El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 283

-Espero que pase como desees. Pero no importa si tienes éxito o no, no te bendeciré, porque siempre está mal destruir las familias de otras personas.-

Manuela tenía una sonrisa desdeñosa en el rostro.

-Quién necesita tu bendición. Escóndete para siempre en este cuarto oscuro y húmedo para los sirvientes, pero será diferente para mí. Pronto, seré la otra señora de la familia Rasgado. Aunque sea la amante, estoy dispuesta a hacerlo.-

Marta no esperaba que Manuela siguiera sin cambiar de opinión incluso en este momento. Si las cosas fueran realmente como ella describió, entonces no se habría lastimado en absoluto, y mucho menos habría regresado así, humillada, a su habitación.

Obviamente, según el carácter de Manuela, si no lo había voceado por toda la casa, era que su plan había fracasado. El señor Oscar probablemente no le había hecho caso.

La puerta se cerró de golpe, dejando a Manuela sola en el dormitorio, y se escuchó a Marta arrastrar su maleta por el pasillo.

Manuela no pudo contenerse más, como un gallo derrotado, se acurrucó en la cama, mirando con cara de confusión al dormitorio. Tenía miedo y a la vez preocupación, pero al mismo tiempo, tenía un hilo de esperanza en que Oscar se conmoviera por su supuesto amor y tomase una decisión diferente.

Sin embargo, lo que le esperaba a Manuela no eran el consuelo y la cercanía de Oscar.

Alguien golpeó la puerta, y la voz de Julio sonó desde afuera de la puerta.

-Manuela, ¿estás ahí? Tengo algo que preguntarte.-

De repente, Manuela se alertó, y perdió la última esperanza. Las sirvientas siempre habían estado al cargo de Emma. Julio nunca se había ocupado de ellas. Se decía que era para evitar problemas, pero ahora, vino Julio a su habitación para buscarla.

El corazón de Manuela se subió directamente a la garganta, inconscientemente no quería abrirle la puerta y dejarle entrar.

Mientras pensaba Manuela, el golpe en la puerta sonó de nuevo, yManuela se dio un susto.

-Julio, ¿pasa algo? Me estoy duchando, ya voy yo a buscarle en un momento.-

Manuela lo dijo con nerviosismo. Después de decir eso, su corazón latía extremadamente fuerte, esperando a que se fuera Julio. Sin embargo, las cosas no sucedieron como había imaginado.

-¿Te estás bañando? Date prisa, tengo que hablarte de algo urgente. Te doy diez minutos para abrirme la puerta después de ducharte.-

La voz del Julio pronto sonó desde afuera de la puerta con impaciencia. En el momento en que terminó de hablar, el rostro de Manuela se puso pálido. Se acabó, esta vez realmente se acabó. Ni siquiera este tipo de excusas funcionaba. El único motivo por el cuál, Julio podría tener tanta prisa para verla, no podía ser por otra cosa que por el asunto de antes.

Pero, ¿no deberían estar discutiendo el señor Oscar y la señora en el dormitorio en este momento? Ella vio claramente que cuando salió, ninguno de los dos tenía buena cara. ¿Cómo pudo haberse enterado tan pronto Julio?

Manuela demoró un rato más. Para hacer más real la mentira, fue al baño y abrió la ducha, sin importarle si el agua estaba tibia o no. Se mojó directamente el cabello, fingiendo que acababa de ducharse. Después de arreglar un poco las heridas de su rostro, se acercó para abrirle la puerta a Julio.

Sin embargo, lo que Manuela no esperaba era que después de que abriera la puerta, además de Julio, había otra persona parada allí.

-Señorito, ¿por qué está aquí?-

Los ojos de Manuela se abrieron por la sorpresa y miró a Iker con incredulidad.

Iker ladeó levemente la cabeza y sonrió dulcemente, -Vine con Julio. Julio dijo que quería verte.-

-¿Verme?-

La cara de Manuela se puso pálida y su cuerpo no podía dejar de temblar, levantó la cabeza y miró a Julio sin decir ni una palabra.

Sin embargo, Manuela no habló y Julio solo sonreía, no tenía ninguna intención de hablar.

Después de mucho tiempo, Manuela finalmente no pudo soportarlo más y con una mala cara, preguntó primero.

-Julio, ¿qué está haciendo aquí? ¿He hecho algo mal en mi trabajo?-

Julio negó levemente con la cabeza, tenía una sonrisa extraña en el rostro, -Eres buena, muy buena. Nunca había visto a una persona que pudiera hacer un trabajo tan perfecto como el tuyo, y además eres tan solidaria. Ni siquiera te olvidaste de ayudar en tu tiempo libre a Emma y a la señora en sus trabajos.-

-¿De verdad?-

Al escuchar Manuela esto, finalmente confirmó lo que quería decir. Frunció las comisuras de la boca. Esta vez definitivamente no pudo sonreír más. Su corazón latía muy fuerte. Por un momento, ni siquiera supo qué hacer. Ni recordó lo que había dicho cuando estaba presa del pánico, solo reaccionó según sus instintos.

-Julio, tampoco tiene que ponerse así, no hice nada. Además, como sirvientes, preocuparnos por el anfitrión es algo que deberíamos hacer, ¿no es así?-

-¿Preocuparnos?-

Julio se burló, no esperaba que Manuela pudiera ser tan desvergonzada.

-Yo no tengo nada de qué preocuparme. Después de todo, conozco mi posición. Pero tú, de hecho, te preocupaste demasiado por el anfitrión. Creo que simplemente te has olvidado de tu identidad.-

-No, no es así.- el rostro de Manuela se puso más pálido. Fue solo en este momento cuando se dio cuenta de que el impulso que tenía en ese momento, no era nada en absoluto. No podía arriesgarlo todo y tampoco podía permitirse perder de verdad este trabajo.

-De verdad que no quise seducir al señor Oscar, era solo que el señor Oscar, el señor Oscar... -

Manuela estaba ansiosa por excusarse frente a Julio. Por un tiempo, no pudo ni expresarse con claridad. Pero después de terminar de hablar, de repente se dio cuenta de lo que había dicho y dejó de hablar de inmediato, temiendo enojar a la otra persona.

Cuando Julio escuchó esto, enarcó las cejas y un destello de burla brilló en sus ojos.

-¿Qué pasa con el señor Oscar? Continúa, realmente quiero escuchar qué diablos ha hecho el señor Oscar para que malinterpretaras tu identidad y sedujeras descaradamente al señor e intentaras destruir su familia.-

-No he hecho eso.-

Manuela parecía que estaba a punto de llorar, pero también tenía muy claro que no podía ofender a Oscar en este momento y cargarle con la culpa. De lo contrario, no solo no podría salir de esta casa sana y salva, sino que podría ser castigada con mayor severidad.

Pero, pero si no le echaba la culpa a Oscar, Manuela frunció el ceño ferozmente, ¿entonces no demostraba que realmente había intentado seducirle? Julio ya lo sabía, y se estimaba que no sentiría tanta compasión por ella como para no despedirla.

Al pensar en esto, Manuela cerró los ojos y decidió decir que era porque amaba demasiado a Oscar.

Se arrodilló en el suelo y sus lágrimas cayeron sin parar.

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