Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
–Es que se ve un poco, pues no sé raro – Dije apenada – Pero si tú eres clienta y está bien aquí, pues vamos, por un día no creo que me pase nada.
Entramos a la cantina y no estaba tan feo como yo pensaba, no era el tipo de lugar que me gustaba, pero, podría sobrevivir un rato ahí. Vimos unas sillas altas de las que ponen en las cantinas y nos fuimos a una mesa de las de una esquina. Entre menos cerca de la gente, mejor pensé, no me gustaba relacionarme con desconocidos.
–Amaia, ¿Qué se te antoja tomar? Hoy hay 2 x 1 en bebidas nacionales para ellas – La güera se sabía las promociones – A mí se me antojaron unas palomas.
Muy bien, debíamos aprovechar, empezaría con algo no muy tan pesado, no quería emborracharme a la primera, pues sabía que la güera me había traído aquí para seguir con el interrogatorio.
–Bien, yo, creo que pediré unas piñas coladas – Dije decidida – No me gusta mucho el tequila.
–A mí sí, creo que es algo en lo que no te llevarás con Axel, nosotros somos de Autlán, Jalisco y allá lo que más se toma es el tequila.
Lo sabía, pero eso era lo de manos, si Axel, quería tomar tequila que lo hiciera, yo no se lo iba a impedir, pues yo me tomaría lo que más me gustara.
–No tengo problema con eso, a Axel lo aceptaría con todo lo que él es. Es maravilloso, es dulce, es intenso, loco, aventurero y apasionado – Dije todo eso, no sé por qué – No imagino mi vida sin él a mi lado.
–Eso lo puedo ver y lo puedo sentir Amaia, que estás loca de amor por él, pero, a decir verdad, eso me tiene bastante preocupada.
Era algo que había dicho antes. En ese momento nos fueron a tomar la orden, pedimos las bebidas y unas botanas y después, cuando ya estaba todo servido en la mesa, seguimos platicando. Era irónico, de esta bella mujer de la que yo estaba tan celosa, resultó ser muy buena onda.
–Dime güera, ¿Por qué te preocupas por mí? Ya te he dicho que he sido yo, quien le ha propuesto a Axel el tener una relación.
–Eso no te quita tus 20 años y que pienso que eres una niña inocente en muchas cosas – Se veía muy preocupada en verdad – Debes querer vivir y salir, conocer y hacer cosas que Axel y yo, ya hicimos cuando teníamos tu edad.
–No güera para nada, eso no – Le dije muy decidida – A mí no me gusta ni salir, ni las fiestas, ni tampoco tengo amigas. Soy más de libros, de estudio, de ese tipo de cosas.
–Te veo súper enamorada de Axel y no es que eso esté mal, está bien, pero la verdad Amaia, creo que lo de ustedes será solo una etapa y tú no creo que tengas la experiencia de él para sobrellevar esto.
–Güera, no sé qué tanto te ha dicho Axel, pero no te preocupes en serio – Suspiré – Yo no soy la chica virgen a la que Axel, está pervirtiendo. Tengo mucho camino andado y él no es mi primer casado.
–Salud, Amaia.
Seguimos tomando las bebidas que teníamos en la mesa, las acabamos y justo cuando nos llevaban otra ronda, Axel me abrazó por la espalda, así sentada en la silla alta en la que estaba, me recosté en su pecho y me dio un beso en el cuello.
–Mi amor, ¿Qué quieres tomar? Es que no te hemos pedido nada, porque no sabíamos lo que ibas a querer – Le dije muy relajada – Supongo que, te fue bien con el cliente.
–Amaia cariño, no voy a tomar nada. Vine por ustedes para irnos y lo siento, tendrás que quedarte conmigo, no te puedo llevar así a casa de Ale – Declaró Axel – No puedo creer que estén en estas condiciones.
Creo que tenía razón, estaba de acuerdo en todo lo que dijera, no me podía presentar así en la casa de mi hermana, se enojaría conmigo y era lo que menos quería tener problemas con ella.
–Bájale amigo y mejor llévanos al baño, si ya no nos vamos a quedar, debemos pasar primero – La güera estaba ya muy ebria – No querrás que nos pase un accidente en tu auto.
–Está bien vamos.
Axel nos llevó al baño y a pesar de que me llevaba bien agarrada estuve a punto de irme de frente, me acomodó y nos dejó en la entrada, entramos como pudimos y supongo que él pagó después todo. Saliendo del baño nos fuimos del bar y al hacerlo vi todo oscuro, solo lo recuerdo a él llevándome en brazos para subir al auto y escuchaba a lo lejos que, discutían él y la güera. Cerré los ojos por un rato.
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