(Horas más tarde)
Se ve fabulosa con ese vestido color rojo entallado a su cuerpo que apenas va develando los cambios que provocan el embarazo. Su rostro enmarcado en ese sutil maquillaje se luce más que nunca, y como si todo eso fuera poco, sus ojos verdes brillan de una manera sin precedentes, y es que ahora comprendo eso que dicen acerca de la mirada de una mujer embarazada…
—Desprendes una luz que encandila todo lo que hay a tu alrededor— le confieso cuando sus pasos se dirigen hacia mí.
—No hay nada que hacerle, eh… eres el hombre más romántico de este planeta— me dice sonriente.
—¿Es una queja o un halago? — cuestiono divertido y su respuesta se traduce en un beso que se que me dejara la huella de su labial en mi boca, pero que no me preocupa en absoluto.
—Un halago, hay suficiente gente fría y mala en este mundo… se necesitan más hombres como tú, y espero que, si nuestro hijo es un niño, él sepa amar de la misma manera que lo hace su padre— comenta dejando mis sentimientos al borde de un abismo de amor donde no me importaría caerme.
—Te amo, y creo que es mejor que nos vayamos de aquí antes que decida suspender todo y secuestrarte en nuestra habitación para mi solo— le digo entre risas nerviosas que la contagian.
—Aun ni siquiera me dices donde me llevas— se queja como niña pequeña.
—No me sonsacaras ninguna información— le advierto y sin más la tomo de la mano —asique, mejor vayámonos de aquí para que puedas enterarte de una vez cual es la sorpresa que te tengo— propongo y sabiendo que jamás la decepcionaría, ella sigue mis pasos hasta que salimos del departamento y después vamos hasta el auto.
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