El Papá De Mi Amiga +18 romance Capítulo 10

—Entiendo, iré a verlos, o sea a mi amiga... —se puso nerviosa ante la mirada que esta le echaba. Suspiró profundamente y se encaminó de inmediato a esa parte de la mansión, subió hasta la tercera planta, y finalmente ya estaba en la terraza.

Cómo le habían dicho allí estaban los dos, padre e hija, él se encontraba junto a ella en una tumbona mientras llevaba caricias a su espalda y le acariciaba el cabello, ella se aferraba a él de una forma que parecía no quiere soltarlo jamás. Lo rodeaba con una desesperación enloquecedora, tanto así que a ella misma misma le desgarró el alma; odiaba ver a Alicia de esa forma, tan destruida y ya volvía a sentir el nudo apretado en su garganta y la tentativa a ponerse a llorar por la situación tan mala que se vivía, todo era una tragedia terrible.

—He venido en cuanto me llamaste, espero no interrumpir.

—Hope, ven aquí, por favor —pidió Alicia, dándose la vuelta, su padre la soltó.

Antes de dejarlas a solas, pasó por el lado de la joven a la que le dijo unas palabras.

—Gracias por todo, tienes mi número, cualquier cosa que suceda márcame que voy a atenderte.

Entonces se inclinó y le dio un beso en la mejilla, algo que la noqueó por completo, aunque ante la presencia de su amiga disimuló haciendo como si ese roce no le afectó, pero en su interior todo colapsó emocionalmente.

Asintió afectada por el acto. Cuando este sé marchó, se acercó a la joven y la abrazó fuertemente.

—Sé que dormiste conmigo, gracias. No sé qué haría sin ti, ahora mismo necesito mucho de ti, no me dejes... —pedía entre sollozos como una niña a la que se le había arrebatado el mundo entero, y ahora se encontraba desolada aludida como vida ante la petición movió sus dedos en un masaje convertido en caricias sobre su coronilla y la rodeó con efusividad.

—Sabes que no te voy a dejar caer, tú has estado estado en los momentos más difíciles de mi vida y yo también lo voy a estar porque te quiero y eres mi amiga, además no solo tú eres la única que me considera una hermana, yo también te veo como a la hermana que nunca tuve.

—Gracias. Ahora que el mundo se me desmorona... No sabría qué hacer si no tuviera a personas tan buenas a mi lado menos mal estás aquí conmigo y también mi padre... —tomó aire —. Él también necesita consuelo, se ve muy mal aunque se haga el fuerte sé que también está destruido, ¿comprendes?

—Sí, lo hago.

Las dos se quedaron hablando un poco más antes de que la muchacha convenciera a su amiga de que debía comer, pero esta se negaba rotundamente a almorzar,.decía que no quería vivir, qué no tenía hambre y que ya no valía la pena existir; pero ella le repetía una y otra vez que la vida estaba llena de bolas curvas y todo cambiaba en la forma en que las personas asumían los cambios de circunstancias y ese momento malo era uno de muchos, pero sabía que la vida a ella le auguraba momentos buenos que debía vivir. No había rendirse ahora sino luchar además aún tenía su padre y este necesitaba también de su apoyo y de su cariño y le recordó lo mucho que ella la quería, acabaron llorando las dos juntas movidas por una avalancha de emociones y sensaciones dispersas en sus corazones que ya no podía latir de la misma forma, nada era igual.

—Es que no lo comprendes, mamá era todo para mí, no importa cómo se haya portado. Ella era parte importante de mi vida y ahora que no está, la extraño demasiado y no puedo aceptar que ya no esté conmigo, que ya no pueda verla más nunca, ¿es que no fui suficiente razón para que tuviera ganas por vivir? me siento una mala hija al no darme cuenta de su problema. Ya lo sabía, pero no hice nada para ayudarla...

***

Al día siguiente se llevó a cabo el funeral, el peor episodio que podía vivir una persona en su vida, desgraciadamente era parte de la misma y no había nada que pudiera evitar la muerte de una persona, ahora, el dolor era mucho más profundo cuando se trataba de un suicido.

