Edward se movía como si fuese un león enjaulado por toda la habitación. Su hermano sabía que había estado vigilándolo durante mucho tiempo. Debió de haberlo matado, pero no quería hacerlo hasta que las cosas estuvieran en su lugar por mucho tiempo.
Pero, ahora que su hermano sabía que estaba detrás de él, las cosas dieron un giro inesperado. Tenía que matar a su hermano de la misma forma en la cual lo hizo con sus padres hace más de quince años.
— ¿Cómo diablos Ian se enteró de que el maldito chofer nos decía hasta cuando iban al baño? — les preguntó a Camila y a Jessica.
— No lo sabemos, pero de algo estoy segura es que ellos tres traman algo... Leonard hoy me dijo que no se quedaría en la casa a dormir porque tenía algo que hacer con ellos.
— De seguro irán a ver esa omega ciega — murmuró Jessica, pensativa —. Ian ha cuidado muchos sus pasos con respecto a esa omega.
— Leonard tiene una amante — Edward miró a Camila y esta se sintió incómoda —. Y la que Zaid tenía ahora es su prometida.
— Leonard y yo tuvimos una discusión esta noche de la cual no quiero hablar — murmuró Camila —. Pero, Leonard no quiere saber nada de esa omega según escuche.
— ¿Qué discusión? — La tomó del mentón —. Habla ahora, Camila.
— Quería marcarme y no dejaré que lo haga — dijo, entre dientes —. No quiero tener una marca en el cuello de alguien que no me ama o que pretende hacer que todo esté bien...
— Dejarás que Leonard te haga esa marca y no es una pregunta es una maldita orden — la soltó con brusquedad.
— Sabes que tengo mi mate conmigo y con lo de hoy...
— ¿Qué mierda me estás diciendo? — preguntó, mirándola con el ceño fruncido —. No puedes tener un mate.
— No dejaré que Leonard me marque, Edward, sólo porque lo dices. Eso no tiene nada que ver con lo que le quieres hacer a tu hermano.
— ¡Claro que sí! — alzó los brazos al aire —. ¡Eres la única persona a la cual Ian deja pasar cada una de las cosas que le hago!
— En eso tiene razón — Jessica secundo —. Leonard está muy confiado contigo... ¿No será que eres tu quien le pasa información a ellos de nosotros?
— No seas estúpida, Jessica — escupió ella —. No porque Ian no te la meta no significa que yo tenga que andar de arrastrada con mi esposo.
— Ian y yo tenemos...
— Nada, lo sé. No tienes que decirme que tu vida sexual con tu esposo se fue a la mierda cuando supo que venías de un prostíbulo..., o sea, del mismo lugar en el cual sacó a esa omega quien se la tiene parada todo el tiempo — gruñó, enojada —. Al menos yo no salí de un lugar en el cual entre por mi propio pie.
— ¡Edward dile algo! — chilló, cuando escuchó la risa ahogada de Edward —. ¡Ella me está ofendiendo!
— Ella no ha dicho nada que sea mentira — se encogió de hombros —. Por lo tanto seguiremos con el plan que teníamos desde el principio, chicas. Tenemos que matar a alguien y ese alguien es Ian, pero antes tengo que encontrar al traidor que está del lado de mi hermano.
— ¿Qué tienes en mente? — preguntó Camila, moviéndose incómoda en la silla —, ¿Nos dirás?
— Aún no — caminó hacia la mesita de noche y tomó una copa de vino —. Solo tengo que pensar en algo y las cosas volverán a hacer como antes.
*****
En otro lado estaban Rachel y Carla haciéndoles preguntas a Valeria acerca de cómo se sentía estar en el ojo del huracán de la farándula de todo el mundo en un abrir y cerrar de ojos.
— Me siento como famosa — dramatizó, abriendo los brazos al aire —. Mi ropa es genial y ni hablar de las cosas que tengo ahora.
— Ya me imagino cómo te debes de sentir, Valeria — murmuró Rachel, con una pequeña sonrisa —. Han pasado ocho días y ni siquiera has venido por aquí a visitarme.
— No es porque no quiera venir a verlas — hizo un puchero —. Es que he tenido que ir a entrevista y también controlar a Zaid, no es fácil para mí tener que controlar las hormonas de Zaid.
— Sólo se las tienes que controlar con mucho sexo y solo sexo — se burló Carla —. Sabemos que Zaid te trae muchas ganas desde que te compró hace seis meses, pero él podía ser un poco más precavido.
Valeria rodó los ojos cuando Carla dijo eso en verdad que esta tipa salía con unas cosas que le daban vergüenza al más pervertido de la tierra.
— Rachel — llamó Valeria —. Por lo que supe hoy te quitan las vendas de los ojos y se sabrá si puedes ver o no.
— Así es — asintió, con una sonrisa adornando sus labios —. Estoy emocionada, ni siquiera dormí el fin de semana pensando en eso.
— Debe de ser cool que alguien se preocupe por ti después de todo — tomó su mano —. La vida que llevabas en ese lugar no era la mejor de todas.
