Leonard sólo miró a Ian con la mandíbula apretada, no necesitaba que su mejor amigo le dijera cómo tenía que hacer las cosas en su vida, ya bastantes problemas que tenían él y su esposa con eso de la marca que no quería que le hiciera.
— No pueden hacer nada para que Carla no se deshaga de ese niño — fue hacia la puerta, dándole una breve mirada a su reloj —. Tienen menos tiempo del que pensé para ver a Rachel.
— Leonard — llamó Zaid tomando su brazo —. Somos tus amigos no tus enemigos y debes de tener en cuenta de que Rachel es una omega, la omega de Ian. Valeria es una omega, mi omega, y Carla aunque no lo quieras decir, es tu omega — colocó una de sus manos en la boca de Leonard cuando iba hablar —. Cállate y escúchame. No puedes hacer nada más que aceptar que Carla tendrá a tu primer hijo, sabemos — señaló a Ian y luego a él —. Que muy en el fondo estás feliz porque tendrás un hijo con Carla.
— No digas estupideces — intentó soltarse del agarre de Zaid, pero este apretó aún más su agarre nunca podría estar feliz de tener un hijo con una omega que salió de un prostíbulo.
— No es una estupidez, Leonard — gruñó, entre dientes —. No por nada compraste a Carla antes que nosotros en esa fiesta, no por nada pagaste para que la colocaran en una habitación aparte y no por nada tiene una marca que te pertenece en su cuello.
Leonard abrió y cerró la boca varias veces sin saber qué decir o hacer. Zaid tenía razón, en ese momento no supo porque se tomó tantas cosas a pecho para que Carla tuviese en buenas condiciones cuando la compró.
— Suéltame, Zaid — susurró —. Tengo que irme...
— No irás a intentar morder a Camila — Ian lo tomó del otro brazo —. Irás con nosotros al hospital para ver si la operación de Rachel salió como habíamos planeado y no es una sugerencia la que te estoy haciendo.
— Soy alfa igual que tú, Ian — dijo, enojado, cuando sus brazos fueron inmovilizados por sus amigos.
— Y yo también soy un alfa igual que tú — se burló Zaid, cerrando la puerta detrás de él —. Ahora solo camina mi querido amigo.
El camino hacia el hospital no fue muy bueno que digamos para Leonard, Ian y Zaid se burlaban de la cara de pánico que tenía Leonard en ese momento. En verdad que no quería estar cerca de Carla por nada del mundo, pero las cosas estaban así con ellos y la verdad es que no sabía qué hacer más que salir corriendo lejos de ellos.
A regañadientes se bajó del carro, el cual Ian había logrado hacer el cambio de forma exitosa en uno de los túneles de la región.
Marcó el piso donde estaba Rachel y masajeó sus manos con impaciencia, estaba aún más nervioso que Rachel o que cualquier persona.
Caminaron por el pasillo, no sin antes tomar a Leonard por los brazos para que no se escapara de ellos como pensaban que haría. Cuando llegaron a la puerta de la habitación de Rachel, escucharon risas las cuales correspondía a las chicas.
Ian abrió la puerta de la habitación en el mismo instante que Carla estaba en ropa interior con una Valeria grabando cada cosa que pasaba en ese instante en la habitación.
— ¡Mierda! — chilló la rubia corriendo hacia el baño —. Esto no puede estar pasando.
— Pensábamos que llegarían más tarde — murmuró Valeria, apagando la videocámara —. Perdón por eso.
— ¿Por qué Carla estaba vestida así? — preguntó Zaid, acercándose a Valeria.
— Carla se estaba probando ropa que le compré hace un rato — sonrió, sin mostrar los dientes.
— ¿Y por esa razón la estaban grabando?
— Era un recuerdo para Rachel — la mencionada levantó la mano —. No es para nada malo, es solo que como estábamos aburridas se me ocurrió la idea de ir a comprar ropa para Carla aquí cerca.
— Bueno — dijo Ian, sentándose al lado de Rachel en una de las pocas sillas que habían allí —. Parece que se divirtieron mucho.
— Sí que lo hicimos — soltaron una risita —. Aquí está Carla con más de cinco prendas de ropa interior...
— Yo me quedo con esto — Leonard se aclaró la garganta, quitándole la videocámara —. Es para que no se pierda...
— Sí, claro — dijeron todos al mismo tiempo —. Lo que digas.
Leonard los miró a todos con cara de pocos amigos, pero no dijo nada. Se sentó en el sofá-cama que había en la habitación con la videocámara en las manos ante la atenta mirada de sus amigos los cuales solo lo miraban esperando que dijera algo.
En el mismo instante que Carla entró a la habitación el doctor encargado de Rachel en el hospital entró con el récord de esta en las manos. Carla mordió su labio sin saber dónde sentarse, fue hacia donde estaba el sofá cama y se sentó lo más lejos posible de Leonard.
— Tienen que salir y solo quedarse uno en la habitación — informó —. Después pueden entrar uno a uno hasta que Rachel pueda saber quién es quién de ustedes.
