El Prohibido Amor de un CEO romance Capítulo 61

La pasión entre Emily y Edward aumentó de intensidad.

Sus manos tenían vida propia y sus cuerpos no obedecían la razón.

Edward extrañaba ese calor y suavidad del cuerpo de Emily.

Su forma de resistirse un poco a su toque, su timidez a pesar de que ya la conocía de pies a cabeza.

Su aroma natural lo embriagaba sutilmente, ese aroma que se había impregnado en él desde el primero momento en que la tuvo esa primera vez.

Emily trataba de resistir los avances de Edward.

Intentaba resisitirse a sus besos, sus caricias, sus manos que lentamente la despojaban de su blusa...

De su sostén, su falda..

El pecho de Emily se agitaba de arriba a abajo.

Este Edward era el que la había llevado a esa playa maravillosa, donde habían jugado a casarse aquella vez, donde ella había deseado que fuera verdad.

Este Edward que ahora la cargaba al sillón para poder tenerla nuevamente sentada encima de él, sin prisas, sin arrebatos pero con demasiada pasión y deseo era el mismo de esa vez.

Las palabras sobraban.

Los dos e entendían mejor entre besos y caricias para dar paso a los gemidos y jadeos incesantes.

Edward había leído en un tratado médico las posiciones en las que podía intimar con una embarazada.

Incluso en ese estudio sugerían que era benefico tener intimidad con la embarazada.

Solo debía moderar su ímpetu.

Poco a poco se introdujo en ella, una oleada de placer intensa los sorprendió a ambos.

Sus cuerpos se reconocían y se extrañaban también.

Parecían en ciertos aspectos hechos a la medida y uno de esos aspectos era lo bien que encajaban para tener sexo.

Aunque en este momento Edward no tenía sexo con Emily.

Él le estaba haciendo el amor.

Emily se recargó en el fuerte pecho de Edward, incapaz de moverse por las sensaciones que le producia Edward dentro de ella.

Edward necesitaba más de ella.

Con delicadeza sublime la recostó en el mullido sillón para poder demostrarle sin palabras su amor.

"Mmmmhhh....mmmhhhhh....."

Emily cerraba los ojos y se mordía los labios para no gritar, pues recordaba que estaba Elaine aún afuera.

"Ella no está."

"Gime para mí y terminaré más rápido."

Su frase que siempre le decía Edward en esos momentos.

Esa misma frase que hacía que todo poro del cuerpo de la niña estremeciera.

Con sus labios, Edward saboreó su boca y evitando que ella siguiera mordiéndose los labios.

"Edward...."

"aaahhh...mmmhh..."

Ambos cuerpos se unieron y estallaron en un orgasmo delicioso.

Ambos liberaron todo los que guardaban en su interior.

Ambos se envolvieron en un abrazo apretado.

Emily estaba unida a él de muchas maneras, algunas veces por odio, otras veces por el amor.

Pero bien dicen que solo se odia lo que se ama.

Compartieron una refrescante ducha juntos y volvieron a estar presentables después de una hora.

"Las diez de la noche!"

"dios mío, debo irme."

Murmuró Emily tomando conciencia del tiempo.

La niña colocó sus zapatos en sus pies de nuevo, lista para tomar sus cosas en irse.

"Necesito pasar a comprar una pastilla anticonceptiva."

Se dijo en su mente Emily.

Con Edward debía tener más precauciones que nunca.

No quería que se volviera realidad su temor reciente con las pruebas de embarazo.

"Vamos a cenar y después te llevaré a Golden Osmanthus."

Edward no la dejó protestar.

Tomó sus cosas, tomó la mano de la na y cerró la puerta de su oficina.

Afuera no había nadie, Elaine era muy discreta.

Como siempre, Edward cenó en su restaurante favorito.

Pero está vez Edward. personalmente se acercó al chef para encargar comida con mejores nutrientes para Emily.

