Encuéntrame romance Capítulo 30

¿Quién es el hombre que te violó?

Esa pregunta perturbadora estuvo en su mente por días enteros. La respuesta parecía ser muy fácil para muchos, incluso para el mismo hombre que Ana pensaba la entendía mejor que nadie.

Pero no era tan fácil como se esperaba, «no lo era», pensó Ana mientras Andrew la sacudía varias veces.

—Debemos irnos —dijo la voz del chico mirando hacia ambos lados del salón.

Ana parpadeó varias veces volviendo en sí y asintiendo para colocar el bolso en sus hombros. Salieron de su salón en completo silencio y mientras caminaban por los pasillos, la preocupación de Andrew aumentaba por su amiga.

Ella parecía perdida, ensimismada y muy baja de ánimo. Le preocupaba las ojeras que estaban apareciendo en sus ojos y aún más que no estuviera atenta como ella solía estar en sus clases.

Entonces justo cuando iban hacia el auto de Andrew, él se interpuso en su camino deteniéndole el paso de golpe.

—No puedes seguir de esta manera, Ana, ¿Qué es lo que te está pasando? Quiero ayudar…

Anaelise abrió sus ojos hacia Andrew, pero no pasó un segundo hasta que su mirada se desvió en otra dirección.

Xavier caminaba a paso apresurado a su propio auto en la otra ala del estacionamiento, en todo su recorrido nunca se giró a observarla y cuando entró a su auto que pudo hacerlo, tampoco lo hizo. Y eso le dolía tanto.

Su relación estaba completamente rota, ahora no existía nada entre ellos sino los recuerdos dentro de su pecho y una simple consulta que, a la larga Xavier, quería terminar cuanto antes, o al menos eso era lo que ella pensaba. Luego de que vio que su auto desapareció del estacionamiento volvió los ojos hacia la otra esquina y allí estaba Olivia de pie, viendo la misma escena que ella.

Por un momento ambas se miraron a la cara, pero fue Anaelise quien decidió romper con aquella rara situación.

Andrew captó todo aquello, la mirada de Ana sobre Cox, el momento incómodo con aquella profesora, y el desánimo que su amiga supuraba por los poros.

Aunque temió su respuesta esta vez no dudó en enfrentarla.

—Entonces, Xavier Cox es el motivo de tu desánimo…

El corazón de Ana se disparó y volvió a regresar los ojos hacia Andrew.

—¿Puedes llevarme a casa? —le preguntó ignorando su supuesto.

El chico asintió un poco irritado y caminaron en silencio hacia el estacionamiento para luego comenzar andar sobre la carretera.

—No hay nada de lo que piensas —dijo ella soltando el aire no aguantando por mucho tiempo la tensión que había dentro del auto. Ya era suciamente con sus problemas para que la amistad con Andrew también se dañara.

Andrew giró por un segundo y luego asintió.

—Sé que no confías en mi Ana, y no te lo reclamo, aquí solo te he ofrecido mi amistad, una amistad sincera. Solo quiero tu bienestar, pasarla bien cuando hacemos algo juntos, somos compañeros, amigos, ese es mi único interés.

El malestar de Ana aumentó en desmedida con las palabras de Andrew, esto parecía no tener fin y creyó que no soportaría por mucho tiempo.

—¿Podemos ir a tu casa? —preguntó Ana en susurro mientras algunas lágrimas caían por sus ojos—. No prometo decirte todo, pero por algo puedo comenzar…

El pecho de Andrew se agitó, estaba seguro de que su amiga no se sentía nada bien, y no era su intensión presionarla hasta que ella expulsara lo que la atragantaba, pero al menos quiso brindarle alivio mientras la escuchaba a lo poco o mucho que ella tuviese por decirle.

Entraron a la casa de Andrew, y él la condujo al salón donde estuvieron la última vez estudiando, Andrew pidió no ser molestado y más tarde llevaron almuerzos para ambos. No sería fácil para Ana contarle algunas cosas a Andrew, ni tampoco le comentaría que Xavier era su psiquiatra, pasaría por alto muchas cosas de la que simplemente no podía narrar, pero trataría de hacerle entender lo mejor posible.

Ahora, ella valoraba su amistad, cuando Andrew le dejó en claro sus intenciones realmente se sintió aliviada sabiendo que él era una persona incondicional a su lado.

Comenzó con platicarle sobre su madre, la degradación de Edward después de la muerte su esposa y como ella tuvo que ser cuidada por diferentes personas desconocidas a lo largo de su vida. Detalló algunas situaciones hasta que llegó a su peor parte.

—Fui violada, Andrew… físicamente cuando tenía 8 años, pero fui abusada de otras formas mucho antes.

A Andrew le dolía la garganta y eso sin sumar que no salían palabras de su boca. Su cuerpo se quedó estático por largos segundos y antes de que pudiera decir cualquier cosa, fue interrumpido por el tono del móvil de Ana.

Ana observó su móvil y vio en el identificador, que se trataba de la abogada que estaba llevando la situación de su casa y no esperó para contestar.

—Señorita Clark —respondió.

