Ella es mi medicina romance Capítulo 49

Un tiempo después

Ha pasado un mes desde que tocamos piso africano, un lugar que jamás pensé pisar y sobretodo con estas condiciones.

En el hospital nos habían dicho que iríamos a sectores que necesitaban urgentemente de nuestra ayuda, mientras apoyaban su discurso con imágenes de las consecuencias que una violencia trae. Sin embargo, lo que nos mostraron en ese momento no cubre ni la cuarta parte de la realidad que se vive aquí.

Lo que al principio eran “dos semanas” brindando ayuda médica a Somalia, un lugar que muestra cuanto dolor ha causado una guerra que se encuentra apoderados del lugar desde los años 90, guerras y conflictos que han generado hambrunas en un país con extremas desigualdades, sin contar que la climatología que aquí se encuentra, tiende a ser un factor de riesgo en la salud dejado a millones de personas en necesidad de ayuda humanitaria. En la que hoy en día, más de 2 millones de somalíes necesitan mucho más que asistencia médica general.

Las imágenes que nos proyectaron aquel día en el hospital es sólo un principio de lo que aquí se vive, lo que aquí se sufre.

Mostrando notoriamente que el que nos vean aquí permite sembrar una leve esperanza de que no todo está perdido, que todavía pueden salir de esta.

Las cosas están terribles y aunque he intentado que esto no me afecte es imposible, ya que soy humana y cualquier persona lloraron al ver tanto dolor en cara de niños que son notoriamente inocentes.

Sin embargo, este no es el peor lugar en el sufrimiento, angustia y padecimiento. Hay otro lugar peor, según lo que decían los soldados encargados de nuestra protección.

Y aunque mentalmente decía que quizás era una exageración, que no podría ser peor, me había equivocado.

Dos lugares más nos esperaban en busca de ayuda.

Pasa el tiempo y nadie tiene un día de descanso. Y ello no es porque no nos den un tipo de descanso, sino porque, con tantas necesidades prioritarias, nadie podría descansar pensando en que un niño necesita atención médica y un poco de comida. El recorrido es largo, pero nada nos detiene.

Después de brindar la mayor ayuda posible en Somalia durante un mes, el equipo médico y demás partícipes que estaban en nuestro equipo, fue enviado a dos lugares, seis semanas en uno y dos en otro. Uno fue la República Centroafricana y otro Sudán del Sur. Cada uno con padecimiento muy marcado producto del conflicto que presentan.

En la República Centroafricana se puede evidenciar como las luchas entre los grupos armados Seleka y Anti—balaka afectan a 1 de cada 4 personas en la República Centroafricana. En el que se ven múltiples víctimas — mayormente niños— tomadas para entrenarlos como soldados de dicha guerra o como esclavos sexuales. Siendo los menores más del 60% de su población. Que por ende se encuentra estancada en un hueco que sólo está siendo alimentado por el dolor y sufrimientos de dichos niños, que no deberían estar en dichas situaciones.

El otro lugar al que fue mayormente requerida muestra asistencia fue en Sudán del Sur el país más joven del mundo, pero con 4 años de guerra que sólo a dejado entre sus jóvenes habitantes un porcentaje en el que el 20% de los niños padecen desnutrición aguda y el resto está pronto a sufrirla.

Tres meses hemos pasado en el territorio africano, bajo múltiples necesidades, sufrimiento y desesperanza que hemos podido evidenciar.

Conocer que aunque vayamos con toda la energía y buena intención del mundo, eso no va a cambiar el diagnóstico de sus males.

Es doloroso ver que muchas personas no han tenido asistencia médica en años. Lo que ha juzgar por estas situaciones es aceptable. No hacen las revisiones pertinentes personas que no están sufriendo todo esto y tienen el acceso de dicho servicio. Ahora ¿Que queda para ellos?, ¿Resignación? ¿Fe?

Resignarte a tu situación te ayuda a no esperar nada bueno para ti, a adaptarte al sufrimiento, el aceptar tu “destino”. Lo que te deja sin ánimos de luchar o interés de cambiar tu “destino”.

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