El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 38

Solo quería vivir bien con Iker.

En el baño, ¡Laura se desnudó para que el agua caliente extendiera por todo el cuerpo! Se juntaron las lágrimas y el agua. ¡No! Ella no tuvo lágrimas, ¡lo que salieron eran el agua sobrante del cuerpo! Sus lágrimas se habían secado hace cinco años.

-¿Teresa, mi madre se ha encontrado con mala gente?- preguntó Iker con mucha preocupación.

-La voy a ver, duérmete ya, dice que está bien, ¡tranquilo!- Teresa llevó a Iker a la cama, -Ya, ¡duérmete!-

Después de irse Laura, Oscar se sentaba en el sofá fumando, se le veía muy solitario y aislado.

Se desveló toda la noche, por eso no se despertó.

El despertador no sonó, ayer se lo había olvidado. Había una etiqueta en la puerta, -Laura, llevo a Iker a la guardería, descánsate bien, ¡ayer tuviste pesadillas toda la noche! ¡Hoy no vayas a trabajar!-

Cundo se levantó eran las ocho. Se miró en el espejo, todavía se veían los moretones en el cuello. Laura estaba dudando si iba a trabajar, ¡pero su decisión final era no! Porque los labios y el cuello no le permitieron.

Ella sabía claro, no era fácil de esquivar de las vistas de la gente, por eso pidió permiso directamente.

Anoche Teresa le preguntó qué había pasado, ella no dijo nada sobre Oscar, solo dijo que se había encontrado con unos atracadores y casi la violaron, afortunadamente la salvaron.

A las nueve de la mañana.,

Oscar llegó a la empresa a tiempo, echó una mirada hacia la oficina de Laura, cuando vio que no había nadie, preguntó, -¿Dónde está ella?-

-Jefe, Secretaria Laura hoy no se encuentra bien y pide permiso.

-¿Pide permiso?- repitió él.

¡Menos mal! ¡Solo pidió permiso!

Pensaba que no iba a volver. Tuvo que reconocer que era un poco bárbado anoche, se deberían a las marcas que le había dejado, por eso no se atrevió a venir hoy.

Laura llevaba un traje de cuello alto para ocultar los moretones. Iba a llegar el día de la muerte de su padre, justo hoy estaba libre para verlo.

Uno en la zona este, el otro en la zona oeste.

En un mismo cementerio, se enterraron dos parientes suyos

Su padre y su hermano menor.

Laura vino a la tumbo de su padre, le llamó la atención un fajo de crisantemo seco, ¿quién había venido aquí? En un momento se quedaba aturdida, ¿sería ella?

¡Ella no estaba en posición de ver al padre!

Laura limpió el resto de la flor y puso la flor que acababa de comprar, viendo la cara amable en la tumba, sus ojos se humedecieron. -Padre, ¡vino a verte! ¿Cómo estás?-

-Solo queda uno en la familia, papá…-

En este momento sonó el móvil, Laura respiró profundo y cogió el teléfono, -Secretaria Laura, ¡el jefe pide que llegues a la empresa antes de las cuatro de la tarde!-

-Leila, yo…-

-Laura, por la tarde hay una unión, el jefe necesita tu proyecto, si lo haces bueno, tendrás un futuro `brillante, es posible que te conviertas en una secretaria especial de una desconocida, entonces tendrás un salario más alto y más espacio para ascender. Ánimo, recuerda, las cuatro de la tarde, ¡no llegues tarde!-

Laura se quedó sin palabras.

¡Trabajo, trabajo sin fin!

Desde cuando era quince años, iba trabajando a tiempo parcial, hasta ahora, le costó mucho entrar en El Grupo Rasgado, pensaba que podía ser un cuello blanco, sin esperar que fue molestada por su jefe, un hombre guapísimo, él podía conquistar cualquier mujer. ¿Ella no entendía por qué tenía que ser ella?

¡Déjalo!

Laura miró su vestido, que podía tapar las marcas, estaba bien que fuera a la empresa con ese vestido.

Cuando Laura llegó a la empresa, justo era la hora del almuerzo, todo el mundo había ido al comedor, pero ella se compró fideos instantáneos y los preparó en la oficina.

De repente, se oyó una voz ronca, -¡No se puede comerlos de hoy en adelante!-

Laura se asustó temblando, -Jefe.-

Después de lo de ayer, los dos se quedaron otra vez embarazados. Dios mío, era un fantasma, ¿por qué se lo encontró de nuevo?

¡No!

En cierto modo, la que se sintió embarazada era Laura, al contrario, Oscar parecía normal, creía que todo era natural. Como en este momento, la estaba mirando, quedaba a un metro de la mesa contemplándola.

Laura se puso colorada inconscientemente.

-No me digas que hoy pides permiso era por lo de ayer.- dijo Oscar con frialdad viendo el rubor en la cara de Laura, se le acercó a zancadas, su traje gris todavía no tenía ningún pliegue.

Al escuchar esto, su cara se enrojeció más.

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