Ella es mi medicina romance Capítulo 48

Un silencio sepulcral lleno el pasillo en el que se encontraban.

Estaban a pocas horas del viaje de Paulina, viaje en el que Pablo no estaría a su lado.

Muchos dirían que es muy dramático la forma en la que se están tomando esta pequeña separación. Pero a decir verdad pocas veces han estado así de separados desde que iniciaron su relación. Si, es cierto que Pablo ha viajado múltiples veces por sus deberes, pero estos sólo han durado de uno a cuatro días, sin contar que en ese tiempo ellos han estado en constante comunicación. Pero ahora las cosas cambian, estarán más tiempo separados y con cero de comunicación.

— Todavía estas a tiempo de negarte a este viaje —dice Pablo con la esperanza de que Paulina se quede—.

— Lo siento, Pablo —comenta Paulina— este viaje es parte de mi profesión, no puedo renunciar a el. En teoría me convertiría en una mala médica.

— Cualquiera que te conoce sabe que no lo eres —comenta Pablo mientras aprieta mis manos— sin embargo, te conviertes en una mala novia al dejarme con el corazón dolido por tu partida.

— Que dramático eres —comenta Paulina con una sonrisa fingiendo inmunidad a sus palabras— sólo estaré unos pocos días, días que pasarán volando así que no notarás mi ausencia.

— Dudo mucho de eso —dice Pablo con tristeza — estuvimos mucho tiempo separados mi querida medicina, es por eso que ahora que nos reencontrarnos no quiero que te alejes de mi.

— No te preocupes — comenta Paulina— aunque no nos podamos ver ni hablar por unos días, siempre estaremos juntos. Porque tu estarás en mi mente y corazón.

Quizás porque hoy era su día de despedida, o Dios había hecho el milagro de que Paulina abriera un poco más su corazón y a su vez expresara esos sentimientos que aunque le asustaba de sobremanera sentirlos y por ende expresarnos. En esos momentos, todos esos miedos y dudas se habían despejados.

Después de leves caricias y un beso dulce, Pablo observó como Paulina ingresaba a su habitación, ingresando el posteriormente a su habitación.

¿En que momento cambie tanto? —se cuestionaba Pablo— anteriormente era una persona fría que desconfiaba de todo —a excepción de su familia y sus cuatro fieles amigos—.

En su corazón no había amor puro y verdadero, sólo en su vida existía el cariño pasajero que experimentaba de las chicas con las que se acostaba cada noche o del trato entre familias que efectuó con la familia de Daniela.

Y no era de extrañar su comportamiento, anteriormente, cuando era más joven e inexperto en las maldades humanas depositó confianza en personas incorrectas, lo cual lo llevo a padecer dolor, decepción y enojo, que poco a poco fue canalizando en su entrega al trabajo y la creación de su propia máscara.

Él, un hombre de negocios frío y talentoso que confiaba solo en sus cuatro amigos, los demás eran solo personas potenciales que al encontrar la oportunidad iban a buscar la manera de sacar provecho de el. Sin embargo, Paulina era distinta, cambio su perspectiva de vida, su forma de ser ayudó a que esos sentimientos innecesarios que alojaban en su corazón desaparecieran. Convirtiendo el excelente empresario, en excelente persona.

Ayudándole inconscientemente a crear una nueva vida en la que el sufrimiento que Pablo padeció sólo quedará en un recuerdo lejano.

(...)

— Llego la hora —dice Paulina sujetando fuertemente su maleta— es hora de partir —dice mirando a cada uno de sus amigos, que literalmente se han convertido en su familia—.

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