La primera en salir fue Carla con la excusa de que tenía que ir a la cafetería para comer algo para él y su bebé. Leonard se sentó en una de las sillas encendiendo la cámara y buscando los videos.
En la habitación Ian estaba de pie al lado de la cama mirando con ojo crítico, ahora sí que estaba nervioso por lo que iba a ocurrir justo ahora, Rachel estaba contra un hilo muy fino.
— ¿Estás lista, Rachel? — preguntó el doctor, cuando terminó de quitar las vendas.
— Creo que sí — murmuró.
— Abre los ojos lentamente y no te pases las manos por estos aunque te piquen mucho — bromeó.
Rachel suspiró y abrió los ojos lentamente como le había dicho el doctor. Lo primero que vio fue a un hombre con algunas canas mirándola expectante. Luego dirigió su mirada hacia donde estaba Ian y una sonrisa apareció en su rostro en cuanto por fin pudo ver a su amo.
— Hola, amo — el cuerpo de Ian dejó salir toda la tensión que tenía acumulada desde que entró el médico.
— ¿Funcionó? — Preguntó Ian, tomando el rostro de Rachel entre sus manos —, ¿Seguro que funcionó?
— Muy seguro — rió el doctor —. Rachel ya puede ver por si el ciego ahora era usted — Ian lo fulminó con la mirada —. Saldré y los demás podrán entrar cuando usted lo decida —levantó las manos antes de salir en dado caso de que Ian quisiera hacerle algo.
Salió de la habitación dejando a Rachel y Ian solos como ambos lo habían deseado.
— Es increíble que ya puedas ver — acarició su rostro —. Tus ojos se ven más claros y no opacos y son de ese azul que vi la primera vez.
— Yo estoy feliz de verlo — ahora fue el turno de Rachel en tocar el rostro de Ian —. Sus ojos son muy bonitos...
— Son verdes — Ian terminó la pregunta no formulada por parte de Rachel —. Te enseñaremos muchas cosas tus amigas y yo.
— No estaba viendo nada — se aclaró la garganta y apagó la videocámara —, ¿Ya nos vemos? Tengo cosas que hacer.
— Sí, claro — se burló Zaid, arreglándose el saco —. Estoy seguro de que se masturbara hasta que no pueda más y tenga que buscar a Carla para bajarse la calentura que Camila no le deja tener.
— También pienso en eso — choca el puño con Zaid —. Tenemos que hacer cosas de las cuales no pueden esperar y ustedes saben que el país espera por nosotros.
— Tienes razón – se colocó a su lado Leonard —. Olvidemos esto que ha pasado hoy.
— Entonces... — Zaid se puso al lado de Leonard y tendió su mano —. Dame la videocámara de Valeria, es de ella y cómo lo de ella es mío...
— Yo la cuido — la alejó del agarre de Zaid —. Es por si se pierde o llega a manos de personas no deseadas en nuestras vidas.
— ¿Seguro que es eso? — Ian presionó el botón del elevador —. No creo que nadie más que tú vaya a ver a una omega embarazada en ropa interior.
— No veré a Carla en ropa interior — gruñó —. Ya dejen de joderme con esas mierdas.
— Mierda es la que te haremos cuando al fin confieses que te gusta Carla, y que tuviste una erección cuando la viste con su pancita y con ropa interior en esa grabación.
— Eres un político, Ian — entró al elevador —. Tú también, Zaid.
— Somos políticos, pero eso no quiere decir que la seriedad se use cuando estamos fuera del palacio — Ian se encogió de hombros —. Ahora es el momento de confesar que te gusta Carla y que se te paró cuando viste ese video.
—No me gusta Carla — Zaid rodó los ojos —. Es la verdad, Zaid.
Ian esperó que la puerta estuviese cerrada y estampó a Leonard contra la pared de metal, y le dio una mirada llena de burla a Leonard.
— Estoy sintiendo tu pene duro contra mi cuerpo, Leonard — ladeó la cabeza —. Y no es porque te excite la agresividad. Es momento de confesar que Carla es más importante de lo que dices al igual que el hijo que esperan.
— Esto se puso muy bueno y yo sin palomitas — soltó una carcajada Zaid —. Vamos, Leonard. Es momento de confesar con la verdad para que después te folles a Carla.
— No haré eso — Ian levantó su pierna, para darle un golpe a la erección de Leonard —. ¡Mierda si me gusta Carla!
— No se te iba a quitar la vida solo por decir algo como eso, Leonard — Ian se hizo a un lado arreglándose el saco —. Es momento de que seas un hombre y te hagas cargo de las cosas que has dejado incompletas en tu vida.
— No sé qué haré — arregló su ropa —. No puedo volver allí y decirle a Carla que lo lamento.
— No tienes mucho tiempo que digamos — las puertas del elevador se abrieron y ellos salieron —. Y yo no te voy a ayudar a recuperar a Carla.
— ¿Qué me recomiendan que haga? — Ian subió una ceja en su dirección —. Se me olvidó que estoy solo.
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