culpo por hacerte sufrir tanto, pero más me culpo a mí mismo, ¡todo es mi culpa!-

Ella guardó silencio. Había lágrimas y agravios en sus ojos, pero no más odio...

-Quédate esta noche... ¿Vale?- susurró.

-¡No!- Ella negó con la cabeza.

-¡No haré nada, solo quiero hablar contigo!- suplicó su voz.

Ella no se negó.

Él se puso muy contento. ¿Eso era un buen progreso?

-¿Qué tal si me cuentas una historia?- preguntó Max emocionado. Cuando eran niños, solía contarle cuentos. Ella siempre se quedaba dormida antes de que él terminara de contar la historia.

-¿Qué vas a contarme una historia?- Sus pensamientos fueron distraídos por él. Cuando recordó su infancia, sintió que era un poco graciosa, -Ya soy mayor, es mejor que le cuentes cuentos a Andrés...-

-Papá y mamá le contarán cuentos, ¿no has visto que lo han estado cuidando todo el tiempo durante estos días?-

Sí, sus padres cuidaban tanto a Andrés que ella como mamá ni siquiera podía acercarse. Antes cuando salió de la habitación del niño, los dos ancianos estaban abrazados con su nieto en el medio. Esa escena la hizo sentir ganas de llorar.

Por un momento, quiso casarse de inmediato y tener algunos hijos más para que acompañaran a sus padres. Sin embargo, pensándolo un momento más, empezó a dudar de esa decisión. No sabía cómo enfrentarse a Max. ¿Realmente la amaba?

-Cuando eras muy pequeños, también me abrazabas para dormir, pero nunca has vuelto a compartir la misma cama conmigo después de que entraste a la escuela secundaria. Te enojabas cada vez que te molestaba para que me contaras un cuento.-

-¡Eso es porque llegué a mi pubertad y tú todavía eras un bebé!- Max recordó que la noche que tuvo emisión nocturna por primera vez, Amelia estaba en su cama, y él...

Cuando pensó en eso, su cara se puso ruborizada.

-¿Qué te pasa?- Amelia estaba perpleja, -¿Por qué te sonrojaste?-

-¡No preguntes!- Su voz era áspera, no quería mencionar su vergüenza. También fue desde esa noche que supo que ya había crecido y ya no podía dormir más con su hermana.

-¿Qué tal si te cuento la historia de Blancanieves?-

-No…-

-Entonces, ¿qué quieres que te cuente?-

-¡Cuéntame tus relaciones amorosas!- dijo.

-¡Nunca he tenido una relación amorosa!- Negó con la cabeza, había tenido a muchas mujeres, pero nunca tuvo ninguna relación con ellas, solo practicaban el sexo. Era puramente un instinto físico de los humanos.

Amelia estaba un poco desconcertada, -Pero eres un mujeriego…-

El otro se quedó sin habla.

-¿No tienes nada que decir al respecto?-

-¡Sí! ¡Estoy avergonzado!- dijo.

-¡Voy a dormir!- Cerró los ojos porque estaba realmente cansada. Su abrazo era muy cálido, así que encontró una posición cómoda en sus brazos. Luego cerró los ojos y se quedó dormida al rato.

Max la miró atolondrado, y escuchando su respiración uniforme, suspiró, “Esta chica tonta, ¡se ha quedado dormida de verdad! Pero es raro que no ha rechazado mi petición”.

Abrazados, pasaron la noche con un dulce sueño. Era algo inusual que él estuviera tan tranquilo y no hiciera nada.

Pero cuando se despertó por la mañana, Amelia fue despertada por el apasionado beso de alguien. Max le estaba besando en el cuello, tratando deliberadamente de despertarla.

Ella abrió los ojos con torpeza y un rostro hermoso apareció a la vista, -¡Dijiste que no vas a hacer nada!-

-Amelia...- susurró con agravio, -Me gustas, te amo...-

-¿A cuántas chicas le has dicho esto?- Ella arqueó las cejas, luchando por levantarse de la cama.

-¡Solo a ti!- Sus palabras llegaron a sus oídos, y esas tres palabras llegaron a su corazón, haciéndolo conmover por un instante.

En la habitación solo quedaba su respiración nerviosa y agitada. Ella sintió que sus palpitaciones estaban muy aceleradas.

-¡Amelia, cásate conmigo!- Ella sintió que una cosquilla estaba llegando a todo su cuerpo. Mientras una sensación de hormigueo vino repentinamente, su cara se sonrojó por completo.

Estaba muy avergonzada, así que rápidamente luchó por levantarse, pero sus hombros de repente se tensaron, ¡y un par de fuertes brazos la abrazaron!

Ella levantó la mirada nerviosamente solo para coincidir con los ojos muy abiertos de Max, -Max...-

Amelia se sonrojó, pero no sabía cómo reaccionar ante Max. Max la miró por un momento y le preguntó en voz baja, -Cásate conmigo, ¿vale?-

Amelia estaba demasiado avergonzada y no se atrevió a levantar la cabeza, así que escondió su rostro en el ancho pecho de Max, donde podía escuchar sus palpitaciones que también estaban muy aceleradas.

Entonces, Max le preguntó de nuevo desde la parte superior de su cabeza, -Solo te pido una respuesta. Me gustas, te amo, y estoy dispuesto a tomarte de la mano toda mi vida. Cásate conmigo, ¿vale?-

Amelia estaba temblando y no sabía cómo responder a esa pregunta. Pero Max le dio la vuelta de nuevo mientras la sostenía. Luego la contempló, en su hermoso rostro había una seriedad y sinceridad, -Amelia, sé que hay un trauma en tu mente, por eso te preocupa que no te amo, pero en realidad te amo mucho, ¡solo que me di cuenta demasiado tarde! Déjame tomarte de la mano para pasar el resto de nuestra vida juntos, ¿de acuerdo?-

Estaba esperando su respuesta. Sus ojos eran penetrantes y apasionados. Se llevó su delgada mano a la boca y besó su palma gentilmente...

Solo sintió una cosquilla en la palma y casi soltó “Vale”. Pero cuando abrió la boca dijo,

-¡Suéltame!-

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