El Jefe romance Capítulo 42

En cuanto Eileen llego al museo al primero que diviso a lo lejos fue a Lión con un grupo de hombres con cascos amarillos. Su corazón comenzó a latir con fuerza, no había muchas horas de su reciente unión cuando ya estaba planeando derrumbar el museo. La rubia se bajó con prisas del coche corriendo hacia donde su esposo se encontraba.

— ¿Qué se supone que estás haciendo? Espeta molesta.

— Eileen… éste pica el puente de su nariz. — ¿Qué demonios haces aquí? Te dije que podías salir, pero no para que el primer lugar que visitaras fuese el maldito museo de porquería. Brama cabreado.

— ¿Pretendes derrumbarlo? Lo encara.

— Si. Responde sincero. — Demoleré todo el maldito museo, no quedara ni una sola roca.

Indignada la rubia le da una cachetada a su esposo delante de todo el mundo… por dentro se decía que a él solo le importaban los bienes, y ella… ella solo era una bola de carne más en su maldita lista.

Lión tensa la mandíbula en señal de irritación… era la primera mujer que le ponía una mano encima. Se hizo el silencio al redor de la pareja en la que la tensión había crecido considerablemente.

— Como te atreves a pensar si quiera en destruir el museo, te recuerdo que yo también soy la dueña. Molesto, Lión la toma del brazo acercándola a él mientras que la fulmina con la mirada.

— Lión, cálmate. Phil se acerca a ellos dos. — Ella tiene razón, también es propietaria del museo. Ademas, si Eileen no se queda embarazada no podrás hacer nada con la propiedad.

— ¿De verdad? Pregunta capcioso pero mirando solo a su esposa quien le sostenía la mirada a medias. — Eso será muy fácil de resolver.

Eileen abre los ojos como platos ante la respuesta de su esposo… mientras éste la mantenía sujeta del brazo se giró hacia los trabajadores.

— Quiero que revisen todo el terreno, hagan las pruebas que tengas que hacer. Para cuando yo les dé la orden de demoler este lugar lo hacen.

— ¿Qué? Pregunta atónita la rubia.

Walker arrastra el cuerpo de su mujer a su propio coche, la mete con bruto dentro de este seguido de él mismo.

— ¿Qué carajos te pasa? Éste la zarandea. — Porque eres mi mujer crees que tienes derechos.

— No pienso permitir que destruyas ese lugar.

— ¡Lo haré! Amenaza.

— No lo consentiré.

— Tendrás que hacerlo, eres mi mujer y harás exactamente lo que digo.

Ella volvió la mirada al frente, no estaba dispuesta a perder esa batalla. Haría lo que fuera necesario para impedir que ese hombre destruyera ese museo. La joven llevo la mirada hacia el lugar donde había trabajo por tanto tiempo. Recordó al señor Romel, su muerte era un misterio nadie sabía quién lo había asesinado y eso le pesaba.

— No me quiero ir contigo, he venido con el chofer.

— Que se joda, ahora te llevare a casa.

— ¿Piensas encerrarme de nuevo?

— Es lo que te ganas. Responde poniendo el coche en marcha.

Lión conducía en dirección al casino, tendría que llevársela hasta allá para resolver un asunto antes de llevarla a la mansión. La rubia lo sacaba de quicio, era un don que el diablo le había obsequiado porque era muy buena en ello.

Eileen pilla un enorme rascacielos ante ella, era impresionante. La rubia siguió a su esposo en completo silencio. En la recepción un montón de mujeres saludaron a Lión con una sonrisa sospechosa.

— Puedes ir al casino y pasar un rato allá, tengo que resolver unas cosas en la oficina primero antes de llevarte a la casa.

— Yo no sé dónde queda nada aquí. Ademas, no me siento cómoda en este lugar.

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