Laura no abrió la boca para explicarse.
-¡Mamá, soy un hombre, por supuesto que voy a comprar una casa!-
-¡Hijo! De todos modos, deja que mamá resuelve la compra de casa, sólo eres un niño, aún no eres mayor, no te metas en esto, ¿vale?-
Laura vio que su hijo seguía sin rendirse, su rostro amable cambió de expresión y habló con cara seria, un niño demasiado precoz era demasiado difícil de manejar.
-¡Buen chico!- Max se cuadró, ya no se quedó atrás, -¡Iker, vamos a brindar por tus ambiciosas ambiciones!-
Iker realmente chocó las copas con Max.
Durante el asiento, Max sacó de nuevo el contrato y pidió a Laura que lo firmara.
-Iker, si necesitas algún cambio, ¡me llamas!-
Después de la cena, Max insistió en enviar a Laura y Iker a casa.
-¡Te recogeré en el hospital a primera hora de la mañana!- Max no había olvidado que era el momento de quitarle los puntos de la herida de ella.
-¡No se moleste, Señor Max!-
-Tío, ¿por qué mi mamá va al hospital?- Atraída por su conversación, la voz infantil de Iker sonó inocentemente, -¿Qué le pasa a mamá?-.
-¡Mamá está bien!- Laura dijo nerviosa, -¡voy al hospital a ver a un amigo!-.
-¡Vale!- asintió con incredulidad, para luego fruncir el ceño cada vez más, como si dudara de la veracidad de las palabras de Laura.
A través del espejo retrovisor, Max miró a Iker, por qué un niño que obviamente era sólo un niño de cinco años era tan bueno para preocuparse incluso de la casa. ¿Era su vida tan dura? Pensando en la ropa de Laura, todos parecían ser trajes rígidos, estaba en la edad mejor de mujer, que de esas mujeres eran todas glamorosas, y ella, siempre tan sencilla!
-¡Tío bonito!- Iker recordó algo más.
-¡Oh, Dios! No me llames tío bonito, ¿vale? Llámame tío Max-. A Max lo que más le molestaba era que le llamaran bonito.
-¡Pero eres tan guapo como mamá!-
-¡Entonces tampoco llamaste a tu mamá bonita!-
-¡Bien! Te llamo tío Max-. La mirada pensativa de Iker se congeló, y su carita puramente hermosa volvió a sonreír mientras se erizaba, -Tío Max, ¿por qué no viene el tío Pito en persona?-.
-¡Iker, no lo llames así!- Laura se detuvo.
-Jajajajaja ...-, Max se echó a reír.
La cara de Laura se puso aún más roja.
-¡Porque está ocupado!-
-Entonces, ¿puedo verlo?-
-¡Claro que puedes, es el jefe de tu mamá!-
-¡Entonces dale las gracias al tío Pito de mi parte!-
-Iker, ¿podemos dejar de llamar a ese tío con ese título?- Acariciando su frente con dolor de cabeza, Laura bajó la cabeza por completo, con su rostro blanco lleno de frustración, realmente tenía miedo de que su hijo vaya a conocer a Oscar Rasgado, porque la sola idea de comprarle una caja de condones la hizo sentir muy humillada, ¡y se sentiría avergonzada hasta la muerte cuando lo conociera!
-¡Está bien!- Iker asintió, pero ya era un hábito, no era fácil de cambiar ah-
-¡Laura! Estaré allí pronto - La llamada de Max llegó. -¡Diez minutos más o menos!-
-¿Tan pronto?- Laura se sorprendió.
-Tengo que acompañar a mi salvador al hospital, así que, por supuesto, tengo que darme prisa ...-, rió Max por lo bajo.
-Gracias, Señor Max, ahora mismo yo bajo ...- Laura apagó su ordenador, cogió su bolso y abrió la puerta para salir.
Justo al llegar a la desembocadura del callejón, vio el precioso Bugatti azul y, naturalmente, allí estaba el hombre alto de pie junto al coche, fumando un cigarrillo, con aspecto de llevar mucho tiempo parado y siempre en la misma posición.
“¿Qué está haciendo aquí?” ¡Laura no sabía que él venía!
-¿Salir?- Le preguntó directamente cuando la vio con su bolsa, acercándose a ella por detrás y preguntándole en voz baja.
-Presidente, ¿qué está haciendo aquí?-
-¿Cómo te lo planteas?- No contestó, pero le preguntó por esa cosa.
-¿Qué es?-
-¡Vive conmigo!- Él dijo.
¡Disgusta! ¡Asombrada! Inexplicable.
-¿No dijiste que querías ser mi mujer? Resulta que a mi hijo también le falta una mamá-. Dijo astutamente, acercándose a ella y presionando cerca de ella.
Laura le miró, los bonitos ojos de él estaban rojos, al parecer habían estado despiertos toda la noche, pero eran extraordinariamente luminosos, encontrándose con los ojos de ella y susurrando de nuevo, -¿Hmm?-
-Presidente, he dicho que he dado a luz, no soy la mujer inocente que crees que soy, no tengo intención de ser la esposa o la amante de alguien, ¡no soy apta!- Al ver su propio reflejo en los ojos oscuros de él, tan tranquilo, tan tímido, se sintió satisfecha de su actuación.
