Amaia Domínguez García
León, Guanajuato, México
Pasó lo que quedaba de nuestro hermoso domingo con un sabor agridulce, yo ya no quise reclamar absolutamente nada a Axel, pues sabía que en caso de que lo hiciera se iba a hacer otro problema, así que mejor hice lo que mejor sabía hacer evadir el problema y ya no decir nada, porque todo me salía mal.
Al día siguiente, como todo lunes, tuve que irme al Tec como siempre, por lo que, al levantarme sin la necesidad de que me despertaran, cómo era la costumbre, hice café para Axel y para la güera y tomé una taza con ellos, antes de irme a clases.
–Chicos, vamos a tomar café – Les dije a ambos – Antes de que me vaya al Tec.
–Claro que sí, mi hermosa Amaia – Axel me miraba desde la puerta de la recámara desarmándome, con sus ojos verdes – Ya voy, cariño.
Al terminar de tomar café, me despedí de la güera, Axel insistió en acompañarme a mi auto, para que pudiera ir a casa de Ale y por mis cosas del Tec.
–Amaia – Tomó mi mano en el ascensor – No quiero, tener que irme mañana. Dime que me crees, por favor.
Que entendiera que yo no podía hacer nada ante eso, ni siquiera podía ir a comprobarlo, entonces que ya no me dijera nada más del tema.
–Axel, ahórratelo por favor – Le supliqué – Tengo que sentirme bien para poder irme al Tec, no me digas nada. El mundo es como es, y yo, soy lo que soy para ti ante el mundo, nadie.
Pues no era nada, no iba a figurar en su vida, él ya tenía una esposa y yo, aunque nunca me iba a casar, estaba enamorada de él, y me dolía en el alma, que él no fuera solo mío.
–No vuelvas a decir eso – Me besó apasionadamente – Te amo y eres la mujer de mi vida.
–La que está siempre oculta, la que no puede salir contigo normalmente, la que no puedes mostrar ante nadie. Solo soy eso Axel.
No me iba a engañar a mí misma, yo siempre iba a estar en las sombras, así como estaba ahora, saliendo a escondidas, de un departamento que solo lo íbamos a poder usar los fines de semana, poniendo de pretexto a un novio falso.
–Amaia…
–Axel, me tengo que ir.
Bajé del ascensor e intenté correr con los tacones, pero no pude, era mejor ir a paso lento que caerme y Axel, me impidió que me subiera al auto. Me miró a los ojos, forzándome a que yo lo mirara y mantuvimos ese contacto visual, como siempre que nos conectaban los más intensos sentimientos.
–Amaia, quiero que me dejes por la tarde verte para despedirme de ti – Me dijo él – Por favor, cariño.
Lo abracé y lo besé. Ahora que me sentía tan mal por lo de Axel, se me hacía más fácil desempeñar mi papel de novia falsa, pues mi amigo no estaba mal, no estaba nada mal, tanto así que en algún tiempo intentamos algo que no dio resultado y decidimos dejarla por ese lado y quedarnos solo siendo amigos. Saludamos a su mamá, que estaba viendo unas cosas de la colegiatura de mi amigo y quedó complacida de ver a mi amigo feliz y enamorado de mí. Luego de eso nos fuimos a clases y contrario a lo que pensé, el día se me pasó demasiado rápido.
Saliendo del Tec, me puse en camino al despacho de mi papá. Algo que no quería hacer, pero tenía que presentarme, pues había quedado con Ale y principalmente por ella era que iba. Llegando ahí, bajé del auto y entré a la oficina de mi hermana, esperaba encontrar una gran celebración de muchos abogados brindando por el triunfo de Ale de Axel, pero para mi sorpresa únicamente estaban ellos dos.
–Hola Amaia, pensaba que nos ibas a dejar colgados con el festejo – Ale se alegró por mi llegada – Ven siéntate, que solo hoy puedes festejar con nosotros. Se me pasó decirte que, mañana, nos iremos a Puerto Vallarta.
Era un tema que no quería tocar, aunque ella no supiera mi malestar de que estaría más de dos días sintiéndome de lo peor. No quería que me lo mencionaran.
–Hola Ale, hola Alex – Saludé con normalidad – Sí, me parece bien. Vamos a brindar, además los felicito por haber ganado el caso, son los mejores, los dos forman un excelente equipo.
–Hola Amaia, toma tu bebida – Axel, me destapó la bebida y me la dio – Nos tenía que ir bien y ya lo has dicho, somos los mejores.
–Pues brindo por ustedes, el equipo de la doble AA y los mejores abogados de la firma – Dije riéndome – Espero que les vaya súper en Vallarta.
Lo dije con un poco de ironía, pues solo Axel sabría el porqué, de mi actitud. Me tomé un trago de la bebida para evitar sonar enojada.
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