El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 278

Pero esto no era lo importante, era solo una prenda. ¿Cómo podría una persona tan amable como el señor Oscar estar enojado con ella solo por una prenda?

Manuela se consoló s sí misma, apretó inconscientemente una esquina de su falda.

Levantó la vista y puso una cara de pena aposta, con lágrimas en los ojos.

-Lo siento, señor Oscar, realmente fue sin querer. Siempre había sido Emma quien se encargaba de la ropa. Pero como ella tenía mucho trabajo ya, lo hice por ella, pero no esperaba que fuera contraproducente. El señor Oscar es muy bueno y generoso, no lo tenga en cuenta conmigo, que soy una joven.-

-Está bien, ya lo sé.-

Oscar agitó su mano, ni siquiera miró a Manuela, indicando que ya podía irse de aquí.

-Ya te puedes ir y devuélvele la ropa a Emma, dile que la lleve a la lavandería. Ella sabe cómo hay que lavar cada prenda.-

Después de decir eso, Oscar entró en el guardarropa, iba a ponerse una chaqueta nueva para poder ir a recoger a Laura del trabajo.

Era solo una prenda, él no era tan tacaño como para enfadarse por eso. Además, estaban los sirvientes, él no se tendría que preocupar del asunto.

A Manuela no le esperaba que después de todo esto, Oscar seguía sin mirarla, ignoró por completo su existencia.

Apretó las comisuras de la boca, se mordió los labios y tomó una decisión. Esto no podía ser, si el señor Oscar estaba tan concentrado en el trabajo que no prestaba atención a ella, significaba que no se había esforzado lo suficiente como para llamar su atención, debería continuar hasta que el señor Oscar se diera cuenta de ella.

Al pensar en eso, Manuela levantó la vista, miró fijamente en dirección hacia el guardarropa, respiró hondo, bajó la cabeza, miró su ropa y finalmente tomó una decisión.

“Ya no me importa, voy a hacerlo.”

Cinco minutos más tarde, Oscar salió del guardarropa, miró casualmente la habitación, al ver la persona que estaba en la esquina de la habitación, se detuvo de repente.

Se dio cuenta de las acciones de Manuela, Oscar no pudo evitar fruncir el ceño. Cuando vio su ropa destapada, sintió aún más molesto, dijo en una voz terriblemente fría.

-¿Qué estás haciendo?-

-Lo siento, señor Oscar.-

Manuela se arrodilló en el suelo, levantó la vista para mirar a Oscar con lágrimas. Sostenía la ropa de su pecho con las manos, su camisa estaba entreabierta.

-No sé qué pasó. Después de coger la ropa iba a salir, pero de repente me tropecé con algo que cayó de la mesita de noche, y luego el botón de mi camisa se quedó enganchado con la esquina de esa cosa, me quedé así sin querer.-

Manuela puso sus manos sobre el pecho, pretendía taparlo, cubrió toda la zona que iba a sobresalir.

Pero lo que Oscar vio no fue así, el prominente pecho de la joven llamaba mucho la atención de por sí, al querer taparlo aposta, quedaba un efecto mucho más seductor que estar completamente desnuda.

Evidentemente, esta mujer le estaba seduciendo.

Al tener claro esto, los ojos de Oscar repentinamente se volvieron fríos. Quitó la vista, su expresión era tan fría que no mostraba ninguna emoción, tampoco quiso centrarse en los fallos de las mentiras que había cometido Manuela.

-Si es así, entonces sal primero.-

Después de decirle eso, Oscar miró el reloj y no pudo evitar volver a fruncir el ceño, iba a llegar tarde, no le daría tiempo si no saliera de casa ya.

En cuanto a esta mujer… Oscar rápidamente la miró con el rabillo del ojo, una expresión de asco pasó por sus ojos.

La dejaría que se ocupara Emma de ella cuando volviera Laura, valdría con echarle de la casa Rasgado.

Sin embargo, Manuela no se había dado cuenta de lo que le esperaba.

Se quedó mirando a la dirección por donde se fue Oscar, y luego miró su postura. No entendía nada. Ya le estaba insinuando descaradamente, ¿por qué Oscar ni siquiera la miró?

Manuela se mordió los labios con fuerza. No sabía por qué, pero sintió que, si perdiese esta oportunidad, nunca se podría acercar a Oscar de nuevo. Al ser consciente de esto, se levantó y se quitó la camisa que llevaba, dejando solo la ropa interior que había preparado con antelación.

Después de hacer esto rápidamente, Manuela dio unas zancadas, sus brazos envolvieron firmemente la cintura de Oscar y su mejilla se presionó contra la espalda ancha y recta del hombre.

-Señor Oscar, no se vaya, por favor no se vaya, estoy enamorada del señor Oscar, y siempre he querido estar con usted, mientras que pudiera, haré todas las cosas que me pida. No le voy a exigir muchas cosas, tampoco amenazar las posiciones de la señora Laura ni del señorito Iker, por favor, déjeme quedarme, ¡no se vaya!-

Oscar frunció el ceño en el momento que la mujer lo abrazó, y le surgió una sensación de querer vomitar desde lo profundo del estómago, esta mujer le hizo sentir extremadamente incómodo. Sobretodo el contacto de los brazos y su pecho, lo hizo sentir tan incómodo que se quería desmayar.

-Suéltame.-

Oscar cerró los ojos queriendo contener el enfado, apretó las manos que colgaban a los lado. Nunca pegó a una mujer, si esta mujer fuera un poco más inteligente y le soltara, podría hacer que no hubiera pasado nada, y darle su último salario para que se fuera de la casa Rasgado.

Pero Manuela no pudo saber los pensamientos de Oscar.

-¡No!-

Al escuchar las palabras de Oscar, Manuela notó sus manos apretadas, sus suaves brazos presionados contra la espalda del hombre sintió profundamente la tensión de los músculos del otro. Se pensó que era indicador de que estaba aguantando el deseo debido a que el hombre no podía soportar su seducción.

Pensando en esto, los ojos de Manuela se volvieron más brillantes y la idea de querer conseguir riqueza y poder mediante este camino se le hizo cada vez más latente. Abrazó el cuerpo de Oscar, y sus manos comenzaron a toquetear hacia arriba tratando de despertar el deseo del hombre.

-Señor Oscar, realmente me lleva gustando durante mucho tiempo. No haga nada, solo siéntelo en silencio. Todo lo que quiero es quedarme a su lado y cuidar de usted por el resto de mi vida. No quiero que me de un nombre, solo le quiero, por favor dame esta oportunidad.-

Los movimientos de Manuela se volvieron cada vez más atrevidos, sus labios rojos se movieron hacia arriba a lo largo del cuello de Oscar y se acercaron a la oreja del hombre.

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