Justo cuando Adriana quería compartir más sobre el Corporativo Ventura, de repente recibió un mensaje en su teléfono.
«Soy Héctor. ¡Te espero en el recibidor!».
Cuando vio el mensaje, su corazón dio un vuelco. «¿Cómo consiguió Héctor mi número? Incluso me envió un mensaje… ¿Podría ser que alguien que se hace pasar por Héctor esté intentando a traerme hacia él?».
Adriana giró y miró hacia donde estaban sentados los Ferrera. Simón, Amanda y Selene estaban cenando en la mesa, pero Héctor no estaba allí. El número desde el que se había enviado el mensaje era, en efecto, el de Héctor. Seguía utilizando el mismo número de antes, así que Adriana estaba bastante segura de que era en realidad él quien le había enviado el mensaje.
No obstante, no quería volver a relacionarse con él. Así que le contestó: «Puedes enviarme un mensaje si hay algo que quieras decir. No es apropiado que nos veamos en privado».
Poco después llegó una respuesta: «Necesito hablar contigo cara a cara. Solo necesito cinco minutos de tu tiempo. Toma la salida que está tu derecha, ahí podrás verme. ¡No me iré hasta que vengas!».
Adriana se sintió confundida al ver ese mensaje. Le recordó una discusión que tuvo con Héctor años atrás. Él había dicho lo mismo, que la esperaría en la puerta de su casa y que no se iría hasta verla.
Por aquel tiempo, ella se había negado a verlo por despecho. Había llovido muy fuerte por la noche. Ella había asumido que él se habría ido, pero él la esperó bajo la lluvia toda la noche. Por ese motivo, al día siguiente tuvo mucha fiebre y se convirtió en una neumonía. Llegó a estar hospitalizado durante todo un mes.
Adriana se sintió incómoda cuando eso recuerdos afloraron en su mente. Dejó los utensilios y Le dijo a Dante:
»Necesito ir al baño.
—¡Claro! —respondió el hombre, lanzando una mirada al teléfono de la mujer. En sus ojos brilló un destello gélido y en su rostro apareció de manera simultánea una expresión indescifrable.
Renata ayudó a Adriana a levantarse de su asiento.
Después de salir por el lado derecho del pasillo, esta vio de inmediato a Héctor. Estaba fumando al final del pasillo y su solitaria figura parecía desolada.
Al notar que Renata estaba con Adriana, Héctor bajó la mirada y se dirigió al baño que estaba a su lado.
—Puede esperarme aquí —Le dijo Adriana a Renata.
—¡Claro! —respondió la mujer y se quedó afuera del baño.
Adriana entró en el baño de mujeres y estaba a punto de enviar un mensaje de texto a Héctor cuando vio pasar una figura blanca por el espejo. Un segundo después, alguien la abrazó con fuerza por la espalda…
—¡Ah! —Adriana dio un salto y soltó un grito, antes de intentar, con desesperación, zafarse del brazo de Héctor—. ¡Suéltame!
—No te preocupes. Ya he revisado y me aseguré de que no haya nadie más por aquí —dijo el hombre en un susurro e intentó abrazar de nuevo a la mujer.
—¿Por qué eres tan fría conmigo? —Él era incapaz de aceptar la forma en la que ella lo estaba tratando.
—No quiero que me relacionen con un hombre casado. —La arruga entre sus cejas se hizo más profunda y dijo—: Ahora me iré si no hay nada más que decir.
La mujer se dio la vuelta y se alejó después determinar su frase…
—¡En definitiva te arrepentirás si te juntas con Dante Licano! —exclamó de repente Héctor.
Adriana se detuvo de golpe y se dio la vuelta.
—¿Por qué lo dices?
—Porque…
Justo cuando Héctor estaba a punto de explicárselo, sonó la voz de una mujer en el exterior.
—¿Por qué no podemos entrar? Estoy buscando a mi marido. —Era Selene.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El increíble papá de los trillizos
Más capitulos...
Más capitulos por favor está bella, la novela...
Que paso no.hay más capítulos...
No hay más capitulos vale...
Más capítulos...
Por favor me gusta la historia más capitulos...
Más capítulos...
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