El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 246

-¿Qué pasaría si nos separamos?-

El rostro de Oscar estaba terriblemente disgustado, agarró con fuerza las muñecas de Laura y la detuvo quieta en su abrazo.

-No hay esta posibilidad. Laura, nunca nos separaremos.-

Si Oscar dijera estas palabras cuando ambos estaban profundamente enamorados, tocaría el corazón a Laura.

Pero en este momento, Laura agrandó los ojos y miró a Oscar con horror. Sentía que era un hombre totalmente desconocido.

Tan pronto como surgió la sensación, Laura casi perdía el control. Aguantó a la fuerza su temor, para no mostrar su debilidad y enfrentarse a los ojos del hombre.

-Oscar, estoy contigo porque te amo y por Iker. Pero esto no significa que no tengo libertad. No soy tu mascota. Tengo el derecho de ir a cualquier sitio libremente.-

Cuando ella dijo que le amaba y mencionó a Iker, Oscar se conmovió, su mirada se suavizó y se calmó gradualmente. Justo cuando quiso disculparse, oyó las siguientes frases de Laura.

En un instante, la mirada de Oscar se volvió horrible de nuevo, cogió a Laura en su abrazo y quitó su ropa a la fuerza

-Claro que puedes ir a cualquier sitio, pero solo si me tienes a tu lado. Laura, no intentes dejarme, no querrás saber cuáles son las consecuencias.-

-¡Oscar! ¡Qué estás haciendo!-

Laura no esperaba que en estos momentos, Oscar todavía pretendiera hacer el amor con ella,

-¡Párate! No quiero, no quiero volver a verte en estos días.-

Oscar se burló de sus palabras, no tenían la intención de detenerse en absoluto.

-Vaya, no lo vas a conseguir.-

Terminó de hablar y el hombre había destrozado por completo la ropa de Laura.

En ese momento, una sensación de hormigueos volvió a surgir en las profundidades de su cuerpo y Laura nunca había odiado tanto su reacción biológica.

Se enredaron bastante tiempo, hasta que la voz de Laura terminó ronca y ni siquiera podía gritar, fue cuando Oscar se detuvo.

El hombre abrazó a Laura cuidadosamente, como si llevara un tesoro. Le limpió las partes, luego la dejó sobre la cama y se enredó sobre ella como si fuera un pulpo.

Laura ya estaba agotada, ni siquiera tenía fuerzas para hablar y abrir los ojos, por lo que tuvo que dejar que Oscar hiciera lo que quisiera.

-Duerme.-

Oscar abrazó con fuerza a Laura y con sus manos grandes colocó el cabello de Laura sobre la almohada para asegurarse de que no le haga daño cuando esté dormida.

Después de hacer todo esto, besó con cariño la mejilla pálida y suave de la mujer, luego cerró los ojos y ambos cayeron en el sueño.

-Laura, tú y yo estamos enredados de por vida. Nunca pienses en dejarme.-

Laura escuchó una frase así cuando estaba medio dormida.

A la mañana siguiente, Oscar abrió los ojos y observó cautelosamente a Laura. Se sintió aliviado al ver que ella respiraba regular y todavía estaba dormida.

Recordando todo lo que sucedió anoche, Oscar se sintió angustiado y se arrepintió de ello. Realmente había perdido el control y no debería tratarla de esa manera por una frase inconsciente.

Oscar se sintió culpable, se levantó cuidadosamente sin molestar a Laura y salió de la habitación.

En el comedor de la planta baja, Iker estaba sentado en una silla, con las manos apoyadas en la silla, sacudía de vez en cuando sus piernas cortas. Él estaba esperando aburrido a que Emma terminara de cocinar.

Al escuchar sonido en el piso de arriba, Iker levantó la mirada y cuando vio a Oscar, sus ojos se iluminaron.

-¡Buenos días, Papá!-

-Buenos días, Iker.-

Oscar bajó las escaleras, frotó su mano grande suavemente sobre la cabeza de Iker. Miró el reloj del comedor, eran solo las seis y media, lo cual pareció un poco sorprendente.

-Iker, te has levantado muy temprano.-

-Sí.-

Iker admitió con orgullo levantando su cabeza y volvió a hablar.

-Estos días he estado saliendo a hacer ejercicios matutinos con el abuelo. Nos levantamos a las cinco de la mañana, salimos a hacer Taichi y a estas horas ya hemos regresado. A diferencia de papá y mamá, que no os levantáis en todo el día.

Después de hablar, Iker levantó su mano y palmeó el hombro de Oscar con mucha madurez.

-Pero, también os comprendo. Ese día, le dije al abuelo que estabais jugando todas las noches y no os podías levantar el día siguiente. El abuelo se rio muy contento y me dijo que no estabais jugando, sino que papá y mamá están tratando de traerme una hermanita. Y me dijo de no molestaros a los dos.-

Tras oír las palabras de Iker, incluso alguien tan descarado como Oscar, se avergonzó raramente. Desvió su mirada y no pudo evitar hacer un tosido leve.

-Iker, es bueno que lo entiendas, pero de todos modos, se trata de algo relativamente privado. Con que lo sepas tú es suficiente, no hace falta decirlo a todo el mundo.-

-No se lo dije a todos.-

Iker levantó la cabeza, parpadeó con sus ojos grandes e inocentes y miró a Oscar en silencio, su expresión parecía un angelito.

-Claro que no hablaría con a cualquiera sobre cosas de papá y mamá. Solo compartí con el abuelo y Andrés la gran noticia de que estoy a punto de tener una hermanita.-

Iker terminó de hablar, lo pensó de nuevo, y luego volvió a decir, -Bueno, vale, también con Teresa.-

Oscar se quedó a cuadros, pero al ver la expresión inocente de Iker. Tuvo que convencerse, que era solo un niño y no entendía nada.

Era algo muy normal para los adultos.

-Buenos días, señor Oscar y señorito Iker.-

Emma trajo la comida de la cocina y lo colocó sobre la mesa del comedor. Al ver una escena tan tierna, ella sonrió y le dijo a Oscar, -¿Hay algo particular que le guste a la señora Laura? Si el usted lo sabría, podría preparárselo antes y cuando la señora Laura esté lista, puede bajar directamente a comer.

Hablando de esto.

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