El santo millonario romance Capítulo 68

Donovan Bristol

—Es nuestro hijo, —mi corazón se acelera y retrocedo separándome de ella.

—¿Hijo? —asiente.

—No tengo tiempo, —se nota preocupada. —El hombre que me tiene se llama, Sergey Ivanov, es peligroso, —anuncia para acercarse a mí y pega sus labios a los míos por un breve instante para luego salir del baño dejándome solo.

—Un hijo, tengo un pequeño, —susurro, es algo que no puedo creer, Dayana Berlusconi, esa es la razón por la que nadie quería decirme la verdad sobre mi vida pasada.

Salgo del baño a paso rápido hasta subir al VIP, busco desesperado a Alexandro hasta verlo en la pista de baile, camino hasta este y lo separo de Asher. Se muestra preocupado y al mismo tiempo confundido.

—¿Sucede algo?

—La vi, —su ceño se frunce. —Dayana está aquí, —el rostro de Alexandro se muestra sorprendido.

—¿Dónde? ¿Ella está bien?

—Regresemos.

(…)

—Dylan, —susurra y sonríe.

—¿No dijo nada más? —interroga Asher.

Llevo mi mirada hasta mi padre que ha escuchado todo en silencio.

—El hombre que la tiene cautiva es Sergey Ivanov, —mi padre se muestra sorprendido al escuchar ese nombre.

—¿Qué? —interroga.

—¿Sabes quién es?

—Es un hombre peligroso, pero su padre Arkin Ivanov es buen amigo mío, —anuncia.

—Ayúdame a recuperar a Dayana y mi hijo, por favor.

—Me comunicaré con este para formalizar una reunión, —asiento.

Aunque no recuerde a Dayana, no puedo evitar sentir mucha preocupación por ella y mi hijo. Necesito tenerlos conmigo, coloco mi mano en mi pecho al sentir una fuerte opresión allí, suspiro y me pongo de pie.

—Que sea lo antes posible, —pido para salir de ese lugar.

Necesito tomar aire y asimilar todo esto que está entrando de golpe en mi vida, Dylan, es un nombre hermoso y seguro mi hijo debe ser de esa misma manera, pero me pregunto ¿A quién se parecerá?

Dayana Berlusconi

Al regresar enseguida busque a Dylan, no puedo esperar para contarle esta noticia que aunque solo es un pequeño siempre le cuento sobre su padre, lo acurruco en mis brazos mientras acaricio su cabellera.

—Papá está vivo, es un milagro pequeño, —susurro mientras mis lágrimas comienzan a correr por mis mejillas—. Pronto estaremos a su lado, ya lo verás.

Por un lado me entristece mucho saber que Donovan no, nos recuerda, pero tengo el presentimiento de que nos buscara porque sabía mi nombre y quizás está recordando, la puerta de mi habitación se abre y limpio rápido las lágrimas.

—¿Sucede algo? —Sergey se sienta a mi lado mientras me mira con preocupación—¿Por qué lloras? —interroga.

—Solo le contaba a Dylan, lo emocionante que fue salir, supongo son lágrimas de felicidad, —anuncio.

—Este pequeño debería estar dormido, —suelta tomando la mano de mi hijo que captura su dedo mientras balbucea.

—Seguro me extrañaba, —asiente.

—Cuando se duerma te espero en mi habitación, —anuncia, se pone de pie.

—Estoy muy cansada, —me mira por varios segundo, no puedo acostarme con Sergey después de saber que mi esposo sigue con vida, me siento asqueada solo de recordar que me entregue a otro hombre.

—Igual quiero que vengas, —suelta—. Aunque pensándolo bien, pasaré la noche aquí, —murmura—. Tomaré una ducha, —camina hacia el baño y se encierra en ese lugar de donde al poco rato se empieza a escuchar el sonido de la ducha.

Aprovecho ese tiempo para cambiar de ropa por algo más cómodo y dejar a Dylan en la cuna cuando se duerme, Sergey sale en vuelto en una toalla y me observa.

»¿Vas a dormir con eso? —Señala y asiento—. No es justo, dormiré en pelotas y espero hagas lo mismo, —se aproxima después de dejar caer la toalla, retrocedo y se detiene—Estás actuando de manera extraña.

Sergey no es tonto, si sigo de esta manera descubrirá todo y la vida de Donovan puede correr peligro por mi culpa, suspiro y me acerco a este.

—Deja de decir tonterías, —recuesto mi cabeza en su pecho mientras que sus manos se aferran a mi cintura para mantenerme pegada a su cuerpo.

—Entonces, no me hagas repetir las cosas más de una vez, —no me queda de otra que desnudar y luego entro a la cama, Sergey me pega a su cuerpo y sé que quiere poseerme porque puedo sentir su dureza pegada contra mi trasero.

—Estoy cansada, —le recuerdo cuando sus manos me acarician.

—No harás mucho esfuerzo, —toma mi pierna para pasarla por su cadera.

—Sergey, por favor, —suplico esperando que no siga, suspira y deja salir una maldición en ruso, se mueve y sale de la cama.

Sus pesados pasos los escucho y luego la puerta ser abierta y cerrada, suspiro.

«Lo logré» pienso sin poder creerlo, espero poder seguir evitándolo.

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