El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 219

-¡Amelia, no te soltaré! ¡Acepta mi propuesta!- Su mirada gentil llevaba un profundo amor y una profunda expectativa, -Si no accedes, seguiremos así, no dejaré que te levantes...-

Movió su cuerpo para hacerla consciente de su extrañeza.

Los hombres eran más peligrosos por la mañana. Poco después, su mirada se llenó de entusiasmo, -¡Cásate conmigo! Amelia...-

Viendo que la mirada de Max se hacía cada vez más profunda y apasionada, Amelia movió sus labios rojos para pronunciar una palabra aturdidamente, como si la hubieran hechizado, -Vale...-

Tan pronto como pronunció las palabras, el rostro de Max de repente se volvió muy contento, sus ojos se llenaron de sonrisas de alegría. Pero en el momento en que Amelia soltó su palabra, su cara bonita palideció. ¿Qué diablos estaba diciendo tan descaradamente?

Luego añadió rápidamente otra frase, -¡Eso es imposible!-

La alegría de Max que acababa de surgir desapareció de inmediato,

-¡Chiquita, no puedes ser tramposa!-

No la iba a dejar escapar, le levantó la barbilla puntiaguda para mirar fijamente su carita lastimera y susurró, -Amelia, no huyas más de mí. Te gusto. Me has amado durante tantos años, ¿ahora no te atreves a seguir amándome?-

-Yo…- Amelia trató de explicarse nerviosamente, pero Max le tapó la boca con sus dedos delgados,

-Chss...-

Max susurró, -No quiero escucharte decir esas palabras hirientes… Hoy vamos a ir a registrar el matrimonio. Está decidido, ¡vamos a conseguir el certificado de matrimonio primero!-

Si no actuara de manera tan autoritaria, no sabía cuánto tiempo tendría que perder más. Realmente no quería desperdiciar más el tiempo. Ya se había perdido demasiado durante seis años, ¿cuántos seis años había en una vida?

Max bajó la cabeza para besar suavemente la frente de Amelia. Le susurró cerca del oído, -No quiero oírte rechazarme. Amelia, te trato con mucha seriedad, ¡casémonos! ¡Te quiero! ¡No quiero perder nada más! ¿Cuántos seis años crees que hay en nuestras vidas?-

La voz de Max gradualmente se hizo cada vez más baja, enterró su rostro en el cabello de Amelia. Por su lado, Amelia podía notar que la voz de Max estaba llena de amargura y melancolía.

Una pena y un dolor se apoderaron del corazón de Amelia. No pudo evitar estirar la mano para abrazar el cuello del hombre que estaba frente a ella. Quería consolarlo y confiar en él. Hacía frío por la mañana, ella necesitaba que él le diera calidez, al igual que él la necesitaba.

El cuerpo alto y robusto de Max tembló por un instante. Levantó la cabeza con sorpresa y alegría. Lo que vio fueron los ojos de Amelia llenos de lágrimas. Había resentimiento, tristeza, ira, y un indescriptible amor en sus ojos…

La mirada de los dos llegó a coincidir transmitiendo muchas emociones, y en ese momento parecía que el tiempo se había detenido...

De repente, un beso y un abrazo feroces rompieron el silencio que había entre ellos. El beso cayó sobre los ojos, las cejas, la nariz, los labios...

Esa era una emoción profundamente reprimida y escondida en el fondo de su corazón que estalló en esa mañana del invierno como una lava volcánica, quemando a los dos...

Con un beso ardiente, un abrazo entusiasta y un enredo apasionado, Amelia cerró los ojos y finalmente por primera vez aceptó la caricia y el abrazo de Max de manera relajada. Habían pasado seis años desde la última vez. Y en esa vez hubo demasiada tristeza y amargura, además de demasiada romance triste.

El ardor se extendió por la piel que tenían pegados fuertemente. El cabello esparcido estaba provocando los sentidos de Max mientras ella abrazaba su cuello. Amelia estaba tan temblorosa que casi no podía respirar.

La respiración de Max ardía, sus grandes manos estaban vagando por todo su cuerpo. Le metió la lengua en la boca, saboreando sus labios y dientes.

Amelia cerró los ojos tímidamente. Max no paraba de besarla salvajemente, chupando y acariciando constantemente su lengua. Estaba persiguiendo la pequeña lengua de Amelia, sin darle ninguna oportunidad de respirar.