Todos vestían de negro y el tiempo se tornó oscuro, se sentía en el aire esa tristeza, la misma que se reflejaba en el rostro de los presentes. Por supuesto que más en unos que en otros, hasta se dio cuenta que habían algunas personas que ni siquiera mostraban algún indicio de pesar por la muerte de Sol.

Alicia lloraba mucho.

Nunca se apartó de su lado en todo ese momento y al final de todo el padre de Alicia decidió que por el momento era mejor que su hija no fuera a la mansión, un lugar en el que forjó muchos recuerdos junto a su progenitora ya fallecida, esto en partes iguales, le ayudaría o complicaría su forma de llevar el duelo. Así que mientras tanto decidió que lo correcto sería que ambas se fueran al piso del que era dueño y se encontraba en la misma ciudad de Nueva York, el principio su hija se opuso a la idea no quería ir a ese piso sino a la mansión, para no enredar las cosas la joven tuvo que interceder y convencer Alicia de hacerle caso a su papá.

—Gracias por lo que heces, no sé qué haría si ti en estos momentos, te voy a recompensar por todo.

—No, no quiero nada a cambio, lo hago de corazón.

El hombre sostuvo su barbilla y la miró con una sonrisa que a ella le derritió el corazón, eran ese tipo de gestos que iniciaban con una confusión absoluta dentro de sí y la convencía cada vez más de que no solamente era ella la única que empezaba a sentir cosas por él, al parecer el señor Ashton también tenía sentimientos hacia ella, pero ese tipo de emoción le asustaba.

Cada vez que se miraban no era una una acción simple, pero sí existía una honda complicidad que solo ellos dos eran capaces de entender, era esa burbuja construida a base de miradas y de un beso que no podía quedarse en el olvido pero si conservarse en un secreto por el bien de ambos y por la estabilidad de la propia Alicia, a quién no querían ver afectada por alguna relación entre ellos dos. Cosa que estaba lejos de pasar porque en su mundo cada cual pensaba que era único al sentir esa emoción cuándo es que los dos lo sentían. La muchacha entró al auto de inmediato, no era momento para ponerse a pensar en eso.

Ya Alicia se encontraba sobre el asiento de cuero negro mirando fijamente a través de la ventanilla.

El chofer de la familia, un señor calvo de pocas palabras las llevó a la mansión, de nuevo estaban de regreso, pero solo para empacar algunas cosas y luego irse al piso que Asthon había mencionado. Además de pensar en el bien de Alicia, el padre de su amiga parecía querer estar solo un tiempo en la mansión, de ese modo decidía que su hija y la joven estuvieran en un piso. A Hope no le agradó la idea de que estuviera solo, sin saber se estaba preocupando en demasía por él, y el motivo se lo guardaba su corazón muy en el fondo por temor a perderlo; desde esa fiesta lo vio con distintos ojos y podía asegurar que solo fue un segundo suficiente para enamorarse de él pero hasta ella trató de convencerse de que solo se trataba de un capricho suyo y no de ese flechazo verdadero que sientes hacia tu primer amor, sin embargo no fue su caso.

El tiempo tenía su propia razón, a ella no se la daría. ¿Enamorada del padre de su mejor amiga? El morbo lo llevaba cada sílaba de la pregunta.

No había forma en que ella dejara de sentir esa emoción por Asthon, ya había pasado mucho tiempo desde esa fiesta y aunque en ese momento pensó que sería cuestión pasajera no fue así, se había enamorado perdidamente de ese hombre mayor, solo que en aquel tiempo se sintió más culpable puesto que ese hombre era casado y ella veía como a una hermosa familia a los Greenspan.

Ahora que estaba detrás del telón y conocía toda la verdad no se sentía tan culpable, a pesar de eso no dejaba de ser un mal momento seguir pensando en ese hombre de tal manera y se empezó a sentir así a raíz en la muerte de su esposa.

