El santo millonario romance Capítulo 69

Donovan Bristol

Henry logro concordar una reunión con el padre del sujeto que tiene a Dayana, no puedo evitar sentir mucha ansiedad y espero que se llegue a un acuerdo para que ella vuelva a estar junto a mí.

—¿Cómo crees que ha estado Dayana todo este tiempo? —cuestiona Alexandro que está a mi lado mientras tomamos una cerveza.

—Henry dice que Sergey es un hombre peligroso, no quiero pensar en todo lo que pudo sufrir Dayana al lado de ese tipo, —aunque no tenga todos mis recuerdos, pensar en ella es lo único que hago desde que la vi fuera del club.

—Esto parece una película de muy mal gusto, secuestrada, ve cuando le disparan al amor de su vida dejándolo por muerto, caer en mano de un mafioso y luego reencontrarse que el hombre que ama y darse cuenta de que este no la recuerda, —resume las tragedias como si fuera un libro.

—El destino es una perra ¿Por qué le hace tanto daño a personas que solo quieren amarse? —pregunto para llevarme la botella de mi cerveza a la boca y dar un trago profundo.

—Sabes, —hace una pausa y lo observo—. Cambiaste mucho, —murmura.

—¿En qué sentido?

—El Donovan que conocí estuviera halándose de los pelos mientras su cabeza estaría ofuscada de malas ideas y remordimiento, no digo que debes tenerlos y me hace feliz saber que eres más fuerte ahora, pero también me preocupa y da mucho miedo saber en lo que te has convertido, —suspiro y dirijo mi mirada otro lado que no sea su rostro.

—Cambie, —le aclaro. —Supongo fue lo mejor y más cuando la vida se empeña en dejarte tres metros bajo tierra, no pienso morir sin dar guerra y sin atravesar la cabeza de cualquier persona que quiera enviarme a una lápida por toda la eternidad, —todo lo digo sin expresión alguna y hasta puedo decir que Alexandro le teme a esta nueva versión, pero es lo que hay.

—No estoy orgulloso de eso, pero tampoco voy a objetar sobre ello, —hace una pausa para mirarme y se nota inseguro de lo que dirá.

—Dilo.

—Si quieres vivir hazlo, pero te aconsejo pensar bien si quieres traer a tu hijo y esposa a este mundo de crueldad en el que te has sumergido, piénsalo bien y toma una decisión en la que ninguno ponga su vida en riesgo, —no voy a negar que Alexandro tiene toda la razón y supongo que Dayana no querrá estar liada al mundo de la mafia.

—Gracias por tu consejo, —susurro.

De lo que estoy seguro es que si las cosas no salen de la manera esperada, entonces tendremos guerra y Sergey Ivanov deberá morir, no dejaré que ese se quede con lo más preciado en mi vida.

(…)

Esperar a mi padre fue un total calvario, no pude dormir en toda la noche, ya que Arkin Ivanov vive lejos y por eso Henry no puede regresar el mismo día, camino hacia el balcón y me siento a observar el cielo nublado, supongo que lloverá.

Inhalo y exhalo mientras me sumerjo en mi mente, suspiro y mi sien me palpita por los recuerdos fragmentados que van llegando, no recordaré todo de la nada, pero por lo menos voy recordando algunas cosas y entre ella mi boda.

La felicidad que me inundo ese día al verla vestida de blanco fue la mejor de todas. Saber que ella se convertiría en mi esposa y que en su vientre crecía el fruto de nuestro amor me llenaba de mucho regocijo, me da risa recordar la primera vez que me uní a ella, ese momento fue único y desde allí supe que no había vuelta atrás en lo que estaba haciendo.

Dayana se fue metiendo en mi cabeza poco a poco hasta que ya no pude sacarla porque la tenía bien clavada en mi corazón. Su olor y su piel eran mi condena eterna, no puedo evitar recordar nuestras noches de pasión y saber que nadie ha llegado a su nivel es reconfortante. Ella lo es todo, recuerdo los días que hablaba con mi pequeño, no puedo creer que es un niño, Dylan, te protegeré tal y como dije siempre.

Llevo mi mano a mi cabeza y froto con mis dedos mi sien, suspiro tratando de amenguar el dolor que me provoca recordar, pero al menos puedo decir con sinceridad que Dayana Berlusconi es la mujer que amo y por la cual daría mi vida en toda plenitud, me hace feliz al fin poder saber quién es ella para mí y que pronto la tendré a mi lado.

Sergey Ivanov

—Que sorpresa verte por aquí, —lo saludo con un apretón de mano.

—Sergey, eres todo un hombre, —anuncia Henry, es un gran amigo de mi padre y siempre nos reunimos en eventos importantes que son de familia.

—Gracias, —lo invito a tomar asiento mientras esperamos a Arkin que no tarda mucho tiempo en llegar.

—¿Qué te trae por aquí Henry? —cuestiona mi padre después de servirle un vaso con alcohol.

—¿De casualidad tienen una joven llamada Dayana aquí? —elevo mis cejas y mi padre me mira para luego mirar a su amigo.

—¿Sucede algo con ella? —Henry suspira, supongo que con esa pregunta de mi padre sea dado cuenta de que si tenemos a una mujer con ese nombre en casa.

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