El hombre con la máscara de zorro romance Capítulo 92

-Señorita, tiene las manos bastante bonitas. El anillo le queda perfecto sin la necesidad de hacer ningún arreglo- La dependienta era aún más hábil en halagar.

La joyería estaba iluminada con luces brillantes, que intensificaban el brillo de las joyas preciosas. El anillo de diamantes en la mano de Laura Abasto brillaba. Tenía una decoración en forma de corazón. Era un diamante grande rodeado por varios más pequeños, un diseño genuino.

-¡Muy bien! Me lo llevo- Oscar Rasgado miró el anillo del mismo diseño para los hombres en el escaparate, -¡Dame aquello también!-

-¿Oscar?- Laura no pudo evitar intervenir, -¿Para qué compras los anillos?-

-¡Para conquistarte!- respondió, -¿Qué te parece? Este par de anillos es precioso, ¿no?-

-Señor, realmente tiene muy buen gusto. Este es un diseño clásico del famoso diseñador italiano NQ, ¡es una edición limitada!-

-Está bien, tampoco es del otro mundo- Oscar dijo con indiferencia.

Bajó la vista, miró a Laura, que estaba atónita, y sonrió, -¡No te conmuevas demasiado!-

Reinada por la mirada de Oscar, la chica se sintió nerviosa al instante.

El hombre le cogió la mano, miró el anillo que le había puesto con sus propias manos y, de repente, bajó la cabeza y le besó el dorso de la mano.

Su comportamiento íntimo provocó el sonrojo de algunas dependientas presentes.

-Ah...- Laura estaba tan avergonzada que dio un pisotón y quería desaparecerse inmediatamente.

-No te emociones tanto, aunque te guste, ¡se reirán de ti!- dijo Oscar burlonamente.

Al principio solo se limitó en besarle el dorso de la mano, pero al mirar su rostro fino y hermoso, de repente quiso besarle en la cara.

Laura sintió que el dorso de la mano estaba tan caliente como si estuviera en llamas, luego el calor extendió por la piel del todo el cuerpo, más tarde toda su cara empezó a arder.

Ella pensaba, “¿Por qué me regala el anillo? Realmente estoy asustada. Primero me hace una confesión del amor, luego me regala un anillo de diamantes, ¿es que él está loco o que yo estoy confundida?”

-¡No quiero el anillo!- dijo mientras que estaba a punto de quitárselo, pero el hombre le detuvo, le sostuvo la mano, entrecerró sus ojos y le dijo con una voz profunda, -¿Te atreves a quitártelo?-

Dicho esto, se acercó, se inclinó hacia su oído y la amenazó en voz baja, -¡Si te atreves a quitártelo, te besaré aquí mismo hasta que te rindas!-

-Tú...- Estaba algo molesta por su dominio, pero no sabía qué decir al ser intimidada por aquella amenaza.

La dependienta pareció darse cuenta de su molestia y se apresuró a mediar. Dijo sonriendo, -Señorita, este señor le está pidiendo la mano. No se ponga molesta. ¡Mire que le ha pedido disculpas con el anillo!-

Laura se quedó aturdida.

Pensaba, “¿Me está pidiendo la mano?”

¿Cómo era posible?

Oscar entendió que la dependienta le había malinterpretado, sin embargo, no hizo ninguna aclaración. Solo dijo, -¡Señorita, la cuenta!-

-¡Bien!- La dependienta tomó la tarjeta dorada, realizó el cobro y se la devolvió a Oscar, -Señor, ¿le gustaría que lo lleve directamente o que lo envolvamos?-

-Me lo llevo directamente- Se puso el anillo en el dedo corazón de la mano derecha. El de Laura también estaba puesto en el mismo dedo.

-Van a comprometerse, ¿verdad?- La dependienta dijo con una cara llena de esperanza, mirando a los dos con infinitas bendiciones, -¡Les deseo una vida matrimonial feliz para siempre!-

Los dos se quedaron atónitos al mismo tiempo tras escuchar esas palabras.

Pensaban para sus adentros, “¿Comprometernos?”

Oscar curvó los labios. Su sonrisa brillante encantó a la dependienta de manera seductora.

-No es así...- Laura sintió una ráfaga de vergüenza. Viendo que Oscar sonreía tan alegremente sin ninguna intención de explicar, no pudo evitar sentirse un poco inquieta.

Ella no entendía la intención del hombre.

Justo cuando ella quería explicarse, Oscar la llevó fuera de la joyería.

Este le tomó de la mano, por lo que ella podía sentir el calor de su palma. El corazón de ella empezó a latir de manera fuerte y rápido.