—Este vestido me lo regaló mamá cuando apenas cumplí los 15 años, ¿Puedes creer que aún lo conservo? si antes lo amaba ahora lo adoro, es un regalo de ella y me la recuerdará por siempre. —hizo una mueca de dolor —. Si me pongo a mencionar las otras cosas que me obsequió, nunca dejaría de hablar... Me duele mucho que me la traiga de vuelta y siento que me falta el aire si sigo mirando cada prenda de vestir que ella eligió para mí, no puedo con esto amiga.

Se derrumbó nuevamente sobre la colcha de su cama, mientras que la joven se acercaba ella tras dejar de doblar parte de su ropa en una maleta y le daba el consuelo que le urgía recibir. Le susurró que todo estaría bien, pero el proceso de sanación sería más difícil de lo que podría imaginar. Ojalá Alicia no dejará de ser esa persona viva, así de alegre como solía, porque el suceso fatídico la marcó profundamente y si se olvidaba de sonreír entonces ella le recordaría a la Alicia alegre que alguna vez fue; nunca dejaría de hacerlo.

***

El piso tenía ese toque magnífico podría describirlo en tres palabras como lujoso moderno y espectacular nada estaba fuera de lugar y todo le pareció demasiado perfecto para ser real, dejó de sentirse en un sueño al palpar los elementos que constituyen una atmósfera agradable dentro de aquella propiedad que tenía el sello personal de el padre de Alicia y lo sabía porque no hacía falta nada más que mirar a su alrededor y luego recordar cuando estuvo en su habitación, que pudo escrutar antes de retirarse de volada.

Además de otros elementos un piso contenía las características especiales que lo volvían de lujo como lo era el sitio donde se encontraba, las vistas hermosas que otorgaba la luz, el diseño del interior entre otras cosas como elementos artísticos arquitectónicos y el confort que podría brindar otras partes como un jardín inclusive siendo un piso, podía destacar entre los otros aspectos relevantes el acabado que tenían los muebles del living, en la casa se había empleado bastante la madera noble y fue testigo ocular de el precioso mármol que cubría parte del baño y cocina. Cómo en la mansión allí también habían electrodomésticos de gama alta y tecnología.

¡Madre mía! Se le cayó la mandíbula al suelo por todo lo que había visto, era impresionante, no habían palabras para decir cómo se sentía en ese sitio. No es que ella hubiera tenido una vida humilde o de bajos recursos pero comparado con todo lo que tenía Alice y su padre, ella no tenía nada; de todo eso podía sacar una conclusión incluso considerarlo una lección: Y es que no importaba cuanto dinero se tuviera, si mucho o poco, igual las desgracias les pueden suceder a cualquier persona y el dinero no te aseguraba la felicidad.

Cómo prueba podía ver Alicia ahí, que estaba rodeada de todo el lujo que ella mo podría tener, esto no le sacaba una sonrisa; ahora se encontraba en una de las recámaras que iba a ocupar el tiempo que estuviera allí, (que por cierto había sido de ella cuando iba con su padre allí) resulta que ese piso lo había comprado su papá con la intención de alejarse cuando las cosas con su esposa se ponían un poco turbulentas, con una sonrisa en el rostro aunque con la mirada apagada recordó esos días en los que las discusiones eran terribles entre ellos, y ella acababa viniendo con su papá a ese piso para hacerle compañía y sonreía a pesar de los problemas que pasaron entre sus progenitores ya que ella siempre consiguió que su papá volviera con Sol. Bromeó al decir que era como una especie de pegamento cuando las cosas entre sus padres se rompían, y le sacó una sonrisa a la muchacha.

En el fondo seguía siendo muy fuerte y se alegró que se esforzara en intentar salir de las ruinas en las que había caído a partir de la muerte de su madre.

Venía de la cocina y ahora se dirigía a la habitación de Alicia para darle la cena, una comida que se esmeró en preparar para ella, ya le había dicho que no tenía apetito pero por su bien debía comer o se iba a sentir peor de lo que ya estaba.

