El Socio de mi padre romance Capítulo 38

Axel Vega Lazcano

León, Guanajuato, México

Yo no quería que se cansara de más, pues mañana le iban a venir a tomar la muestra temprano. Nos pusimos ropa cómoda para dormir, nos metimos a la cama y la abracé tiernamente y después de varios besos, ella se quedó dormida. Cerré las cortinas con el control, para que quedáramos en total oscuridad y que nada perturbara su sueño, me estaba quedando dormido, cuando mi celular me metió un susto de muerte y lo respondí sin ver ni quién era, para no despertar a Amaia.

– ¿Bueno? – Respondí.

No quería levantar la voz, no iba a despertar a Amaia, por eso estaba hablando con un tono de voz muy bajo, no me quería parar de la cama, así como la tenía, me agradaba sentirla, tan tranquila en mis brazos.

–Hola, Axel, estás muy serio. Estos días andas ido y ausente, ya no tienes tiempo para tu mejor amiga, la güera o ¿Qué está pasando? – Era Ivanna, una de mis mejores amigas – Te llamo porque quiero verte, pero sé que ahora debes estar como león.

Se equivocaba, así estaría si estuviera en mi casa, aquí estoy de lo más feliz y contento, no me cambiaría por nadie en estos momentos.

–Hola, güera, ¿Cómo estás? Discúlpame porque no te he llamado, ni mandado mensaje, pero he andado muy ocupado y sí ahorita no podría salir a verte, ni, aunque quisiera, pero, lo peor de todo es que no quiero – Confesé – Sucede que, ando bien clavado con alguien.

Con mi amiga tenía la mejor de las confianzas, a ella le podía contar de todo, por eso éramos los mejores amigos, desde hacía muchos años que nos conocíamos.

–Lo siento Axel, si te he interrumpido cuando estabas haciéndolo – Ella se empezó a reír – Dime ahora, ¿A quién te andas tirando, condenado?

–Güera, no se dice así. No me ando tirando a nadie y no me he explicado bien al decirte que, estoy muy enamorado de alguien, a eso me refería con “clavado con alguien”.

Le confesé, en cuanto la pusiera al tanto, sé que vendrían las advertencias y muchos consejos, y ni modo los tendría que oír.

–Dime ¿Quién es tu misterioso alguien? Porque tu esposa no es, eso es seguro y conociéndote como te conozco, sé que andas de cabrón como es tu costumbre, nada nuevo en ti.

–Esta vez es diferente ¿Te acuerdas de la chica que te conté? Aquella vez que nos emborrachamos.

–Sí, la de los 18 años, la del novio español y la hija de tu socio ¿Qué pasa con ella?, ¿Tendremos boda pronto y vas a ser su padrino, o que rollo?

–No, es ella. La mujer de la que estoy enamorado, hasta más no poder – Admití – La amo, güera y estoy con ella ahorita.

–Haberlo dicho antes y me largaba Axel, mañana paso al despacho, a verte, a saludarte y tienes que organizar algo, quiero conocer a tu chica y platicar con ella.

Claro que eso me encantaría, Amaia tenía que conocer a mi mejor amiga, pero de ella dependía si se caían bien, pues tenía cierta enemistad con las demás mujeres, no se llevaba bien con ellas.

–Que bien me conoces, que hasta me das miedo. Ella no sabe nada de ti, pues ya lo sabrá mañana, si vas al despacho por la tarde ella, siempre está ahí. Eso sí, ahí, nadie sabe que somos algo, ahí todos saben que estoy casado con Cecilia.

–Es obvio Axel, qué estupideces dices. Creo que ya, no te acuerdas bien de cómo soy yo o me crees tan tonta para llegar y preguntar, ¿Quién es Amaia, la amante de mi amigo?

–No, pero para que no vayas a cometer ningún tipo de tontería. Mañana nos vemos y planeamos con Amaia, ya que ustedes se conozcan algo para el fin de semana, que esos días son los que pasamos juntos.

–Me parece perfecto Axel, mañana te busco entonces en el despacho. Que pases una muy buena noche y ya sabes, todo con protección.

–Eres tremenda y no cambias, por eso te quiero güerita. Hasta mañana. – Me despedí.

–Hasta mañana, canijo.

Al terminar de hablar con la güera, tardé un poco en dormir. Acariciaba el cabello precioso de mi Amaia, que seguía dormida perdidamente en mis brazos. La amaba y de eso no había duda, pero pensaba en lo que decía mi amiga, que un mundo a los dos nos separaba, pero yo no me fijaba en eso y por lo visto Amaia tampoco y había sido una decisión mutua.

Mañana, sería la prueba de fuego de mi Amaia, me preocupaba lo que fuera a decir cuando viera a mi amiga la güera y esperaba que no fuera a ponerse demasiado celosa. Ojalá que se quieran y que puedan llevarse bien, pues las dos, son, además de mi madre y mis hermanas, las mujeres más importantes de mi vida.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Socio de mi padre