— La vida que llevábamos — corrigió Carla —. Rachel nos salvó de varios castigos que hoy en día nos dejarían marcas.
— En eso estoy de acuerdo contigo, Carla — besó los nudillos de Rachel —. Lamento mucho que te llevarás la culpa de todas las cosas.
— Eso hacen las amigas — se encogió de hombros.
— Pero, eso no quiere decir que tengas que ocultar tu cola solo porque tienes miedo...
— Ya no hará nada de eso — Carla la interrumpió —. Ahora Rachel es la omega del presidente de este país y todo es gracias a que tiene una hermosa marca en su cuello que la hace suya.
— Bueno, en eso tienes razón — ella se encogió de hombros —. Creo que tu vida estará bien cuando la primera dama se muera. Ella me cae mal.
— A mí me cae gordo — dijo, con asco —. Y no lo digo porque esté esperando un bebé y dentro de poco estaré más obesa que un elefante.
— Lo sabemos, Carla. Lo sabemos — dijo Rachel, sentándose en la camilla —. Seremos dos elefantes con bebés.
— Yo quiero un bebé también — Valeria hizo un puchero —. Pero es muy pronto para tenerlo. Ahora que estoy en esto de la política no puedo quedarme embarazada tan rápido.
— Bueno, en eso tienes razón.
— Lo sé, siempre tengo razón — hizo un gesto dramatizado.
— ¿Qué haremos con Carla ahora que está esperando un bebé? — preguntó Rachel —. Ahora que Leonard no la quiere en su vida tenemos que buscar la forma de que no se deprima.
— Debemos de hacer que Carla se vea muy sexy con su embarazo delante los ojos de los demás — murmuró, pensativa —. Debemos de comprarle ropa nueva para que se vea follable.
Ese día se había perdido la ecografía que Rachel se había hecho solo por esa estúpida reunión y las demás que tenía ese día, las cuales no podía seguir aplazando por más que quisiera hacerlo.
Leonard estaba inquieto después de una discusión que tuvo con Camila hace una semana, se alegraba que ella no fuese a caer en el juego de su amigo, si tan solo Leonard supiese que él tuvo que ver en el que ella no se dejará marcar le daría un paro cardiaco.
Zaid estaba a su lado derecho jugando con su celular y fingiendo estar prestando atención sobre las cosas que se decían.
— Está bien, haremos nuestro propio combustible para no tener que depender de estados unidos — firmó el decreto —. El contrato con ese país se acaba desde hoy.
Todos aplaudieron y Zaid casi deja caer el teléfono del susto que se llevó. Miró a Ian colocarse de pie y hacerle una seña de que después le decía lo que se había hablado en ese lugar.
Leonard se arregló el traje y antes de que saliera del lugar Ian lo tomó del brazo impidiendo su fuga. Solo se sentó en una de la silla a esperar a que Ian y Zaid terminaran la conversación no iniciada que iban a tener con él.
— Que esto se termine rápido, por el amor de Dios — se cruzó de brazos —. No tengo todo el día.
— Bien... ¿Qué harás con Carla cuando dé a luz a tu primer hijo? — Ian se sentó frente a él —. Que sea rápido, no tengo todo el día para esto.
—Me quedaré con Carla — dijo, como si nada — Yo pagué por ella...
— Pero el contrato está a mi nombre — colocó sus manos juntas sobre la superficie de la mesa.
— ¿Qué diablos estás diciendo? — Miró a Zaid y a Ian sin entender —. Yo pague por Carla hace seis meses, me corresponde a mi decidir lo que haré con ella.
— Pagaste por él — Zaid se sentó a su lado —. Pero Ian hizo todo con lo del contrato, todo tiene su firma e incluso la de Carla.
— No puede ser posible eso que me estás diciendo.
— Si lo es — ladeó el rostro —. Estabas tan pendiente del plan que tenías de marcar a Camila y lejos de los demás durante semanas y cuando llegó el día de firmar todo no pusiste atención.
— ¡No puedes hacerme esto!
— ¡Si lo haré! — golpeó el escritorio —. Se bien que no soy la persona más puritana del mundo, se bien que mate, torture y viole persona a lo largo de los años de mi carrera como político y que tampoco mi vida en la universidad era diferente, pero la gente cambia y yo lo hice.
— ¿Por una estúpida omega ciega? — se burló, y Ian se enfureció.
— Si, por esa estúpida omega ciega es por la persona que estoy haciendo todo esto — dijo, entre dientes —. Por esa omega ciega estoy feliz porque tendré hijos por montones a lo largo de mi vida y por esa omega ciega haré muchas cosas de las cuales no me arrepentiré.
— No me digas.
— No haré nada más para que Carla se quede contigo de buena forma — se puso de pie —. Solo te diré una cosa: Carla no será tuya y tampoco harás nada para dañarla ni a ella ni a su bebé.
— ¿Por qué hacen todo esto? — Zaid solo se encogió de hombros y salió del lugar.
— Porque si dañas a Carla dañas a Rachel y a Valeria — acercó su rostro al de Leonard —. Y si dañas a mi omega te mato.
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