El día siguiente llego rápidamente, Eileen se disponía abandonar su apartamento cuando al abrir la puerta se topa con una visita que no esperaba.
— ¡Williams! Abre los ojos como platos ya que se le había olvidado la noche anterior llamarlo.
— ¡Por el amor de dios, Eileen! ¿Dónde has estado metida? Te he estado llamando muchísimas veces, estaba loco buscándote. Hasta que opte por venir a tu apartamento no pensé que estuvieras aquí.
Por la expresión y voz del rubio ella sabía que estaba molesto y preocupado. Lo había dejado plantado y ni siquiera le pudo avisar nada de lo que había pasado. De paso su bolso junto con el móvil y las llaves de la casa estaban en el museo, por fortuna el casero del edificio la ayudo entrar.
— Lo siento tanto Williams, es que pasaron algunas cosas. Yo… tuve que salir rápido del museo y me he dejado todo allá.
— Pero que…. ¿Qué fue lo que te paso en la cabeza? Éste frunció el ceño.
Entro en el apartamento de la rubia envolviendo la cintura de esta con un brazo mientras que con la otra mano revisaba la herida de su cabeza.
— Eileen, ¿Qué es lo que está pasando? La mira furioso. Ella solo muerde sus labios en gesto de culpa. — ¿Estas metida en algo peligro o qué?
— ¡¿Qué?! No, claro que no… Es que su mente no paraba de pensar en una buena excusa y sobre todo creíble. — Me arrollo un coche cuando salía del museo. Dijo al fin.
— ¿Qué? Responde ofuscado el rubio. — Pero ¿Cómo? ¿Qué paso? ¿Por qué no me llamaste? ¡Por dios! ¿Te sientes bien?
— Sí, estoy bien. No fue nada grave, solo un raspón en la cabeza y uno que otro hematoma. Pero estoy bien.
— ¿y que paso con la persona que te atropello? Buscare a ese infeliz, le diré a mi padre para que…
— ¡No! dice casi a gritos. — Te lo pido, no es necesario en serio.
Williams observa a la rubia con detenimiento, no estaba entendiendo absolutamente nada. La atropellan y ella prefería dejar las cosas así. Después de pasar la noche angustiado, llamándola como un loco desesperado resulto que ella estaba en el lugar que el menos lo esperaba. El chico rueda los ojos…
— Si no me dices lo que está pasando, ¿Cómo podría ayudarte?
— No está pasando nada, créeme.
— ¡Es mentira! El robo de la casa, y ahora que te atropellan… algo está pasando, y no comprendo porque no quieres contarme nada. Tengo influencias, puedo ayudarte.
Ella pensó que sus influencias no serían nada contra las de Lión, quien tenía a toda a policía metida en el bolsillo.
— No quiero hablar más del tema, me disponía a ir a casa del señor Romel. Mi Huber debe estar abajo esperándome.
— De ninguna manera, yo te llevare. Sentencia éste un tanto enojado.
Varios minutos después…
El coche de Williams aparca ante la mansión de Romel, justo en ese momento un taxi se detenía también y de este se bajaba la enfermera del jefe de Eileen.
— ¿Quieres que te acompañe?
Toca la puerta de la habitación de su jefe varias veces, a esas horas solía estar despierto. Pero extrañamente no le respondía.
— Señor Romel, ¿está despierto? Toco, y toco pero nada.
La chica comenzó asustarse, con un tanto de desespero abrió la puerta entrando de golpe en la habitación… pero en cuanto estuvo dentro se impactó con lo que sus ojos estaban viendo.
— ¡AAAAAAHH! Grito a todo pulmón al ver el cuerpo de su jefe complemente ensangrentado sobre la cama. — ¡Señor Romel! Corrió hacia el con los nervios de punta. — ¡Dios mío! No… dijo entre lágrimas. — AYUDAAAA. Grito cuando le toco el pulso al pálido anciano.
En eso la enfermera llego a la recamara con una taza de café en las manos la cual cayo a suelo al ver la terrorífica escena.
— Llama a una ambulancia, ¡rápido! Demanda la rubia.
Con manos temblorosas tomo la muñeca del viejo, no había sentido el pulso en su cuello pero quizás en la mano si… pero nada, el hombre estaba frio y pálido. La rubia retrocedió un par de pasos mirando el cuerpo lleno de balas de su jefe.
— ¡Dios mío! ¿Quién pudo hacer una cosa tan cruel como esta? Las lágrimas salían de sus ojos sin poder evitarlo.
Entonces fue cuando recordó las palabras amenazantes de Lión. Llevo una mano a su pecho cual latía a toda prisa, ¿había sido él? ¿Por qué haría una cosa como esa? No ganaba nada con asesinar al viejo, si lo único que deseaba era que le firmara los papeles de venta. Pero por otro lado, posiblemente paso por la casa del hombre para insistirle y todo termino en una discusión en la que el mafioso había perdido la paciencia.
Eileen mordió sus labios, todo su cuerpo se estremeció ante la idea de lo que ese hombre era capaz de hacer por lo que quería. No se detendría con nada, y ahora que Romel estaba fuera del juego seguramente se haría con el museo y todo lo que le viniera en gana.
La chica se sintió culpable, porque con la muerte de su jefe ella ya no tenía nada que ver con el museo. Ya que esa mañana pensaba decirle que renunciaría. Negó, ella no quería que el señor muriera, o bueno no deseaba que lo asesinaran. Limpio sus lágrimas en cuanto escucho las sirenas de la ambulancia.
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