Encuéntrame romance Capítulo 21

Xavier borró su sonrisa del rostro por la actitud un poco fría de Ana, pero cuando se puso de pie, alguien más estaba entrando por la puerta de su consultorio detrás de ella.

—Doctor, que pena interrumpir y entrar sin avisar, le pedí a la chica que no cerrara, necesito que me firme estos documentos porque deben enviarse hoy —dijo la mujer un poco agitada, parecía que había llegado de forma rápida, antes de que empezara su consulta.

Se trataba de una trabajadora de recursos humanos del hospital, cada vez que Xavier recibía esta documentación, se ponía de mal genio, y los recuerdos volvían como ladrillos partidos por todo su cuerpo.

Se adelantó asintiendo y tomó los papeles que la mujer le ofreció con premura.

—Necesito leerlos primero —dijo sin levantar la vista hacia ella, y también ignorando completamente a Ana, de hecho, olvidó su presencia, pero esta situación le jodía toda su estabilidad.

—Si, doctor, solo es que… no lo pude encontrar antes, y esto debe irse hoy, ya sabe…

—Lo sé, solo deme unos minutos, yo mismo se los llevaré.

Ana podía ver claramente que la actitud y el semblante de Xavier cambió desde que vio a esa mujer entrar. Parecía encerrado en sus propios pensamientos, incluso ella veía a una persona totalmente diferente allí parado. Dio unos pasos atrás cuando la mujer se disculpó nuevamente y él cerró la puerta soltando el aire para luego tirar la carpeta de una forma violenta en su mesa.

Recostó su cabeza en la puerta cerrada y luego reprimió sus ojos. Ana estaba más que asustada, pero no dudó en ir y colocar la mano sobre su hombro.

—¿Estás bien? —su pregunta alborotó toda la rabia y los recuerdos. Su respiración se agitó en gran manera y sus venas comenzaron a quemarle.

«¡Por supuesto que no estaba bien!»

Se soltó de su agarré de una forma grotesca haciendo que Ana retrocediera nuevamente asustada. Pero fue hasta que sus ojos se conectaron con los de Anaelise, que se dio cuenta de que ella no era “esa mujer”.

Allí estaba solo Ana, asustada mientras su pecho subía y bajaba con labios temblorosos. De hecho, pudo retroceder unos segundos atrás cuando Anaelise fue tan profesional sabiendo que una persona entraría en el consultorio sin dejar de ver un ápice lo que sucedía con ellos.

Su expresión cambió de inmediato y fue rápido a tomar el rostro de Ana en sus manos.

—Lo siento mucho… —se excusó, pero su sorpresa mayor, fue cuando la misma Ana lo envolvió en un abrazo que lo desarmó de inmediato.

—No hay nada de que disculparse —dijo Anaelise en susurro muy cerca de su oído.

Sin esperar un segundo más tomó las piernas de la chica y las subió a su torso para apretarla contra él. De un giró caminó unos pasos y colocó a Ana en su escritorio de vidrio para empezar a besarla con mucha necesidad.

«Necesitaba de ella, hoy la necesitaba mucho».

Apretó su cuerpo contra él mientras toda su piel le pedía que dejara de torturarse, sin embargo, ahora que tenía su boca en la de Ana era muy difícil dejarla así sin más.

Se despegó y luego fue a su cuello, mordió la piel a la vez que escuchaba como ella pronunciaba pequeños gemidos que estaban haciendo incontrolable el momento.

Apretó sus pechos, y cuando estaba a punto de alzar su blusa, ella lo detuvo.

—Esa mujer dijo que debías entregar esa carpeta, no sé de qué se trata todo esto, pero parece importante.

Xavier centró la mirada en ella y pasó un trago duro por su garganta, «tenía razón», pensó detallándola completamente. En cómo su rostro estaba perfecto y sus labios hinchados. Sus ojos tenían un brillo que no podía explicar, Ana se veía hermosa allí sentada y tocada por él.

De igual forma no quería que la primera vez de Ana fuese de esa manera, respiró profundamente y luego asintió. Arregló la ropa de la chica con mucho cuidado mientras ella detallaba como él colocaba de nuevo todo en su lugar. Entonces Ana le asomó una sonrisa apenada.

—Te has salvado —dijo más tranquilo mientras ella asintió—. Me tomará unos 15 minutos, ¿podrás esperarme? —le preguntó Cox bajándola del escritorio.

—Pues, estarás estafándome literalmente, porque robarás 15 minutos de mi terapia, entonces… —hizo una cara como sacando cuentas—. Debes pagarme ese tiempo…

Cox estaba entre extrañado, excitado y sorprendido por la actitud de Ana, pero no quiso retraerla a su nueva espontaneidad.

—Te pagaré muy bien —le indicó pasando el pulgar por sus labios y luego rodeó el escritorio tomando la carpeta de nuevo—. Puedes pasearte por aquí, tomar algún libro, solo… no llames mi atención.

Ana asintió sonriendo un poco y luego fue donde estaban muchos libros en su estante ordenado y pulcro…

Cuando Cox terminó su tarea, le dijo a Ana que lo esperara en la parte del estacionamiento del hospital para no salir juntos y llamar una atención no deseada. Sacó las llaves de su auto, se metió en él y vio de lejos la figura de Anaelise esperando tal y como él le había dicho que hiciera, entonces, le hizo una seña para que viniera de inmediato.

Estando dentro del auto y andando, Ana tenía muchas cosas en su cabeza mientras juntaba sus manos un poco nerviosas. Sabía a dónde irían, Xavier se lo confirmó hace unos minutos, y ayer por la noche le dejó claro que en esta misma noche pasarían a una nueva etapa de su relación “solo sexo” y ella temblaba con solo pensarlo.

No era porque no quisiera experimentarlo, de hecho, ella agradecía haberse topado con este hombre que la estaba ayudando en muchas cosas que él ni siquiera sabía estaba haciendo. Estaba recuperando su confianza, aceptando su cuerpo, y reconociendo que ella sí podía sentir placer, igual a un centenar de mujeres.

Estaba asustada, y no era para menos, pero más que miedo, tenía ansias, no quería parecer una tonta en el acto, quería también ser parte del suceso, quería ver en el rostro de Xavier que también le gustaba lo que ella hacía, sentía la necesidad de brindarle las mismas emociones que la tenían a ella atrapada todo este tiempo.

Pero también se martirizaba, «¿cómo podía llegar a hacer todo esto?», si simplemente ella no sabía cómo tomar el control en esta situación. Era una completa novata en todo el tema.

Viendo hacia la carretera en silencio, supo que el camino que estaban llevando no era igual al de las demás noches anteriores, giró varias veces para corroborar, y no esperó para preguntar a dónde se dirigían.

—¿Tienes que ir alguna otra parte? —preguntó mirando directamente al hombre que estaba sumido en sus propios pensamientos. Como si estuviera lejos de este lugar.

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