Además ordenó que le mandaran a ella desayuno, comida y cena ligera a diferentes direcciones que Edward proporcionaría vía mensaje y que debían de ser estrictamente confidenciales.

Emily se sentó en la cómoda silla de la mesa privada donde Edward la habia llevado.

Ella repasó en su mente lo que había pasado esa noche.

"Que estúpida soy."

"Siempre caigo en sus brazos."

"porque seré tan tonta?"

Se recriminaba Emily a si misma.

No obstante, ella tenía la certeza de que algo en su mente se desconectaba cuando Edward la besaba.

A pesar de todo el daño que le había hecho, su mente solo recordaba los buenos momentos, sus caricias compartidas, sus pocas palabras tiernas, esa escena de matrimonio actuada.

"Será mejor que ponga todo mi empeño en su proyecto y pueda ganar el bono y alejarme lo antes posible."

"Creo que refugiarme en el trabajo me hará bien para olvidar."

Pensó la niña con decisión.

Un mensaje iluminó su celular..

Era Dániel que le enviaba un vídeo de las chicas de Red Velvet anunciando la inminente llegada a esa ciudad para el concierto.

El cual tomaría lugar en un estadio super conocido y enorme.

Emily  había ganado un pase VIP y podría verlas de muy cerca.

"Dániel."

Tocando sus labios, Emily recordó el beso de medio día con él.

"Es diferente."

Pensó ella comparando los besos y forma de ser de Edward con la de Dániel.

Los besos de Dániel eran suaves, delicados, llenos de amor y la hacían suspirar.

Como si fueran adolescentes y la llevaban a un mundo mágico y único.

Pero los besos y caricias de Edward eran pura pasión y amor desenfrenado y desmedido que la rebasaban y la arrastraban a un delicioso infierno.

"Es mi demonio personal."

Se dijo a su misma la niña mientras sacaba una hoja de papel y un lápiz para dibujar, mientras Edward regresaba o traían algún platillo.

"Muero de hambre."

Pensó ella y comenzó a dibujar el cuarto del bebé.

Pero no dibujó el cuarto del hijo o hija de Edward sino el de su hermana Flora.

Usaría esa inspiración para poder hacer un buen trabajo.

En cuanto al cuarto matrimonial...

También decidiría hacerlo como si fuera para Ryan y Flora.

"Aprovecharé este proyecto lo más posible."

Con este pensamiento feliz, Emily se dispuso a trabajar.

Edward regresó para encontrarla dibujando una cuna en el cuarto del bebé.

Del bebé de ambos.

Edward aún no notaba nada en  vientre de la niña, pero pero pronto lo haría.

"A partir de mañana, se te enviará comida de este restaurante a dónde estés trabajando."

"No te negarás porque estás asignada a dos proyectos, entendiste?"

Comentó Edward con voz firme y algo paternal.

"Eh?"

"Comida?"

"Se me enviará comida?"

"Esta bien."

La cena llegó para ambos, la cual  fue ligera.

Con la notable diferencia que para Emily había más verduras y frutas.

Además todos los alimentos tenían menos sal y eran más delicados.

Además, la na solo pudo tomar té recomendado por un experto para la buena circulación y cicatrización.

Emily avisó a su hermana que se quedaría con Maggie, una mentirilla blanca para que no se preocupara por ella.

Cuando terminaron la cena, Edward la llevó a Golden Osmanthus.

Quería dormir a partir de ese día con ella y ver crecer su abdomen.

Antes de entrar Emily le pidió tiempo a Edward para entrar al departamento que diseñaría.

Edward accedió acompañándola, por lo que ambos entraron en el departamento donde solo estaba aquel sillón.

Emily recorrió el departamento a detalle con papel y lápiz antes de  preguntarle a Edward.

"Alguna especificación en cuanto al color de la habitación del bebé o de la habitación matrimonial?"

Edward la observó.

Caminando a la ventana para cerrarla, Edward respondió.

