El santo millonario romance Capítulo 14

Dayana Berlusconi

Al despertar lo primero que hago es buscar a mi querido jefe que no se encuentra en la cama pero el sonido de la ducha me hace saber el lugar donde se encuentra, nunca en mi vida pensé que llegaría tan lejos con Donovan pero el hombre quiere aprender cosas y como no me dejara dormir con otros chicos pues que mejor manera de tener sexo que enseñándole al magnate a empotrar a una mujer, no pierdo nada y tampoco es como si me fuera a enamorar de este, no es que no se vea bien pero no es mi tipo y supongo yo no estoy a su nivel.

—Buenos días jefecito, —saludo cuando sale envuelto en una toalla y goteando agua desde su cabello hasta su cuerpo.

—No me llames de esa manera aquí Dayana, —que gruñón este hombre.

—Veo que se levantó de mal humor.

Suspira.

—Las paredes pueden tener oíd… —se calla cuando tocan la puerta de la habitación.

—Hijo ¿estas despierto? —observo que su mandíbula se tensa y eso demuestra que ahora mismo no se está preparado para lidiar con su familia.

Sonrió.

—¡Ah! ¡Más por favor! —el rostro de mi jefe se vuelve un poema mientras me mira atónito por lo que hago.

—¿Qué haces mujer? —pregunta en un murmuro.

—Sh… —solo digo. —¡No pares! —suelto una y otra vez para luego soltar un grito de un placer fingido.

El toque en la puerta se detiene y luego los tacones de la mujer alejándose de la habitación, Donovan continúa mirándome atónito y parece no salir de su shock, me carcajeo haciéndolo reaccionar.

—¿Qué fue todo eso?

—De nada, —salgo de la cama desnuda y este lleva su mirada a otro lado que no sea mi cuerpo.

—Eso ahora será el chisme de la casa. —suelta para irse al closet.

Pongo los ojos en blanco para seguir mi camino hacia el baño.

(…)

Al salir del baño Donovan está sentando en la terraza ya con un conjunto de verano mientras mira su teléfono con el ceño fruncido, camino hacia el closet donde está mi maleta y opto por colocarme un vestido sencillo que se ajusta a mi cuerpo marcando mis pronunciadas curvas, no es por nada pero tengo la mejor genética heredada de mi familia materna.

Me calzo con una sandalias de tiro hasta las rodilla de color crema que hace juego con mi vestido, mi cabello lo dejo suelto y mi rostro al natural sin una pisca de maquillaje, suspiro satisfecha por mi atuendo para luego abandonar el closet y caminar hasta mi jefe que eleva la mira de su teléfono.

Me examina y asiente.

—Tenemos que desayunar con mi madre y luego partiremos al yate privado de la familia, pediré a una de las empleadas que organice tu ropa en el closet y que prepare una maleta pequeña con ropas de ambos, cenaremos allá y luego volveremos aquí a dormir, —me explica todo y solo logro asentir a lo que dice, no es como si tuviera otra opción.

—Bien… ¿Listo?

—Desde hace años lo estoy, —murmura para hacer una seña con su cabeza para que salgamos a enfrentar lo que se aproxima hoy.

Antes de bajar las escaleras su mano envuelve la mía y caminamos hasta el comedor.

—Al fin se dignan en bajar. —suelta Gabriel.

—Lamentamos mucho el retraso, —Donovan están educado.

—Si mi padre estuviera con vida sabría que Donovan es un gran novio y mi madre igual lo aprueba, ya que ambos sabemos establecer una línea en la que una mitad de esta yo soy su secretaria y en la otra parte su novia, —comento siempre mirándola a los ojos.

—Igual puedes ser una aprovechada.

—¿Ahora por qué soy una mujer humilde debo ser una provechada? —cuestiono arqueado mis cejas. —Señora le diré una cosa y es que puedo ser una chica de la baja sociedad o como le quiera llamar, pero el dinero no lo es todo en esta vida, —comento.

—Con…

—Basta, si nos has invitado para hacernos sentir incomodos. Entonces te anuncio que lo has logrado, —recrimina Donovan mientras que su mandíbula se tensa.

La viuda de Bristol calla ante la mirada que le lanza mi jefecito, el ambiente se tensa en todo el sentido de la palabra y no puedo evitar sentirme incomoda.

—Creo que será mejor que regresemos, —comento.

—Lo mismo digo—me sorprende ver que Gabriel me secunda pero me muestro indiferente y no muestro tal sorpresa.

Cada segundo que pasa entiendo más a Donovan de querer estar alejado de su madre, es como si fuera un robot hecho para despotricar a cualquier ser humano con excepción de su novio o marido y el hijo de este. Esta mujer no tiene piedad por su hijo que se ve que sufre por su forma de ser tan despiadada, no me hubiera gustado tener a alguien así a mi lado nunca.

El yate no tardo mucho tiempo en llegar al muelle donde Donovan enseguida me lleva hasta su auto y partimos hacia la casa.

—Si tienes hambres puedes pedirle a Ingrid que te prepare algo de comer, —es lo que me dice antes de subir por las escaleras y desaparecer dejándome sola al pie de esta.

No tengo hambre, ni sueño pero no me voy a arriesgar andando en esta casa llena de víboras. Por lo que subo a la habitación con cierta esperanza de encontrar a Donovan allí pero no está.

Suspiro y me voy al baño para quitar la sal de mi cuerpo.

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