Cuando iba por medio del pasillo se detuvo al escuchar la voz de Alicia, detrás de aquella puerta se quedó a escuchar y sabía que eso estaba mal, pero no pudo evitarlo y más cuando su amiga parecía querer hablar en un tono más bajo de lo normal, de modo que pegó la oreja a la madera de la puerta e hizo sumo silencio, lo que escuchó la dejó arrobada, completamente aturdida, nunca se lo imagino venir.

—Salvatore, sabes que yo también te amo y te necesito en este momento pero entiendo que no puedas estar conmigo de esa forma ahora, eso levantaría sospechas ante mi padre, lo nuestro aún no se puede saber, quizás podamos vernos este fin de semana y hablar un rato, ¿que me dices?

Se tapó la boca y abrió los ojos de par en par ya recordaba muchas veces que su amiga le había platicado sobre ese hombre pero nunca pensó que ellos tenían una relación en secreto, ese era el abogado de su padre, un hombre que era unos once años mayor que ella aunque la edad no venía al caso tomando en cuenta que ella también se había fijado en un hombre mayor y encima era su padre.

No podía salir de la absoluta estupefacción,.se descompensó y creyó por un momento que todo se trataba de su cabeza pero no había motivo para alucinar en ese instante, todo lo que estaba escuchando era real su amiga salía con el abogado de su padre, debía admitir que era apuesto y un caballero pero no sabía cómo podría tomarse esa noticia el progenitor de Alicia.

Ella tampoco se lo diría.

¿Cuánto tiempo tenía saliendo con Salvatore? Se sintió lejana ¿cómo es que su amiga no le decía aún sobre su relación secreta? Si confiaba en ella ya se lo hubiera dicho no quería sentirse mal al respecto, quizás temía que la viera con malos ojos al enamorarse de un hombre algo mayor, pero ella no iba a juzgarla en caso de que se lo dijera, en el amor solo mandaba el corazón y ella más que nadie entendía cómo era sentirse de esa forma.

—¡Dios!

—¿Si?

—No te dejo de pensar, ¿sabes? Desde ese beso solo sueño con tenerte otra vez, de hacerte mía, de poseerte, y sé que tú también sientes lo mismo por mí. No vale la pena que lo niegues, puede que la ebriedad me ponga así, no lo sé, solo... hagámoslo, quiero estar contigo... ¿Admitirlo me vuelve imbécil? —arrastraba las palabras algunas cosas se volvían inentendibles debido a lo alcoholizado que estaba, pero con lo que entendió ya le puso la piel de gallina y el corazón le latía fuertemente contra su pecho, solo esas palabras que venían de ese hombre habían calentando todo su cuerpo.

—¿Por qué me dices eso? —ante todo seguía emitiendo palabras que la hacían ver como si estuviera desentendida de toda la situación, pero obviamente sabía de esa necesidad recóndita que tenía por ser acariciada y llevada a los límites de la cordura.

No interesa si Sol había pasado a ser solamente la madre de su hija, en un punto ellos estuvieron casados y aunque El magnate estuviera ebrio no debía expresar todo eso ese día en el que fue el funeral de su ex mujer. A ella le parecía una falta de respeto.

—Sabes por qué razón te lo digo, todo lo que siento por ti es real, en ningún momento estoy inventando nada... ayer cuando nos dimos ese beso pude sentirte y también percibir que me necesitas a mí... ambos nos necesitamos, no me vayas a mentir, sé que esa noche en la fiesta los dos sentimos lo mismo ¿o me lo vas a negar? —hizo una pausa, no tardó en retomar la dirección de esa charla atrevida —. Se te nota en la mirada que me quieres tanto como yo a ti, y no te lo estoy diciendo porque esté ebrio, aún con la cabeza fría sigo pensándote de esta forma tan desquiciada, a veces me hace sentir un imbécil pero ya no eres esa niña... los dos somos adultos y quién sabe... podría funcionar algo entre nosotros.

Por estar borracho le sorprendió que recordara muy bien las cosas, aquel día que ella creyó solamente haber guardado en su cabeza. Ahora se enteraba que él también lo hacía. ¿Que iba a decir al respecto?