—Señorita Becher, ¿Cómo está? Disculpe que haya demorado tanto en llamarla… la semana pasada se presentó una situación y me llevó parte de esta semana en buscar una solución.

Ana arrugó el ceño, las palabras enredadas de la abogada solo la confundieron.

—Mmm, ¿está todo bien?

—Creo que hay algunas cosas, señorita Becher, ¿Usted podría pasar por mi oficina ahora mismo? Es necesario hablar personalmente con usted.

Ana miró a Andrew y luego sintió con los labios resecos.

—Sí, creo que podría ir ahora mismo. ¿Cuál es la dirección?

—Estoy en el edificio nacional del condado, pero le enviaré la dirección y el número de la oficina, cuando entre y se registre, diga que tiene cita conmigo, dé sus datos de identificación y la harán pasar. Ahora mismo informaré que usted viene, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —respondió Anaelise levantándose del sillón donde estaba antes.

La mujer se despidió colgando y al minuto Ana ya tenía la dirección en un mensaje que la señorita Clark le envió enseguida.

«Parecía algo serio», se dijo varias veces en su mente y luego comenzó a recoger sus cosas.

—¿Qué ha pasado? —pregunto Andrew levantándose también.

—¿Recuerdas que mi casa está en proceso de venta? Bueno, ella es una abogada que el estado me ha proporcionado desde hace unos años para todas las acciones legales, cuando mi padre murió, debí firmar cláusulas e infinidades de documentos, ya que ellos pagaban mi manutención; así que decidí pedirle que se encargara en el papeleo de la casa para poder venderla —Su amigo asintió siguiéndole el hilo—. Parece que hay algo que se presentó y ella quiere que vaya ahora mismo, porque debe decirme algo importante.

Andrew se acercó y luego colocó una mano en su hombro.

—¿Y?

Diana sacó el aire y la miró seria.

—Tu tío dijo que no tenías la capacidad de adquirir ningún bien, que estabas en consultas psiquiátricas y que él se encargaría ahora…

—Eso no es posible —se levantó Ana de golpe.

—Ana —la mujer también se levantó—. Llamé a tu doctor, sabes que el estado tiene todo lo pertinente a tu situación económica y debe hacerse caso de tu bienestar y de lo que te pertenece.

—¿A mi doctor? —esta vez ella se giró queriendo saber a quién se refería.

—Sí —respondió Diana yendo de nuevo hacia la carpeta—. El doctor Oliver habló conmigo hace unos días aclarándome que se jubiló y me pasó el contacto de tu nuevo doctor —ella sonrió, y eso se le hizo muy extraño a Ana.

Su corazón pendía en un hilo por toda la información que estaba teniendo, tenía el terror expuesto en su cuerpo, traspiraba y temblaba, y solo pensaba en terminar con esto para ir corriendo a su casa y buscar sus pastillas.

Las necesitaba con urgencia.

—El doctor Cox se reunió conmigo ayer por la mañana, luego de que hablamos por teléfono y le informé la situación —Ana se sentó de nuevo para escuchar a su abogada con atención—. Me trajo un informe completo, que anexaré en este caso.

—¿Esta…? ¿Hay algo malo en el informe que me pueda perjudicar? —su voz tembló porque su garganta le dolía, sentía escozor en sus ojos y sus mejillas caliente.

—Al contrario, Ana, el informe es muy favorable. Te ayudará mucho a que puedas obtener el dinero completo de la venta de tu casa.

—Disculpe… ¿Usted le dijo a mi médico que mi tío dijo lo de mi condición? —esta vez Diana negó.

—No, solo le dije que esto era solo parte del protocolo para la venta de tu casa. ¿Por qué?

Ella soltó el aliento y asintió.

—Por nada… ¿Ahora, qué debemos hacer?

—Bueno, ya no es complicado, tu tío está en camino con su esposa, él podrá hablar contigo y quedó en avisarme cuando llegara para realizar un acuerdo. Estoy segura de que firmara los papeles, y asunto resuelto. Sería bueno que hablaras con él, y te vea tan cambiada, eso ayudará a que se sienta seguro de hacer lo correcto por ti.

La camiseta de Ana ya estaba pegada a su piel. Dio unos pasos retirándose de puesto y se tambaleó cuando un mareo la invadió. Necesitaba vomitar y hacerlo hasta que ella quedara sin vida.

Escuchó la voz de Diana muy lejana, pero ella solo quería salir de allí enseguida. Caminó varios pasos mientras el pasillo se hacía largo e interminable, las gotas de sudor caían por su frente mientras su bilis subía hasta su garganta.

Su infierno no podía estar apareciendo de nuevo. Ese hombre no estaba por llegar nuevamente a su ciudad, él no podía hundirla nuevamente en su miseria y se negaba rotundamente a verlo otra vez.

Sus rodillas pegaron con el suelo mientras Diana decía algunas cosas para ella y otro hombre se acercaba para ayudar, la realidad y sus pensamientos se unieron en uno solo, mientras veía la cara de su tío Ned, riéndose de ella mientras pasaba las manos por su cuerpo…

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