Después de su apasionado beso, sus labios rosados inmediatamente se quedaron enrojecidos e hinchados, parecían más delicados y deslumbrantes, haciendo que Max se conmoviera y se quedara atraído.

No podía expresar las complejas emociones que se habían mezclado en su corazón, solo la expresión salvaje e incontrolable que había en su bien definido rostro hermoso demostraba su profundo amor por ella.

Amelia estaba sin aliento por su beso, estaba a punto de asfixiarse porque no tenía mucha experiencia en eso.

Todo estaba en un caos. Max finalmente soltó sus labios. Mientras que ella aún estaba jadeando, los manos del hombre le arrancaron la ropa. Cuando finalmente separó sus piernas y penetró en las profundidades de su cuerpo, ella volvió a su consciencia de repente, -Duele... Max, duele...-

¡Como la primera vez!

Ella no pudo evitar llorar. En ese momento Max no podía expresar los sentimientos de angustia y excitación que sentía con unas simples palabras, solo quería tenerla, porque su interior tan maravilloso y apretado lo ponía incontrolable e incapaz de detenerse.

Suavemente besó a ella y a sus lágrimas.

Sus labios rojos como pétalos eran suaves al tacto, haciéndolo jadear, pero no se atrevió a moverse, -¿Todavía te duele?-

El profundo beso y la delicadeza deliberada finalmente consiguieron que el rígido cuerpo de Amelia se ablandara gradualmente, y que sus cejas fruncidas se aliviaran.

Los dos estaban pegados, casi se podía escuchar los latidos del corazón del otro. Finalmente empezó a moverse, y ese placer que sentían los hizo sumergirse en esa sensación.

Él parecía formar parte de su cuerpo, no podía separarse de su cuerpo bajo ninguna fuerza que intentaba alejarlo.

Lo hicieron una y otra vez. La pasión que una vez se encendió no se pudo apagar de nuevo.

En la espaciosa cama, se enredaron entre sí, jadeando y gimiendo. Nadie quería detenerse. Quizás, realmente se amaban demasiado, y en ese momento que finalmente sintieron la sensación de estar unidos física y psicológicamente, ambos se apreciaban mucho y tenían mucha cautela.

Había una amargura y dolor en la dulzura. Al igual que el amor que había entre ellos, después de tantos años, ¡finalmente llegaron a estar juntos!

Después de la pasión salvaje, se miraron el uno al otro, haciendo coincidir sus miradas claras. Finalmente, los dos mostraron una sonrisa complacida, y Amelia se quedó dormida por cansancio en sus brazos.

Sin saber cuánto tiempo pasó, el cálido sol empezaba a dar en la habitación y la puerta se abrió de golpe. Un niño pequeño con rasgos finos apareció en la puerta. Luego de repente se tapó los ojos con las manos y gritó, -¡Ah! No te has puesto ropa, tienes el culo al aire. Qué vergüenza...-

-¿Eh?- Max se quedó desconcertado por el grito de Andrés, y rápidamente se cubrió con su ropa. Recordaba que había cerrado bien la puerta, Dios mío, ¿por qué no la cerró bien?

Amelia se despertó por el alboroto de Andrés, y de repente se cubrió con la colcha. No se atrevió a salir porque su hijo la pilló estando en la cama con Max.

-¡Andrés! ¡Fuera! ¡Te llevaré a jugar cuando me ponga la ropa!- Max inmediatamente recuperó su risa alegre luego de sentirse avergonzado, no esperaba que su hijo le pillara nada más al día siguiente de reconciliarse con Amelia.

Andrés bajó la mano y dijo con una sonrisa, -Estoy aquí para decirte que bajes, porque papá y mamá están aquí. ¡Yo voy a bajar primero!-

Andrés les ayudó a cerrar la puerta. Max miró su reloj, eran las diez de la mañana. Inesperadamente, Amelia y él durmieron tanto tiempo esa vez.

-¡Es tu culpa, ahora me da vergüenza de ver a la gente!- murmuró Amelia debajo de la colcha, lo que hizo que Max se riera. Parecía que estaba de muy buen humor.

***

En el salón de la casa de la familia Villacrés.

Oscar vino con Laura e Iker para decirle a Andrés que era hijo de Max y Amelia. Los tres estaban sentados en el salón. Era la primera vez que Máximo veía oficialmente a su sobrina Laura y a Iker.

