Lin Xinyan se quedó sin palabras.
Después de la comida, los dos salieron del restaurante.
-¿A dónde vas? Te llevo.
Lin Xinyan pensó un segundo antes de contestar:
—Me voy a casa.
La tienda aún no había terminado su renovación y los pedidos que tenía ahora seguían siendo los del país A. Había concertado una cita con el cliente para ver los diseños, luego haría el atuendo basándose en el estilo y la tela elegidos.
Cuando Zong Jinghao oyó a Lin Xinyan mencionar lo del hogar, la miró y se burló:
-Tus hijos ni siquiera tienen padre, ¿se le puede llamar hogar a tu casa?
Lin Xinyan quiso refutar que él mismo no tenía uno todavía, pero se tragó sus palabras; si lo hacía, no sabía qué respondería él por lo que se giró para mirarlo y entró al auto. Zong Jinghao esbozó una leve sonrisa.
En el interior del auto reinaba el silencio y el ambiente era tenso. Lin Xinyan estaba apoyada en la ventanilla, tenía los ojos cerrados y fingía estar dormida. Su actuación no era la mejor así que Zong Jinghao se dio cuenta de su actuación con una mirada, pero no dijo nada al respecto. Casi veinte minutos después, Lin Xinyan abrió poco a poco los ojos y fingió que acababa de despertarse. Había estado contando el tiempo, así que sabía que el auto estaba llegando al distrito; entonces, se frotó los ojos, abrió la puerta del auto y se bajó de él.
-Gracias.
Le estaba agradeciendo el haberla llevado. Zong Jinghao se inclinó, su mano estaba en el volante de forma casual.
-Tu agradecimiento parece poco sincero.
Lin Xinyan se detuvo mientras cerraba la puerta.
-¿Qué quieres decir?
-Si de verdad querías darme las gracias, ¿no deberías invitarme a tu casa a tomar una copa? —Había una sonrisa burlona en su cara.
Lin Xinyan era su objetivo, pero ella dio un portazo y dijo fríamente:
—Te invité a comer. Esa fue mi muestra de sincero agradecimiento.
Lin Xichen se mostró hostil con él y si Zhuang Zijin lo viera, tampoco estaría contenta, sino que se habría vuelto loca antes de invitarlo a su casa.
Lin Ruixi se mordía las uñas mientras ampliaba sus ojos redondos y miraba a Lin Xinyan, que estaba al lado de la calle.
—¿Es esa mamá?
Lin Xichen estaba pensando en cómo debería recuperar su tableta y su smartwatch cuando escuchó la pregunta de
su hermana.
-¿Dónde está mamá?
Lin Ruixi señaló la entrada del vecindario. Lin Xichen miró y vio a Lin Xinyan hablando con alguien al lado de la carretera. Ese perfil... ¿Por qué le resultaba tan familiar? Pronto lo reconoció. Ese hombre que estaba hablando con Lin Xinyan.
«¿No era ese desalmado? ¿Por qué está mamá con él?»
Lin Xichen se quedó mirando con una mirada sombría y Lin Ruixi tiró de su mano.
-¿Qué pasa, Xichen?
-Ruixi, ¿ves a ese hombre en el auto? -resopló con frialdad.
-Lo veo. —Lin Ruixi asintió con sinceridad.
-Es nuestro padre. -Lin Xichen apretó la mano.
Era el ex marido de mamá, así que era obvio que era su padre. Lin Ruixi parpadeó ya que su papá nunca había aparecido en su vida; solo había oído a otros niños llamar a sus papás, pero nunca lo había hecho ella misma. Cuando escuchó a Xichen decirle que tenía un papá, se emocionó y empezó a correr en esa dirección.
-Papá...
Lin Xichen se apresuró a detenerla y le tapó la boca.
-¡Cállate!
Lin Ruixi forcejeó.
-Quiero ir a buscar a mi padre.
Ella no tenía pensamientos complejos como los de Lin Xichen, solo sabía que alguien era su padre y quería ver cómo era.
—No es nuestro padre -dijo Lin Xichen con un tono decidido.
«¿Qué?» Lin Ruixi estaba confundida. Lo fue por un momento y en el siguiente ya no lo era. «¿Es mi papá o no?» Miró a su hermano con los ojos muy abiertos, parecía interrogarlo.
-Es nuestro padre, pero nos abandonó a mamá y a nosotros, así que ya no podemos llamarlo «papá».
Lin Ruixi no podía entender, así que agitó sus largas pestañas y preguntó en voz baja:
-¿Es papá? Quiero un papá.
Lin Xichen abrazó a su hermana.
-Nos encontraré un buen papá, le encontraré a mamá un buen hombre.
Lin Ruixi no le contestó, no pudo entender sus palabras; entonces, miró de lejos el perfil del hombre y pensó: «¿Así que ese es papá? ¿Qué aspecto tiene?» —¿Ha visto Xichen alguna vez a papá?
Lin Xichen asintió.
-Sí.
-¿Se ve bien? -preguntó Lin Ruixi, queriendo ir corriendo a verlo.
Lin Ruixi negó con la cabeza.
-No, Xichen dijo...
-Ruixi, ¿no querías ver a los delfines? Si no vamos ahora, no llegaremos a tiempo. Ya prometí usar mi dinero para comprarte una almohada de delfines. ¿Aún la quieres? -Lin Xichen interrumpió a propósito a su hermana.
No quería que Lin Xinyan supiera que sabía quién era su padre, dado que mamá tenía sus razones para no contarles esto. Lin Ruixi miró a su hermano.
—¿De verdad me la vas a comprar?
Lin Ruixi era ingenua y su atención fue desviada por Lin Xichen en un segundo.
-La compraré -dijo él con determinación.
-Entonces también quiero una paleta.
Lin Xichen tenía una sonrisa feliz en su cara mientras veía a Lin Xinyan.
-Tienes que preguntarle a mamá si te da permiso de
comer eso.
Lin Ruixi hizo un mohín. Mami siempre le había dicho que comer dulces le arruinaría los dientes, sin duda no la dejaría comerlo por lo que la niña volvió a enfadarse. Pero Lin Xinyan besó las mejillas de su hija.
-Te dejaré comer uno hoy.
Los ojos de Lin Ruixi brillaron con esperanza.
-¿De verdad?
-De verdad —afirmó Lin Xinyan.
-Mami, ¿puedo comprar una también? -Lin Xichen la miró.
-Los dos pueden comer una hoy. -Lin Xinyan se agachó para abrazar a su hijo.
Los dos niños, que tenían permiso para comer dulces, fueron obedientes. Zhuang Zijin los llevó al acuario y Lin Xinyan se fue a casa a trabajar.
He Ruilin se fue a casa con la rabia dentro.
He Ruize ya no trabajaba en el hospital. En su lugar, estaba aprendiendo de He Ruixing sobre cómo gestionar el negocio; de no ser por el éxito de las generaciones anteriores, la empresa se habría hundido hace tiempo. Los dos hermanos de la generación de He Ruize no eran empresarios.
A He Ruize solo le interesaba la psiquiatría y He Ruixing era un poco mejor ya que, como mínimo, tenía cierta capacidad por haber trabajado en el negocio durante años; sin embargo, seguían luchando por devolver a la familia He a la cima y se esforzaban por mantenerla.
Cuando vio los ojos rojos de su hermana, He Ruize dejó los documentos que le había dado su hermano y se levantó del sofá.
—¿Qué pasó?
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