"Confío en tu buen gusto, toma este proyecto como si fuera para ti."

Sin decir más, Edward salió a su departamento para cambiarse a pijama.

Él en m verdad estaba feliz pero exhausto.

"Como si fuera para mí..."

Emily se quedó mirando a su alrededor.

La tristeza la envolvió.

Dániel manejaba su auto de regreso con Tommy mientras pensaba lo que había hablado con Joseph Situ.

Aún se resistía el viejo a darles la compensación justa por sus pérdidas.

Una mano la mantenía en el volante y la otra se recargaba en la puerta mientras se mordía con los dientes un dedo.

"No debimos haberlo dejado ir tan fácil."

Joseph había intentado bloquear la tarjeta sin límites que les había dado.

Tommy lo habia impedido, por eso Dániel fue a hablar directamente con Joseph.

"No me importan los amigos de mi estúpido hijo ni él."

"No tienes nada para chantajearme y  ya desembolsé suficiente dinero en sus tonterías, lárgate."

Le había dicho asperamente Joseph antes de que Dániel lo amenazara con  informar anónimamente de ciertas actividades muy lucrativas que había tenido en el pasado.

Joseph apretó los dientes y los puños cuando Dániel le enseñó que no mentía.

"Lárgate de mi casa!'

"Esto será temporal y cuando no tengas nada más con que chantajearme me encargaré de ustedes dos idiotas!"

De repente un auto apareció de la nada y Dániel apenas pudo frenar.

Estaba en medio de la vía, sin luces y sin intermitentes.

Con las dos manos en el volante, aún asustado y respirando agitado por el miedo, Dániel encendió la linterna del celular.

Salió del auto poniendo las intermitentes en su auto para alertar a otros conductores.

Había un hombre al volante y parecía estar o dormido o inconciente..

Tocó la ventana para despertarlo o tratar de hacer que reaccionara.

"Oye, estás bien?"

" Hey!"

"Me oyes?"

Gritó Dániel.

Tomando la manija del auto pudo abrir la puerta del conductor.

Dentro un olor extraño salió y Dániel a tiempo pudo taparse la nariz y boca.

Corrió hasta su auto y sacó un cubrebocas que le habían dado en la mañana para entrar a una zona en construcción de la casa a diseñar.

Esperó un minuto antes de volver al auto.

El chico pudo ver como el hombre se deslizaba despacio hacia afuera del auto pero no estaba despierto aún.

Extendiendo sus manos, Dániel arrastró al hombre para alejarlo del auto que apestaba.

Lo recostó en el pasto al lado de la vía y comenzo a tratar de despertarlo.

"Oye, estás bien?"

"Que te pasó?"

Con sus dedos, Dániel tomaba el  pulso del hombre.

Después le puso dos dedos debajo de su nariz para comprobar su seguía vivo.

De repente el hombre tomó una bocanada de aire de forma agresiva y sus ojos de abrieron desmesuradamente.

"Tranquilo, tranquilo."

"Respira, lograron noquearte."

Le palmeó la espalda al hombre para que dejara de toser.

"Sabes dónde estás?"

"Sabes quien eres?"

Preguntó Dániel.

"Si."

"Iba de regreso a mi departamento..."

"Me seguían de cerca."

"Eran muchos, frené por un perro que cruzaba la calle..."

La tos interrumpió el relato jadeante del hombre.

"Me alcanzaron y aventaron algo como de cristal a mi auto."

"Tardé medio segundo en cerrar la ventana creyendo que no me atacarían pero después perdí el conocimiento..."

"Mi teléfono!"

"Mi cartera!

Gritó el hombre buscándose las cosas en sus ropas.

"Por favor busca mis cosas."

"Si lo robaron estoy muerto."

Rogó el hombre.

Dániel se armó de valor y fue rápido al auto.

El celular del hombre estaba en el suelo, debajo del asiento del conductor.

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