—Asthon en ese momento estabas casado, tenías una hermosa familia y hoy has perdido a tu esposa, no deberías de estar diciéndome todas esas cosas.

—No estoy diciendo nada malo, solo estoy siendo sincero contigo y Sol es solo mi esposa, si bien me afecta su muerte, no me voy a quedar anclado por algo que ya pasó, la vida continúa, tristemente es asíz y ya nosotros no estábamos juntos. —le recordó y el peso de la culpa no disminuyó, seguía sintiéndose pésima al tener y sostener esa conversación con el padre de su amiga ellos no podían iniciar así cómo así todo parecía bastante apresurado tomando en cuenta que no llevaba ni un día cerca de él. De hecho siempre iba a parecer demasiado pronto para ellos dos.

—Yo no lo veo de la misma maneraz y lo mejor es que esta llamada telefónica se acabe ahora mismo.

—Espera no me vayas a colgar... solo te pido que lo pienses, de todos modos cuando el alcohol pase, mañana voy a ir a ti y te voy a platicar las cosas... me voy a sincerar de verdad, quiero que estés en mi vida. Si solo con un beso me volvistes a revivir no imagino cómo sería compartir mis días a tu lado.

Suspiro profundamente, eso había sido demasiado romántico pero no dejó que le afectara con su cursilería, sabía que la palabra "prohibido" envolvía el nombre suyo y el de ella en un solo círculo de color rojo.

—De seguro cuando estés con la cabeza fría no vas a decirme nada de esto, pues esta conversación quedará en tu pasado y ninguno de los dos lo va a sacar a colación. Y eso sería lo más sano para ambos, piensa en tu hija, ella es mi amiga y no quiero sentirme mal por arriesgarme y luego perder. Eso es lo que siento que va a pasar si cedo a esta locura, no hay otra palabra que lo describa mejor. —finalizó a punto de tomar la iniciativa y terminar con esa llamada que no iba a llevar a ningún lado, el desatino no podría considerarse un destino.

—Yo no diría lo mismo, descansa.

—Hazlo tú, yo no podré hacerlo. —le.dijo y la joven al otro lado de la línea suspiro, se frotó la frente.

¿Por qué era tan difícil dejar de pensar en las cosas malas? Nunca comprendería ese lado del ser humano, la tendencia a corromperse y no solo darle una ojeada a lo prohibido, sino hacerlo parte de su visa. No quería ser así.

Para el colmo, a la mañana siguiente el padre de Alicia se había aparecido por allá. El motivo: su hija, pero Hope sintió que ella también era una razón por la que estaba él allí. No quería ponerse nerviosa y ya nada servía para aliviar esa sensación de temblor, tampoco podía sostenerle la mirada por mucho tiempo, no le gustaba conectar con él. Sucedía que siempre terminaba perdiendo ese juego de miradas ya no podía con tanta potencia y siempre acababa absorbida por su poder.

Ya no nadaba en esos ojos azules, ahora sentía que se ahogaba, que el agua le llegaba hasta el cuello y no podía hacer nada para salvarse.

—Papá me alegra mucho que estés aquí, ¿Cómo te sientes? deja que vuelva a la mansión, quiero estar contigo. Tú tampoco deberías estar solo, necesitas compañía y consuelo. —le hizo saber, cosa que él aceptaba, pero no quería preocuparla más de lo que estaba.

—Descuida, lo mejor es que estés aquí, allá te vas a deprimir más.

—¿Qué hay de ti? —se cruzó de brazos y lo observó con preocupación.

—Yo me las arreglaré, con todo el trabajo que tengo, pues mi mente se encuentra ocupada —al decir esto último fue inevitable no voltear y clavar los ojos en la joven que desde hace rato había estado retraída y evitando la mirada del hombre después de la conversación telefónica de anoche ya sabía cuál era la razón por la que le huía. Y no era para menos.

Debía hablar con ella y disculparse. ¿Cómo lo haría sin que su hija no lo notara?

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