Con Natalia en sus brazos, Mateo corrió hacia la farmacia Cárdenas más cercana; la cadena de farmacias más grande en Eastcliff. El dueño, Salvador Cárdenas, era una figura importante en el negocio de la medicina de Eastcliff. La mayor parte de las ventas de los Coronel dependía tanto del Grupo Cárdenas ya que éste controlaba y apoyaba el sustento de los Coronel. Cada una de las farmacias del Grupo Cárdenas tenía un doctor calificado. Todos se quedaron aturdidos cuando Mateo entró a la tienda con una chica en sus brazos cubierta de sangre.
-Oye, no sirve de nada traerla a una farmacia con ese tipo de herida. ¡Será mejor que vayas al hospital de inmediato! -dijo un asistente joven en la tienda que estaba negándole el paso a Mateo-. ¡No tenemos instalaciones como las de un hospital y no podemos salvarla!
—¡No hace falta! —Mateo sacudió su cabeza y habló en voz baja-. ¡Necesito comprar un juego de agujas de plata!
—¿Agujas de plata? —El asistente de la tienda se sorprendió porque no muchas personas venían a buscar
algo así.
-¿Para qué quieres comprar agujas de plata? —preguntó de repente un anciano con barba blanca.
Cuando el asistente vio al hombre, lo saludó con respeto de inmediato:
—¡Señor Higuera!
El anciano era José Higuera: un doctor genio de la Farmacia Cárdenas con habilidades médicas excepcionales que lo posicionaban en el top 3 en todo Eastcliff. El prestigio del que la Farmacia Cárdenas disfrutaba ahora tenía una conexión directa con la influencia de José en el campo. Sin embargo, Mateo no le prestó atención y repitió en un rugido profundo:
-¡Necesito comprar un juego de agujas de plata!
-Oye, ¡el señor Higuera te está hablando! -contestó el asistente con una mezcla de adulación y molestia en su voz.
-¡Quiero comprar un juego de agujas de plata! -gritó Mateo de repente.
-¿Por qué gritas? -regañó el asistente con rabia-, ¿Acaso sabes en dónde estás? ¿Por qué estás haciendo una escena? Tú...
José agitó su mano y el asistente dejó de hablar de inmediato.
-Joven, esta chica ha fallecido. ¿Por qué no mejor le haces un entierro adecuado?
—¡Aún no está muerta! —gritó Mateo.
-¿Cómo te atreves a hablarle así al señor Higuera? -el asistente quería regañar a Mateo, pero José pudo ver que Mateo estaba muy triste y lo detuvo de nuevo. Era normal que reaccionara así.
—Joven, he practicado la medicina por más de 40 años y sé lo que pasa con solo una mirada. Es verdad que esta chica ya no tiene fuerza vital.
—Lo diré una vez más, ¡no está muerta! —gritó Mateo con rabia—. Necesito agujas de plata. ¿Tienen agujas de plata?
—¿Para qué quieres agujas de plata? —preguntó José con el ceño fruncido.
-¡Quiero salvarla! -dijo Mateo en voz alta.
-¿Salvarla? -preguntó José mientras lo miraba con duda, preguntándose si había perdido la cabeza.
Una persona muerta jamás podría volver a respirar. Incluso con habilidades médicas excelentes, ¡era imposible revivir a una persona muerta! A pesar de eso, Mateo lucía calmado y brillaba con seguridad en su mirada. Eso sorprendió a José, quien dijo en voz baja:
-Esta farmacia no tiene agujas de plata.
Mateo se giró al escuchar eso y estaba a punto de retirarse cuando José continuó después de una pausa:
-Pero yo sí tengo. Te lo puedo prestar por un momento.
Mateo se paró en seco, se giró y asintió lento.
-¡Gracias!
-Tráeme mis agujas de plata y prepara el cuarto de atrás —ordenó José al asistente, quien lucía confundido.
-Señor Higuera, ella ya está muerta. Si algo sucede...
-Si algo sucede, yo me haré responsable -interrumpió José con calma.
El asistente no se atrevió a decir nada más y se fue de inmediato como le indicaron mientras Mateo llevaba a Natalia hacia el cuarto bajo el mando de José. Había una cama de hospital a la vista, así que Mateo acostó a Natalia ahí. Al mismo tiempo, José trajo un juego de agujas de plata.
-Esas son las agujas para el uso del señor Higuera, con las cuales ha salvado cientos de vidas durante años. Es tu más grande honor que te las esté prestando ahora, y las estás usando en una persona muerta. ¡Esto es un insulto para el señor Higuera! -dijo el asistente en un tono feroz.
Mateo sintió una sensación familiar inexplicable al rozar las agujas con sus dedos y su rostro rebozaba seguridad.
El asistente hizo un puchero y se burló:
La puerta se abrió y el asistente de la tienda regresó al cuarto con el gerente. Cuando el señor Madero vio a José, sonrió de forma agradable y preguntó con respeto:
-Señor Higuera, ¿por qué no se toma un descanso y deja que me encargue de la situación aquí?
No obstante, José no le prestó atención pues seguía observando a Mateo con respeto. Al señor Madero no le importó eso y, después de echar un vistazo a la habitación, dijo con frialdad:
-¡Saca a este cuerpo sin vida de aquí!
-¡¿Cómo te atreves?! -gritó José con rabia.
El señor Madero saltó de sorpresa y dijo en voz baja:
-Señor Higuera, esta persona está muerta. Si la mantenemos aquí...
—¿Quién dijo que estaba muerta? —interrumpió furioso—. ¿No puedes ver que este joven, no, este caballero ha...
José quería explicar cómo Mateo había salvado la vida de Natalia, pero se contuvo de repente. Si hubiera continuado, ¿no estaría contando el secreto de Mateo?
-A esta chica solo estaba bastante herida -dijo y los regañó con seriedad—. Salgan de aquí, ¡tengo que atenderla!
—¿Eh? —El señor Madero estaba impactado—. Señor Higuera, ¿no dijo que estaba muerta hace un momento?
-Cometí un error y juzgué erróneamente su condición -dijo José y después preguntó con un resoplido -¿Te vas a burlar de mi por mi mala vista?
En un instante, el señor Madero comenzó a sudar frío por la frente. Como el pilar de fuerza de la Farmacia Cárdenas, incluso el mismo dueño tenía que ser respetuoso con José. «¿Cómo pude ofender a una persona como él?» Pensó el señor Madero.
-¡Salgan de aquí! -gritó José de nuevo.
—¡S... sí, claro, claro!
El señor Madero asintió e hizo una reverencia profunda antes de sacar al asistente de la tienda junto con él. Cuando estaban afuera, se podía escuchar la voz furiosa del señor Madero regañando al asistente de la tienda.
—¿Eso era una persona muerta para ti? Maldición, ¿estás tratando de meterme en problemas?
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