Ella es mi medicina romance Capítulo 47

Después de ese gran momento que pasamos juntos, regresamos al lugar en el que nuestros amigos y familia se hospedan con nosotros. A pesar de que llevamos varios meses juntos, literalmente es la primera vez que duramos tanto tiempo agarrado de las manos.

No es porque yo sea una chica fría de cero emociones —o tal vez lo sea—, bueno el punto es que, hay que reconocer que ya no somos unos adolescentes súper hormonales que se la pasan dando besos, caricias y demás expresiones de afecto delante de cualquier persona, como una forma de demostrarle al mundo que se quieren.

Como tal, ese tipo de romance no lo viví en ninguna parte de mi vida, ya que el único novio que tuve fue en la universidad y José era una persona de cero expresiones afectivas hacia mi persona, por lo que aunque en un principio quise experimentar ese tipo de romance que nunca viví en la escuela y que ahora podría hacer realidad en la universidad, esas ilusiones se desvanecieron al adaptarme al trato de José, trato que por mi inexperiencia e introvertida personalidad hicieron de mi persona una completa sumisa de José, en la que todo pensamiento e ideal de acuerdo al romance y trato que quería vivir se esfumaron.

Pero ahora estaba allí, con su potato, un chico al que llevaba quince años sin verlo, un chico que al reencuentro comenzó a romper los esquemas que había construido, esa persona exigente, perfeccionista y competidora que había construido para aislar a todos de su vida personal y que de una u otra forma le permitiera su arduo trabajo y dedicación convertirse en una persona talentosa para obtener una posición importante en el hospital en el que se encontraba.

En el que por sus múltiples reconocimientos la catapultaron a ser la jefa del departamento de neurocirugía del mejor hospital de Estados Unidos, sin contar que los ingresos eran sumamente significativos para ella y su familia. Lo que le permitía obtener el respeto con el que todos los niños ricos tienen, pero que seguramente el de ella era de más valor, ya que todo lo había obtenido de sí misma, de sus logros.

Logros que había podido alcanzar por la exigencia y perfeccionismo que la caracterizaba y que muchos que querían tener, por lo que era el blanco de odio en el hospital, por ende, tenía cero amistades en el hospital, a menos que se contaran las múltiples veces que acudían a ella, pero por intereses establecidos. En pocas palabras tenia, cero amigos, cero probabilidades de una relación amorosa —lo cual no le afectaba en lo más mínimo— y por ende cero experiencias en este tipo de acciones.

Sin embargo, Pablo poco a poco ha logrado sacar a Paulina de esa zona de confort que ella misma había construido, derrumbo esos muros de hierro que protegían su corazón y poco a poco saco a la temerosa Paulina que se encontraba allí.

No es de culparla, había experimentado solo una relación amorosa que no fue de manera placentera, por lo que su reacción era de esperarse. Sin embargo, el estar tomado de las manos de un chico que antes de reencontrarse con ella era frio, desconfiado y mujeriego. Pero que por ella cambio a tal punto que ahora se puede decir que son el complemento que cada uno esperaba y que al fin había llegado.

— ¿En qué piensas? — pregunta un Pablo al ver en como Paulina lo observa y sonríe—.

— En lo feliz que me siento al tenerte cerca de mí comenta Paulina mientras ingresan al hotel en el que se hospedan—.

Justo cuando Pablo sonríe y abre su boca para responder, una voz inconfundible lo interrumpe.

— Basta, deja de decir esas cosas que hasta yo me sonrojo —comenta un Aidan a nuestras espaldas haciéndonos girar en su dirección mientras Paulina se encuentra roja como un tomate, lo cual Aidan percibe — ¿por qué tan roja, mi querida Paulina? —Pregunta en su dirección.

No hay de que avergonzarse, solo te escuche confesarle tus sentimientos, tu que eres tan fría como el hielo, lo que me debe sorprender grandemente, pero me contengo, a excepción de eso y que se están agarrando de las manos por primera vez en publica, no hay nada de qué avergonzarse.

Casi de inmediato, Paulina y Pablo sienten unas ganas inmensas de desaparecer a Aidan en ese momento.

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