Encuéntrame romance Capítulo 16

No tuvo un segundo para reaccionar, decir algo, o simplemente expresar su asombro. Como nunca lo pensó, Xavier unió su boca a la suya, y esto era más de lo esperado.

Todo su cuerpo estalló a su toque, a sus labios y hacia la sensación que la lengua experta de Cox le estaba proporcionando.

Al principio por su estado de conmoción no supo responder de inmediato. Ella era inexperta en todo el sentido de la palabra, y no sabía realmente dar un beso como ese. Sin embargo, el beso que estaba recibiendo era totalmente satisfactorio, y despertó todos y cada uno de sus lugares al instante.

Como pudo, colocó sus manos en los costados de Xavier para sostenerse, él estaba restregando prácticamente su cuerpo con el de ella, mientras la besaba con ferocidad. No podía respirar y la adrenalina la mataría en cualquier momento. Entonces comenzó a repetir las mismas acciones que estaba recibiendo.

Mandó una señal a su lengua y también la pasó por la de Xavier, esa sensación solo le arrancó un gemido que era imposible retener, hasta que Cox tomó su cara, para separarla de él.

Estaba muy agitado, y parecía furioso, su mirada le decía a gritos que estaba totalmente frustrado.

—Te meterás en más problemas si sigues haciendo esto —le dijo mirándola amenazante y ella en vez de intimidarse, se enojó.

—Usted está loco, ¿Qué es lo que pretende con sus cambios de personalidad? —el tono de Ana era frustrado, como reclamándole por su acto, pero a la vez por su insatisfacción.

Xavier estaba seguro de que por la forma de besarlo ella no tenía ninguna experiencia, y eso lo estaba volviendo más loco hasta desquiciarlo. Todo su cuerpo le reclamaba que la tomara, que le enseñara que el sexo era delicioso y que si había deseo de por medio, ambos disfrutarían al máximo.

También estaba claro que el caso de Ana era muy diferente a todas las mujeres con las que había estado, ella estaba llena de inseguridad, de miedo y sobre todo, aversión por explorar su intimidad.

Y lo más importante, él era su médico.

—Mandaré todo a la mierda, Anaelise. Yo quiero esto como el agua para el cuerpo y lo más importante, tú también lo quieres… —le dijo sin ser sutil, «tal cual como él era», pensó Ana muy aturdida, a la vez que él le restregaba los dedos en su boca, y con la otra mano bajaba por su cuello.

La estaba martirizando y la estaba reduciendo a la nada.

—Yo… nunca lo dije… —respondió ella en su último recurso, ni siquiera sus palabras tenían sentido, ahora mismo no coordinaba absolutamente nada.

Cox asomó una risa cínica y negó tomando con su boca el labio superior de Anaelise, para succionarlo muy fuerte.

—Me lo dices todo el tiempo, en cada instante y con cada centímetro de tu piel Anaelise…

Ana respiraba con mucha dificultad, aunque había un líquido que se estaba escurriendo entre sus piernas, ella estaba aterrada por todo lo que sucedía. Reprimió sus ojos, recordando que su parte íntima estaba manchada, y sufriría una vergüenza al exponerse de esa manera.

Estaba clara que Xavier sabia parte de su pasado, y no entendía cómo, aun así, él quería tener sexo con ella.

«¿Acaso no sabía que ella estaba marcada de por vida?, ¿eso no le hacía huir de ella?, quizás debía recordárselo, sí, se lo recordaría y él sentiría repulsión por ella, era lo mejor».

Los pensamientos de Ana, y su ensimismamiento, hizo que Xavier se diera cuenta de que ella estaba martirizándose por algo. Soltó su labio que quedó hinchado, acto que hizo que su erección se apretara más. Tomó el rostro de Ana, lo apretó y lo alzo hacia él.

—Abre tus ojos y mírame —le ordenó.

Ella los abrió lentamente mientras sus labios temblaban. Anhelaba seguir besándolo, quería descubrir todas las cosas que estaban apareciendo en ella, cosas completamente nuevas que en varios momentos le hacían olvidar todo. Pero ese rincón en su mente nunca la dejaría en paz.

—Xavier… —dijo débilmente como una súplica.

—¡Ya!, ¡maldita sea! —expulsó él tapándole la boca—. Cada cosa que dices o haces, hace peor mi estado, Ana, por favor, sé que tienes miedo, entiendo que —se frenó al ver sus ojos abiertos, no podía aterrarla más, no quería que fuera de esa manera—. Yo quiero enseñarte…

Ana movió su cabeza para quitarse la mano de Xavier de la boca.

—¿Enseñarme? —preguntó confundida.

Él asintió mirando su boca.

—Sí. Quiero mostrarte que esto puede ser bueno. No debe ser como lo recuerdas, y quiero ser el primero que te haga disfrutar, Anaelise. Te enseñaré, prometo ser muy paciente… ¡Por favor, permítemelo!

Ana abrió sus ojos impactados por todo lo que estaba escuchando. «¿Acaso él hablaba en serio?», se preguntó muy conmocionada.

—Yo, no sé, esto está mal, eres mi médico, y…

—No quiero enseñarte porque sea tu médico, Anaelise —la interrumpió—. Quiero esto porque te deseo, porque eres una mujer que me atrae, y porque ya no puedo más con esta sensación que me matará.

—No piensas eso… —dijo ella más segura de sus palabras—. Tú… debes entender que estoy… soy inadecuada, yo…

Él arrugó el ceño y se separó un poco.

—¿Inadecuada? —preguntó, aun sabiendo como se podía sentir. Entendía a la perfección cada una de sus palabras, y estaba seguro de que lo que quería decir es que se sentía sucia. Pero necesitaba que ella se abriera con él. Y esto más para él, que para con la terapia.

De hecho, había olvidado todo el protocolo. Y estaba muy satisfecho con mandar a la mierda los procedimientos, la frustración no se le quitó jodiéndose en Olivia, y sabía que no lo haría con ninguna otra mujer. Estar en esa situación constante solo le arruinaban su paz, y después de lo que ella hizo esta mañana, no dudó en dejar salir todo lo que hacía ebullición en él.

Ya tendría tiempo después para lamentarse, de igual forma, su vida ya estaba destruida y era una completa mierda.

—Así me siento, debes saber que es como si estuviera… como si… —respondió ella.

—Dilo, Anaelise —le exigió.

A Ana se le apretó la garganta, jamás lo dijo en voz alta.

—Sucia… marcada…

Él soltó un suspiro y asintió hacia ella, por lo que Ana pensó que sí, que todo era cierto, y ya que se lo había recordado, él se alejaría, y se sentía muy mal por ello.

—No hay nadie más limpio para mí ahora, que tu misma… —su respuesta fue tan devastadora que ella abrió los ojos de golpe para mirarlo incrédula. Quiso decir algo para amortiguar una especie de emoción que le invadió el pecho, pero por supuesto Xavier era un huracán que no la dejaba procesar toda la información que estaba recibiendo.

—Por otro lado, ¿crees que, al decirme tal cosa, mi deseo disminuirá por ti? —le preguntó tomando de forma desprevenida su mano—. Bueno, siente esto —Xavier deslizó su mano por su pecho arrastrándola hasta, hasta su parte intima.

Ella pasó un trago cuando tocó la masculinidad de Xavier, y encima su mano le instaba a que abriera la palma.

—Quiero una respuesta —dijo mientras Ana apartó su mano de inmediato.

—¿Qué quieres que diga? —preguntó ella aun en su estado de Shock.

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