La vida junto a Alai es simplemente mágica, ella convierte todo lo que hay a su alrededor, hace que lo más insignificante sea lo más precioso de este mundo, o que las cosas que deberían ser “impresionantes” al ojo humano se conviertan en la nada misma cuando sus ojos están cerca. Jamás olvidare el dia que la vi vestida de novia cuando creía que había llegado tarde a su vida. Lo que sentí al ver esos ojos verdes profundos, su tez color caramelo consecuencia del bronceado natural, ese cabello castaño claro, sus labios gruesos, y esas curvas que me invitaron a recorrerla milímetro a milímetro; sigue tan latente como aquel dia.
Han pasado ya cinco años desde el dia que nos dijimos “si” en aquella ciudad que fue testigo de cómo comenzó nuestra “relación”, es el mismo numero de cumpleaños que pasamos juntos y no hay dia en que la felicidad se desvanezca de notros. Por supuesto que atravesamos problemas como todas las parejas que están casadas, sobre todo cuando yo intento ser más firme con Marco cuando comete alguna de sus travesuras y ella quiere impedírmelo, pero no la culpo… después de todo yo hago lo mismo con Victoria, aunque mi excusa es que es la más pequeña de los dos.
La familia que hemos formado juntos es una que nunca imagine, pero que en algún remoto sueño he visto, con lo que no contaba, es que su quinto regalo de cumpleaños para mi seria igual que el primero que me dio justo antes de nuestra boda “mi amor, estoy embarazada”, esas fueron las palabras que me dijo hace apenas unos instantes, y aquí estoy abrazado a la almohada sintiendo que algo tuve que haber hecho bien en esta vida para merecer esta felicidad.
—Siento la demora— escucho que me dice su voz y al voltear a verla, allí esta con uno de esos conjuntos con los que le gusta provocarme cuando los niños se quedan a dormir en casa de sus abuelos.
—Ufff… ¿existirá el dia en que puedas dejar de sorprenderme como lo haces? — le pregunto divertido y me giro para quedar boca arriba y así darle la bienvenida a mi esposa quien sensualmente se sube encima de mí.
—Espero que no arquitecto del año…— me dice de manera sensual y rio ante su manera de llamarme y es que, además de tenerla a ella en mi vida, uno de los proyectos en los que trabaje este año me ha hecho ganar ese distinguido premio.
—Yo también… me encanta caer rendido a tus pies cada dia y cada noche— murmuro cuando ella se va inclinando hacia mi y me sonríe cerca de mis labios.
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