Encuéntrame romance Capítulo 5

Xavier bajó de su auto y estacionó frente a su casa. Alzó el rostro en saludo al guardia de vigilancia que paseaba su residencia, y luego entró cerrando de un portazo para deleitarse en el silencio que comenzó a llenarlo y satisfacerlo a la vez.

Su comida estaba hecha, la mujer que trabajaba para él, Clara, salía los viernes al medio día tomándose el fin de semana de descanso y volvía el lunes antes de las seis de la mañana para ayudarle en todo lo que debía hacerse en su casa. Él no necesitaba esta casa tan grande, pero para Cox era imposible deshacerse de ella con tantos recuerdos que había compartido allí. “Recuerdos” que lo hacían feliz, pero que a la vez arruinaban su existencia. No estaba seguro del desequilibrio que le causaba estar en esa disyuntiva, pero prefería el dolor a no haber conocido esa felicidad que alguna vez experimentó.

Abrió el horno donde tomó su comida que estaba recién hecha y luego de servirse una cerveza, colocó todo en la mesa y se dispuso a saborear su plato que tanto le gustaba, y que de hecho era el mismo de todos los viernes.

Ensalada de papa, pollo frito y arroz con vegetales cocidos.

“Mecánico”, era la palabra que lo podía describir mejor.

Recibió varias notificaciones en su teléfono, algunos de sus alumnos de último año estaban planeando una fiesta en la avenida octava Maint cerca de la universidad donde él trabajaba. Allí festejarían el inicio de su último año universitario. No era extraño que muchos de ellos quisieran tenerlo de amigo, de hecho, asistió a algunas fiestas que se realizaban en compañía de algunos colegas, era normal hacerlo, pero en esta ocasión tenía cierto fastidio porque Olivia estaba desesperada por “esa” eventualidad.

Ignoró los mensajes y decidió que respondería por la noche, pensaría muy bien que opciones tenía para este fin de semana y si el sábado en la noche no surgía algún plan, asistiría un rato al lugar y luego se devolvería a dormir. Y esto lo hacía más que todo por complacer a algunos estudiantes que de hecho con el tiempo, les tomó cariño.

Fort Lewis College era un escape para él, de hecho, sus estudiantes, el ambiente de la universidad, incluso del hospital de Durango donde también trabajaba, le hacían olvidar por muchos momentos su realidad. En sí se había llenado de trabajo para que cada vez que llegara a casa, él simplemente tuviese un objetivo, “dormir”. Y cuando no estaba haciendo este acto, pues una mujer en algún hotel de la ciudad era otra de las actividades divertidas de la que Xavier solía frecuentar.

Y decía divertidas por ser cínico. Ser Profesor de una de las universidades más importantes de Durango y al mismo tiempo Médico en el hospital central de la misma ciudad, no le daban ciertas libertades que él quisiera tener ahora que era un hombre completamente solo.

Descansó por la tarde y luego decidió ir por algunas compras para tener llena la despensa para la siguiente semana, Clara podía hacerlo, pero esas cosas lo distraían por largo rato. Estacionó en un supermercado cerca y luego se fue directo al almacén. Estaba detallando algunos productos cuando su teléfono sonó. Al principio lo ignoró, pero su insistencia lo hizo exasperarse y contestar.

Olivia.

¡Maldita sea! Pensó, esta mujer lo iba a volver loco.

—Olivia —respondió frío y luego siguió caminando buscando qué cosas colocar en la cesta.

—Hola, no quería molestarte —él rodó los ojos—. Es que los chicos me han estado insistiendo, y dicen que tú aún no les respondes para confirmar… ya sabes, esta fiesta es importante para ellos.

—No he respondido porque he estado ocupado, ellos deben esperar. Y a la larga Olivia, no debes dejarte manipular por ellos. No estoy seguro si iré —respondió Xavier sabiendo que lo que ella le había dicho solo era una excusa.

Había cometido un error y él lo sabía. No quería involucrarse sentimentalmente con nadie. Pero esa mujer se le había metido en su cama, y ella estaba buena. La situación ahora era que, Olivia era… muy exasperante. Aunque Cox le había dicho los términos cuando ellos tuvieron sexo, ella parecía olvidar ese punto importante que tanto le recalcó Xavier.

—Sí, lo sé… bueno. ¿Qué harás hoy por la noche?

Xavier se quitó el celular de su oreja y maldijo para sus adentros. Aparte de sentirse perseguido y ahogado, ya le estaba fastidiando este plan de Olivia por querer ligar con él a toda hora. No quería una mujer en su vida, ya tenía varias que se acostaban con él, y nunca más jodían su existencia.

«Era así de sencillo, ¿Por qué ella no podía hacer lo mismo?», pensó mientras volvió a pegarse el auricular en la oreja.

—Estaré con un amigo que llegó de viaje —mintió.

—¡Ah!, ¡eso es genial!, entonces, posiblemente te vea mañana… en la fiesta de los chicos, parece que muchos colegas se acercaran allá…

—Posiblemente, Olivia…

Él estaba terminando de decir el nombre de su colega cuando un movimiento, ese color de cabello y ese rostro le llamaron la atención.

—¿Xavier? —preguntó la mujer desde la otra parte del auricular, pero él se quedó en silencio por mucho tiempo.

Anaelise estaba de pie con una lista entre sus dedos mientras leía una etiqueta de un tarro de leche. Ella fruncía su ceño mientras con su dedo índice iba persiguiendo en su lectura.

Esta vez ella tenía suelto su cabello. Sus labios y nariz estaban rojos como si hubiese llorado. Sin embargo, ese efecto en su rostro blanco, la hicieron ver muy hermosa a los ojos de Xavier.

La detalló, la miró entera de pies a cabeza, recorriendo como un jean con algunas partes rasgadas se le apretaban a la piel, y en la parte de arriba tenía una franelilla de tiras blanca. Él podía ver la blancura de su piel descubierta, y de hecho en cómo se estremecía con el frío del congelador en donde ella estaba de pie.

Cox pasó un trago y arrugó su ceño. Entonces se dio cuenta de que la llamada todavía estaba activa.

—Te llamo luego… —dijo y colgó de inmediato. Colocó su celular en un bolsillo y caminó lento como si él no supiera que ella estaba allí.

No supo por qué sus pies lo llevaron hasta la chica, no tenía el más mínimo interés en ninguna mujer en el mundo a no ser que sea para satisfacer sus necesidades. Y justo cuando estaba a metros de ella, pasando una despensa de verduras, una voz lo detuvo antes de llegar hacia Ana.

—¿Anaelise? ¡Wow!, ¿haces compras en este supermercado?

Ana saltó de un susto y por poco casi deja caer la botella de leche que tenía en sus manos. No podía creer que Andrew estuviese aquí de nuevo jodiéndole la vida. «¿Acaso no tenía suficiente con el tiempo que pasaba en la universidad?», pensó Anaelise.

Ella miró hacia ambos lados, no quería hablar con nadie en estos momentos, y menos después de esa cita con Oliver tan devastadora.

—¿Hay algún problema que compre aquí? —fue su respuesta y luego se giró dándole la espalda siguiendo con lo que estaba leyendo.

—Bueno… yo vengo aquí seguido y nunca te había visto. Pero me parece genial porque necesitaba hablar contigo.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Encuéntrame