Al ver que su sobrina y su sobrino nieto se portaban tan bien, al menos mucho mejor que su maleducado hermano, el Máximo que había hecho de policía toda su vida no pudo evitar llorar. Apartó la cara emocionada, porque no quería que Laura viera que su tío estaba llorando.

-Laura, qué bien que seas la hija de Umberto. ¡Te pareces mucho a tu padre!- la madre de Max Viviana Molina tomó la mano de Laura,

-¿Este es mi sobrino nieto? ¡Qué lindo!-

-Mamá, ¿cómo debería llamar al hermano del abuelo? ¿Es tío abuelo?- Iker levantó la cara inmaduro y preguntó.

-¡Sí! ¡Correcto!- asintió Laura.

-¡Hola, buenos días¡Me llamo Iker Abasto!- saludó Iker muy decentemente.

En ese momento, Andrés bajó las escaleras, -El tío y la tía están durmiendo en la misma cama. Además, ¡el tío estaba desnudo!-

Tan pronto como pronunció sus palabras, todos se sintieron avergonzados. Laura se sonrojó en un instante, pero también se alegró mucho de que Max y Amelia finalmente se reconciliaran.

Máximo originalmente era una persona muy tradicional, por eso su rostro estaba un poco rígido cuando escuchó la noticia. Pero recordando que su nieto y su hija habían pasado sufrimientos en parte por su culpa, no dijo nada al respecto. Ya no era adecuado que actuara de manera autoritario, su esposa dijo que en el futuro él se tenía que callarse con los asuntos familiares.

Cuando Viviana escuchó esa noticia, se sorprendió gratamente de inmediato, -¿De verdad? Andrés, buen chico, ¿lo has visto con claridad?-

-¡Vi su culo!- Andrés no era consciente de qué no se podía decir, por eso exclamó emocionado.

-¡Buen chico, pronto tendrás un hermanito o hermanita! ¡Que Dios bendiga!- Viviana se emocionó y se mostró muy complacida. En esos días vio que Max y Amelia estaban peleándose aún, así que se sintió más feliz al enterarse de que habían mejorado su relación.

En cuanto Andrés vio a Oscar y Laura, corrió hacia a ellos y les llamó dulcemente, -Mamá, papá...-

-¡Andrés!- Laura abrazó a Andrés y miró a Oscar inconscientemente. Este último no esperaba que Andrés confiara tanto en él y Laura. Sin embargo, tenían que decirle la verdad al niño. Esperaban darle más amor para que el niño pueda aceptar ese hecho sin ser lastimado.

Viviana no pudo evitar sentir ganas de llorar al ver que su nieto confiaba tanto en Laura. Su nieto creció junto a Oscar por su negligencia. Si se hubieran dado cuenta antes de que Amelia estaba embarazada, tal vez ahora ya tendrían varios nietos.

-¡Tía Viviana, no te pongas triste!- Oscar sabía el estado de ánimo de Viviana, -¡Hoy estamos aquí para contarle a Andrés su verdadera identidad, para que todo vuelva a donde debería estar y para que el niño reciba más cariño! No te preocupes, Laura y yo cooperaremos contigo en cualquier momento, para que Andrés se adapte lo antes posible…-

-No sé cómo agradecerte por educar tan bien a Andrés...- Viviana derramó lágrimas por emoción y volvió la cabeza para fulminar a Máximo con su mirada, -¡Máximo, los niños han sufrido tanto porque eres un viejo testarudo!-

-Cariño, me callo, ya no me involucraré en los asuntos del futuro, ¿vale?- Máximo también se arrepentía mucho.

Mientras lo decía, Max bajó las escaleras cambiado de ropa, -Oscar, Laura, ¡estáis aquí!-

-Tío, ¿cuándo nos das un primo para que juguemos con él?- ¡Iker sorprendió a todos con sus palabras!

Pero Max se rio, -Iker, mi hijo no está para que juegues. Tienes que proteger a tu primo, ¿sabes?-

-¡Yo también protegeré a mi primo!- Se ofreció Andrés.

-Eso es genial. ¡Viendo vuestro apoyo parece que tengo que trabajar más duro! ¡Mamá, papá, hoy voy a ir con Amelia a por el certificado de matrimonio!-

Todos se sorprendieron, y Viviana de repente aplaudió, -Genial, eso es genial, primero id a por el certificado de matrimonio y luego hacemos la boda, ¡que llevo treinta años esperando para preparar la boda!-

-Mamá, solo tengo treinta años, ¿de acuerdo?-

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