Dayana Berlusconi
Como si de una pareja se tratase agarrado de las manos Donovan y yo abandonamos el hotel, no me importo mucho y al mismo tiempo me siento protegida cuando hace ese tipo de cosa. Anoche fue muy maravilloso todo, cenamos desnudos y hablamos de cosas sin mucha importancia, el señor Bristol me sedujo y me volvió a tomar hasta quedar ambos dormidos.
Aunque sé que todo esto es bajo contrato, no puedo evitar ponerle la etiqueta de amigos con derecho, ya que un jefe y empleada no comparten más de tres secciones de sexo caliente y el señor Bristol y yo llevamos incontables momentos de locuras. Creo que desde que comenzó a tener sexo se comporta distinto, se ve más de su edad y no un ermitaño gruñón.
Alexandro se enojara conmigo, ya que no fuimos a su dichosa fiesta y espero entienda que sucedieron cosas que evitaron que asistiéramos, pero tengo muchas ideas en mente para nuestro regreso. Como dicen en Cincuenta sombras de Grey, el sexo vainilla es bueno, pero se pone algo monótono. Me gustaría ver al señor Bristol follando a otra chica y es algo que deberé preguntarle, ya que duraremos cinco meses en este país y puede que salir aun club y coquetearle a una mujer funcione de maravilla.
En el transcurso al aeropuerto Donovan habla por teléfono mientras que reviso la Tablet con su agenda. Al llegar tendremos una cena de bienvenida, ya que probablemente lleguemos en eso de las tres de la tarde a Estocolmo y aunque el idioma oficial es el sueco podremos comunicarnos hablando ingles con cualquier habitante de ese país.
Según Donovan tendremos tiempo para ir a algunos sitios turísticos de Estocolmo durante el tiempo que vivamos allí, espero que la idea de permanecer en un hotel ese tiempo cambie radicalmente a irnos hasta una casa más apropiada, nos asignaran un chofer y como siempre que el jefecito sale trae consigo a su seguridad.
Donovan termina su conversación en el momento que el auto se estaciona unos cuantos metros antes de llegar al jet. Bajamos del vehículo, saluda a los pilotos y subimos al avión.
—Otro largo vuelo, —suelto.
—El ultimo durante cinco meses, —anuncia y espero tenga razón, ya que no soy fanática de los aviones.
(…)
Estocolmo sin duda es un país hermoso, colorido y lo que resaltan son los puentes que hacen conexión con otras islas. Sin duda es una capital muy transitada y la gente se nota bastante movida.
Bank Hotel ha sido el escogido y me retrato de decir que no quiero vivir aquí durante cinco meses. El lugar es bastante ostentoso, elegante y derrocha lujo por cada lado donde mires, es hermoso.
La arquitectura es digna de un palacio, lámparas enormes cuelgan del techo y una escalera adornada con una alfombra roja. Cuando llegamos a la habitación quede maravillada ya que tiene una espléndida vista con un río que pasa justo al frente y del otro lado los edificios que conforman la ciudad de Estocolmo.
—Supongo te gusta, —anuncia con una sonrisa.
—Bueno… la idea de vivir en un hotel por cinco meses no era de mi agrado, pero con esta vista que nos brinda esta habitación he cambiado de opinión, —le da una propina al chico que trajo el equipaje y quedamos solo.
—Por eso escogí esta suite.
—Pensé que nunca habías venido. —Suelto y este alza su teléfono.
—La vi a detalle por fotos y la seleccione. Incluso escogí tu habitación, pero viendo que todo cambio supuse que no querrías dormir en otro lado, —comenta inseguro.
—Tiene toda la razón, ya me ha costumbre a los ronquidos del jefecito.
—¡Oye! —se queja.
—Venga ya, —halo su mano para ir al balcón donde apreciamos el lugar.
—Tenemos varias horas libres ante de la cena ¿Qué quieres hacer? —cuestiona.
