Dayana Berlusconi
No pude contener las lágrimas al escucharlo contarme con tanto dolor en su mirada y su voz por lo que tuvo que pasar. Es horrible ver morir a tu hermana y lo peor de todo es todo el tiempo que permaneció a su cuerpo sin vida, Donovan ha pasado por mucho y el sufrimiento es notable en sus ojos azules.
—Cuando me llevaron al hospital…
—Para… —susurro, —es suficiente y no quiero que vivas esa agonía de nuevo.
—¿Ahora sigues confiando en que hay un buen hombre en mí? —Cuestiona.
—No es tu culpa y nunca será tuya a pesar de que cargues con ella en tu espalda…
—No lo entiendes… debí protegerla y le dije que corra, —suelta frustrado para pasar una mano por su cabello con ansiedad.
—Un error que comete cualquier ser humano, es instinto de protección querer poner en peligro tu vida para que ella pueda escapar pero todo salió mal… —niega.
—Incluso los psiquiatras que me atendieron dijeron que fue mi culpa, —me mira con tristeza.
—Pero ¿Qué clase de médicos hacen eso? —cuestiono enojada. —Donovan intentaste hacer lo mejor para proteger a Valeria y esos hijos de puta solo lograron su cometido, —murmuro tomado sus manos. —Te dañaron y te hicieron arrinconarte como un animal herido, —susurro llevando mi mano a su mejilla.
—Ella era tan pura, —masculla.
—Sh… donde sea que este Valeria quiere que seas feliz y debes serlo por ella, —comento. —Vivir es lo que debes hacer y no con culpa que terminara matándote o llevándote a hacer cosas horrorosas como consumir esas pastillas, —suelto.
—No quiero tener esta carga Dayana, —murmura con dolor en su voz.
—Y yo te ayudare a levantarte. —Prometo aunque yo pueda salir perjudicada y bastante herida por alguien que esta tan roto que no ve más allá de su dolor y perdida.
—El sexo no lo es todo.
—No, pero te hare confiar en ti y te volveré un hombre nuevo, —hago una pausa—. Te convertirás en alguien que tendrá el valor de enfrentar todo los demonios que te persiguen y ya no sentirás ese dolor por algo que no es tu culpa, Donovan quiero que te des cuenta del daño que te haces al pensar en el pasado que ha marcado tu alma.
—Necesito ducharme, —la conversación cambia radicalmente, suspiro y me hecho a un lado para que pueda pasar—. Pensé que me acompañarías, —masculla.
No puedo evitar sonreír y termino acompañándolo en la ducha.
(…)
—¿Qué tan amigo llegaron hacer?
—Solo era algo de profesionalismo, —suelta serio.
Resulta que la única persona que ingreso al edificio fue la exsecretaria de Donovan la señorita Thomson y es la sospechosa de implantar aquellos documentos, este no cree que ella pudo hacer tal cosa ya que le tiene mucha confianza.
—¿Están seguro que fue la única que ingreso? —interroga mirando a Jean, no puedo creer que todavía dude de lo que dicen sus escoltas.
—Era de esperarse, esa mujer me odia… todos en tu empresa lo hace, —suelto.
—Mañana hablare con ella, —murmura y los escoltas se retiran.
—¿Qué pasara con Emily?
—No la pienso contratar y si es algo que pone en peligro a uno de nosotros, —me mira—. Entonces hare que la encierren para evitar daños, —termina diciendo con una mueca en sus labios fruncidos.
—Todavía no entiendo sus motivos para dañarme o dañarte a ti ¿En algún momento mostro sentimientos por ti? —arqueo mis cejas mientras que su rostro se muestra inexpresivo, camino hasta este y me siento en sus piernas.
—No que recuerde.
—Seguro no te diste cuenta, —paso mi dedo por su afilada mandíbula cubierta por una pequeña barba. —Eres un hombre elegante, encantador, inteligente y con un sin número de cualidades que cautivarían no solo a una mujer sino a otros hombres, —comento.
—Siempre fui profesional con ella y nunca mostré interés en algo más que su trabajo, —murmura.
—Y lo sé, eres muy profesional y nunca vez mas allá de tu trabajo, —mi mano la encamino hasta su cabello y froto su cráneo con movimiento suaves, cierra sus ojos disfrutando ese momento.
—Recuerda que debes despedirte de tu madre, viajaremos a Suecia y que este viaje dura cinco meses…
—Pero la boda es en diciembre, —le recuerdo.
—La señorita Berlusconi, mi prometida, —hago una pausa mientras observo su rostro sorprendido. —No tiene nada en su contra, —murmuro. —Ambos sabemos que usted es muy eficiente en su trabajo y por eso le iba a dar un puesto de supervisora, pero viendo que ha intentado hacer algo contra nosotros la oferta queda cancelada, —anuncio.
—Yo no he hecho nada, se está equivocando Donovan.
—Señor Bristol, —corrijo. —Usted es la única con la confianza suficiente para entrar a mi casa y mire lo que ha hecho ¿Por qué Emily? —interrogo.
—No lo ve, —suelta—. Se va a casar con esa en vez de hacerlo conmigo, siempre he estado enamorada y trato de ser la mejor en todo, pero solo me felicita y nunca veo otro interés…
—Y nunca lo vera. Admiro su desempeño laborar, es una de las mejores que ha mejores trabajadoras que ha tenido la empresa, pero mire como daña su futuro, no pondré esto en su expediente para que pueda conseguir empleo, pero no quiero volver a verla aquí.
Sus ojos se cristalizan y asiente, se pone de pies y me mira por última vez para marcharse, espero que esto haya terminado aquí y que Emily no se atreva a intentar otra cosa contra nosotros, Dayana entra a la oficina y cierra la puerta con seguro, camina hasta mí y se sienta en mis pierna, no me molesta que haga esto.
—¿Todo bien?
—Sí, era lo mismo que dijiste, —murmuro.
—Ninguna mujer es ciega a sus encantos señor Bristol, —suelta con burla—. Y eso que no han visto más allá que un cuerpo con un traje entallado a la medida, —comenta con picardía.
—Siempre sales con tus palabras morbosas y con doble sentido, —no puedo evitar reírme.
—Al menos hago reír al gruñón de la empresa. —Asiento de acuerdo con sus palabras, Dayana me saca sonrisas hasta en mis peores momentos y sus chistes con dobles sentidos provocan pensamientos indebidos.
—Es momento de trabajar, —le digo y esta se levanta, pero se sujeta del escritorio. —¿Estas bien? —cuestiono.
—No he podido conciliar el sueño, me preocupaba que esto fuera a más, —susurra.
—Ven, —me pongo de pies para llevarla al sofá que es bastante largo para que pueda echar una siesta—. Duerme y te despierto a la hora del almuerzo, —asiente agradecida y se recuesta.
Acaricio su cabellera rubia hasta que queda dormida, suspiro y camino hacia mi escritorio para comenzar mi trabajo que es revisar los diseños de las piezas para el avión que se construirá en Suecia, sé que mi empresa es de importación pero tengo un pequeño apartamento de diseño y eso es porque en un futuro pienso expandirme a crear mi propia aerolíneas de Jet privados y autos deportivos.
Esos proyectos serán un impulso al éxito de la empresa de mi padre y con Dayana asegurando mi puesto, ya que no pretendo que la sanguijuela de Gabriel se quede con todo y arruine el legado de esta familia. Todo lo que hago es por las memorias de mis dos seres amados, mi madre ha perdido la razón y no es la misma persona.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El santo millonario