Los ojos de Oscar se entrecerraron ligeramente y la sonrisa de su rostro se estrechó un poco, aunque era muy leve, Laura lo notó y supo que estaba empezando a enfadarse, mientras que su rostro sólo tenía una leve sonrisa, su corazón seguía adelante.
Y en ese momento, el coche de Max acaba de llegar a la entrada del callejón, al ver el Bugatti de Oscar, los ojos de Max se oscurecieron, “¿cómo es que todos se han saltado el trabajo hoy?”
En ese momento, Oscar también vio por casualidad el coche de Max, y se quedó un poco aturdido por un momento, sus ojos se dirigieron hacia Laura de forma oscura. -¿Lo invitaste a salir?-
-¡Uh! No ... es!-
-¿Es un 'sí' o un 'no'?- Levantó una ceja.
El coche de Max había girado hacia el callejón, y era evidente que éste era algo estrecho. Enseguida aparcó un Bugatti y llegó un Pagani, que fue muy sorprendente.
-¡Presidente, no esperaba que usted también viniera!- Max ya se había bajado del coche y no se acercó, sólo se quedó junto a su coche y los observó desde lejos.
-¡No molestaré a tu cita!- Los profundos ojos de Oscar se alzaron ligeramente con una pizca de sorna.
Cuando Laura le oyó decir eso, lo guardó en su corazón, ¿qué quería decir? ¿Cuándo salió con Max?
-Oscar, ¿a dónde vas? Voy a llevar a Laura al hospital para que le quiten los puntos, ¿vas a ir?- Max miró a Oscar para que se fuera.
-¡Estoy ocupado!- Oscar dijo con voz grave y se subió al coche.
-¡Sí, Presidente!- Laura dijo en voz baja, bajando la cabeza como una niña que ha hecho algo malo, -Puedo cancelar mi permiso e ir a trabajar el lunes ...-
-No hay prisa ...-, la interrumpió Oscar, y las comisuras de sus labios se levantaron ligeramente mientras decía lentamente.
Laura sintió que sus orejas se calentaban ligeramente y asintió.
-¡Vamos a entrar!- Max retomó su rostro sonriente tras un momento de desconcierto.
Los ojos de Brenda cambiaron repentinamente al oír hablar a Oscar y a Laura, y sujetó con fuerza el brazo de Oscar. -¡Oscar, así que todos vosotros se conocen!-
-¡Sí, Laura es la secretaria de Oscar!- Max presentó.
-¡Así que es eso!- La cara de Brenda se puso rígida y luego sonrió. -¡Entonces juntamos a cenar! ¿Qué te parece, No?-
-¡De acuerdo!- Oscar escupió tres palabras.
Sin embargo, Laura sentía un poco de aprensión en su corazón, ¡sentarse y comer juntos!
Así que los cuatro hombres entraron en el restaurante.
Una vez dentro, Laura se dio cuenta de que el restaurante era de gran categoría, con un suelo giratorio y un asiento en la ventana para disfrutar del exuberante bosque de bambú del exterior.
Champán y vino, manjares exquisitos, camareros con pajarita listos para recibir pedidos, músicos de violín tocando exuberantes melodías. Los utensilios de la mesa brillaban con un resplandor cegador que escocía los ojos.
Laura se sintió incómoda, ya que nunca había estado en un lugar de tan alta categoría, y se sintió un poco abrumada por un momento.
-¡Buenas noches, señor, señorita!- El camarero saludó amablemente y sirvió el menú.
Sentada junto a la ventana, Laura podía ver el bosque de bambú que había fuera de la ventana, que era muy llamativo.
-Laura, ¿qué quieres comer?- Max giró primero el menú frente a Laura.
Y el camarero le dio otra a Brenda.
Laura escudriñó el menú, por un momento se quedó un poco aturdida, ¡tan caro! Algunos de los platos eran en realidad de varios dígitos, durante un rato le sudaron las manos, ¿por qué había venido aquí a comer? ¿Cómo podría permitirse invitar al Señor Max más tarde?
Al otro lado de la mesa, Brenda ya estaba ordenando y tenía hambre, -Dos foie gras franceses, dos filetes, al punto, Oscar, ¿qué tipo de vino bebes?-.
-¡Una botella de Lafite en 1982!-
Laura se quedó de piedra, sólo el vino que pidieron bastaría para pagar su sueldo durante años.
Max pareció darse cuenta de algo y miró a Laura con preocupación. -Laura, ¿por qué no pides?-
Sacudiendo la cabeza, Laura confesó, -¡Es muy caro!-.
-¡Uf!- Max soltó una carcajada.
Laura se sonrojó, sabía que haría reír a la gente si decía eso, pero realmente lo pensaba.
Brenda miró con desprecio, evaluando a Laura.
Y los ojos de Oscar parecían cruzar por encima de ella sin pensar, mirando por la ventana el paisaje.
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