—Un baño y una pequeña siesta no cae mal, pero como soy una mujer debo comenzar a buscar el atuendo perfecto para la cena y arreglarme este cabello, —anuncio.
—Entiendo, —me retiro a la habitación mientras él se queda sentado con su teléfono en mano.
De mi maleta saco un vestido crema, maquillaje, accesorio y cremas hidratantes. Dejo el atuendo sobre la cama y me marcho al baño para darme una ducha e hidratar mi piel, no tardo mucho y salgo en vuelta en una toalla mientras otra envuelve mi cabellera que tuve que lavar.
La habitación cuenta con un amplio espejo y peinadora con luces incluida, suspiro para comenzar con el peinado mientras Donovan sigue en el balcón, pero después de varios minutos este toma su maleta para sacar su atuendo y se va al baño.
El maquillaje lo hago lo más sencillo y natural que puedo para dar una buena impresión, ya que no solo soy la secretaria ejecutiva sino también la prometida del señor Bristol y no quiero que nadie se lleve una mala imagen de mí, pero no porque me importe lo que piensen sino por Donovan y su empresa.
Cuando este sale del baño lo hace cambiado y sonrió.
—Está muy guapo señor Bristol, —coqueteo.
—Gracias, —murmura.
En mi caso termino de vestirme y este igual me halaga para luego salir junto hacia el lobby del hotel encontrándonos con los contratistas. Este es el primer proyecto de la empresa de Donovan para construir piezas de avión y con las visiones que tiene supongo vendrán más éxitos para él.
—Señor Bristol lo felicito por el diseño que ha logrado, —niego.
—Todo ese crédito se le debe al área de diseño de la empresa, —comento. —Solo superviso y di algunas mejoras para que quede perfecto, no podemos dejar nada a la intemperie, —el jefe encargado asiente.
—Tiene toda la razón.
Conversamos por varios minutos hasta que le sale una llamada y se disculpa para retirarse, Dayana llega a mí con una botella de agua y le agradezco su gesto. Todavía en mi cabeza ronda la duda de hacer lo que me ha pedido, pero por motivos de nuestro convenio debo cumplir y evitar que este se vea perjudicado.
—Tu cara me da una pista de lo que piensas, —suelta con una mueca.
—No entiendo todavía porque no hacemos otra cosa.
—Por favor, solo confía en mi ¿sí? —toma mi mano y suspiro pesadamente para asentir. —No lo pienses mucho y solo afloja, se supone eres un hombre de mente abierta, —suelta.
—Tengo mi mente abierta, pero que me pidas tener sexo con otra persona es algo muy descabellado, no sé en qué momento adquieres placer, —frunzo el ceño.
—Ya lo verás.
El día transcurre con normalidad y la semana por igual, Dayana termina de arreglar su cabello y yo aplico un poco de perfume en mi cuello. Hoy es el fin de semana en el que saldremos a un bar para buscar a la chica con la que deberé tener sexo, no puedo evitar sentirme inseguro, pero la rubia dice que tengo todo lo necesario para ser un chico travieso.
—Guárdalos, —me pasa dos envoltorios plateados, condones.
Los guardo en mi cartera y luego salimos del hotel hacia un bar. Su mano envuelve la mía y caminamos hacia unas mesas, me siento y a los minutos un mesero atiende nuestros pedidos.
»Allí tienes tres opciones, —murmura en mi oreja como si de un demonio se tratase. —La chica del cabello rojo no deja de mirarte sin ningún tipo de discreción, —llevo mi mirada hasta allá y tiene toda la razón, ya que hasta me sonríe. —En esa mesa una mujer morena también te observa y su acompañante parece ser su esposo, —no sé cómo intuye tanto lo que sucede a nuestro alrededor.
—La chica del cabello rojo, —suelto y Dayana asiente, no sé porque la escogí, pero la pareja no me llaman la atención.
—Buena elección, señor Bristol.
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