Tomándose de la mano por él y saliendo de la joyería, escuchó a las personas hablando, -¡Ese hombre es tan guapo y tan considerado, es totalmente un príncipe azul-

-¡Lo mismo digo! ¡Ah, tiene un Bugatti! ¡Qué suerte tiene aquella chica!-

-¡Así que es un señorito rico!-

-¡Yo también quiero buscar un novio como éste!-

La gente seguía haciendo comentarios.

Laura se sonrojó, sintió que la situación estaba extraña y complicada y no sabía cómo afrontarla. Se preguntaba qué tipo de anillo era ese.

Al pensar en lo que dijo Oscar, que su amor hacia ella mantendría toda la vida, y en lo que dijeron las dependientas, sintió una gran confusión. Un sentimiento extraño se apoderó de su corazón.

Se decía para sus adentros, “Esto es absurdo... ¡Ya, deja de soñar!”

Viendo que ella mantenía callada, el hombre pensó que a ella no le gustaba todo esto, le preguntó con voz suave, -¿Qué pasa? ¿No te gusta?-

Cuando habló, incluso él mismo sintió ciertos nervios.

-Yo ...-, se detuvo y lo miró, -¡Es que... llevando este anillo no puedo realizar el trabajo!-

-Jajajaja ...-, el hombre soltó una carcajada.

“Debe estar riéndose de mí”, ella pensaba. La chica se sonrojó por vergüenza. Rápidamente le preguntó, -¿Por qué te ríes?-

Uno de los jóvenes se acercó y acarició la cara de ella. Ella retrocedió unos pasos asustada, -¿Qué estáis haciendo?-

-Nos gustan las chicas de piel fina y blanca. ¿Te gustaría salir con nosotros?-

Ella se quedó sorprendida y no supo qué decir.

En este momento, sintió un poco de miedo. Pensó que tal vez algunos chicos eran más que unos vagabundos, y después de todo, la tasa de criminalidad se hizo cada vez más alta.

-Niña, sale con nosotros, ¿sí?- Nuevamente, era el tono charrán. Laura se sintió repugnante. Le acercaron más aún y ya era demasiado tarde para ella echarse a correr y escapar. Empezó a maldecir a Oscar en el corazón, “Todo es culpa suya. Si no me hubiera obligado a cambiar de ropa, no me habría pasado esto.”

Uno de los chicos dijo que acercándole su boca, -Chiquita, déjame que te bese-

-Ahhh- gritó asustada. Se protegió la cabeza con una bolsa de plástico para evitar que la besaran, -¡Ayuda!-

-¡No grites! Solo te pedimos que salgas con nosotros-

Oscar solo fue a darle la vuelta al coche y no esperaba que ella se fuera primero aprovechando ese momento. Al ver a ella entrar en el callejón, inmediatamente condujo siguiéndola.

Se bajó del coche y fue tras ella.

Inesperadamente, antes de que pudiera entrar en el callejón, la vio rodeada por varios canallas. Oscar se puso negro al instante. Gritó, -¿Qué estáis haciendo?-

Luego, maldijo con el ceño fruncido y les acercó a grandes zancadas.

Laura se sintió aliviada, pero las lágrimas derramaron en su rostro. Al ver el rostro de Oscar cargado de ira, sintió como si hubiera visto a un familiar. Se puso tan feliz, ya que pareció que había encontrado a un salvador. Le llamó ansiosamente, -¡Oscar!-

En cuanto a esos gamberros, al ver que había venido un hombre alto y robusto, huyeron inmediatamente despavoridos.

Por fin, llegó al lado de ella. Al ver su cara llorosa y lastimosa, perdió las ganas de darle una buena lección. La abrazó de inmediato, las palabras de reproche que no llegó a decirla se convirtieron en suaves susurros, -¡No llores, ya está bien!-

-¿Adónde te has medido?- gimió con cierto agravio.

-Solo fui a darle la vuelta al coche. ¿Es que no podías esperar ni un minuto?- dijo con un tono teñido de reproche mientras la abrazaba, -Mira, si no hubiera venido yo, ¿te habrían acosado, ¿no?-

-¡Todo ha sido culpa tuya porque me has obligado a poner este conjunto de ropa! Mira, antes nadie me molestó cuando me vestía de mi ropa original, ¡pero me empezaron a acosar justo después de vestirme así!-

Rodeando el cuello del hombre con fuerza, ella no paraba de llorar. Las lágrimas cayeron gota a gota, filtrándose en la ropa de Oscar y estimulando la piel de éste.

El hombre la besó en la oreja, luego en la mejilla y después en los labios.

Laura no se negó y dejó que la besara. Con todo el afecto y el amor que pudo reunir, la besó tiernamente...

-¿Tienes miedo?- Le preguntó suavemente, apoyado en la frente de ella.

Ella asintió ligeramente, con temblor y miedo, -¿Por qué son tan malos, a una edad tan temprana?-

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