Encuéntrame romance Capítulo 49

Andrew estaba sentado con su móvil apuntando su cámara en dirección de Ana. Ella no se dio cuenta de que él capturaba varias imágenes en su celular, porque ahora se concentraba haciendo una tarea en su mesa, mientras él tenía la laptop en sus piernas.

Bajó su móvil y utilizó el Zoom para observar con detalle las partes de su rostro. Ana había cambiado un poco desde que la conoció, ahora era más femenina, un poco más estilizada, y por supuesto, con un mejor cuerpo.

Sin embargo, no era eso lo que llamaba su atención, ni lo que lo conmocionaba en gran manera. Era ella en esencia, Anaelise era el último pensamiento antes de irse a dormir y el primero con el que se levantaba.

Tener un hombro para ella donde recordaba a otro hombre le era muy difícil de lidiar a diario, eso sumado a que era tan cerrada en muchos aspectos, que nunca se daba cuenta de su interés.

Pero desde que ese hombre se fue de su vida, literalmente tuvo una esperanza hacia Ana que, lo volvía loco al pasar el tiempo, no sabía cuándo sería el momento en que se atreviera a besarla, incluso a confesar sus sentimientos que muchas veces no podía contender, pero estaba seguro ahora mismo que después de escuchar a su profesor de cirugía, él debía hacer algo pronto.

No sabía qué, pero necesitaba ser diferente, portarse como el hombre que era, y demostrarle a Ana, que ella tenía a su lado alguien que la amaba con locura.

Necesitaba tener un plan, urgentemente.

Bloqueó su teléfono y colocó la portátil a un lado mientras se levantó para sentarse al lado de Ana. Sus brazos rozaron provocando que su cuerpo inmediatamente reaccionara, pero ella solo alzó la vista asomándole una sonrisa, y eso le jodía mucho.

—Creo que este análisis será suficiente —dijo ella corriendo la laptop para que él leyera su escrito, y aunque le encantaba leer y estudiar con Ana, ahora mismo no tenía cabeza para eso.

Hizo como si pasara los ojos sobre el informe y demoró unos segundos más haciendo tiempo.

—Sí, es bueno… —respondió para luego posar los ojos en sus labios sonrosados.

—¿Estás bien? —preguntó ella un poco extrañada.

—No mucho…

Ana frunció más el ceño y se echó para atrás recostando la espalda en la silla.

—¿Qué ocurre?

Andrew se rascó la cabeza y soltó el aire.

—Estoy pensando en la convención de cirugía… —Vio como el rostro de Ana cambió de inmediato, sabía qué tenía ella en la cabeza, pero continuó—. Si es en New York, tengo algunos amigos… en Washington hay dos hermanos de Papá… y en Los Ángeles, también tengo amigos… entonces, no tenemos que quedarnos con los demás, además eso nos limitará de pasear cuando queramos…

Ana pasó un trago incómoda.

—Creo que… debemos esperar que la otra semana confirmen el lugar… y ya veremos…

—Ana —Andrew tomó su mano para obtener su atención completa—. De cualquier forma, quiero que estemos juntos allí, sea con unos amigos, y sea que estemos… solos…

Ana bajó la mirada hacia los dedos que atrapaban su mano, y por un momento sintió que la situación la ponía incómoda. Pero, era su amigo, y con Andrew ella podría caminar con los ojos vendados.

Apretó su mano y le devolvió una sonrisa.

—Claro que sí, podemos alquilar algo en el tiempo que estemos en dicha ciudad, además no será algo nuevo, prácticamente me la paso aquí en tu casa.

Andrew asintió más o menos feliz, aun sabiendo que Ana no tomaba las cosas como él quería que las tomara.

—Solo que… no cocinaré todo el tiempo, deberás ayudar… —siguió Anaelise y él soltó una carcajada, para luego borrarla al instante.

—Anaelise —él se acercó un poco más—. No tendrás que cocinar ni una vez, no tienes que hacer eso conmigo.

Ella lo miró perpleja porque la conversación estaba tornándose un poco extraña, sin embargo, nada la preparó para ver en como Andrew tomó sus mejillas y acercó su cabeza para pegarla con su frente.

—Conmigo, sería diferente, Anaelise —el aliento de Andrew se esparció por toda su cara, mientras su mandíbula caía al suelo de la impresión.

«Esto no podía estar pasando», pensó un poco agitada.

—Andrew… —ella trató de retirarse, pero él no se lo permitió.

—Por favor, Ana, no te vayas… yo…

Ella se despegó completamente y se levantó de un tirón.

—No, Andrew, esto no está bien, ¿Qué estabas haciendo? —ella preguntó con irritación y preocupación en su rostro y Andrew también se puso de pie, pero no fue hasta ella.

Se quedó de pie, con el rostro tan serio que hizo que el corazón de Ana saltara de los nervios.

—No puedo seguir siendo hipócrita contigo. Eres mi mejor amiga, y eso no cambiará, pero Anaelise… —Él quiso dar un paso hacia ella, pero Ana lo detuvo con una señal.

—No jodas las cosas, Andrew, no lo hagas…

—¡Ana! —gritó Andrew cuando vio que ella colgó su bolso y comenzó a irse de la biblioteca de su casa.

Cuando llegó a su apartamento Ana quiso arrancarse el pelo. «¿Por qué Andrew tenía que complicar su amistad de esta manera? Todo iba demasiado bien en los últimos meses como para que quisiera pretender venir con esto ahora».

Se sintió un poco molesta, y eso adicional a la tensión que tenía por la información que arrojaron en su clase.

Literalmente temblaba al pensar en lo que podía ser, ni siquiera estaba segura en que ciudad sería y si en el caso de la vida, resultara ser L.A., entendía muy bien que dicha ciudad era lo suficientemente grande como para encontrárselo.

Además, había pasado casi dos años, ella intentó localizarlo todo este tiempo por todos los medios, pero la pregunta que rondaba en su cabeza era: él no lo había hecho nunca y de cierta forma le dejaba claro que no tenía intención de hacerlo.

El pensamiento solo aumentó el estrés que sentía, y por un momento se dijo lo tonta que era.

Era claro que jamás olvidaría lo que él hizo por ella, pero… «¿cómo podía correr detrás de alguien que concluyó y dio un final a su relación?»

No podía seguir pensando que allí podía salvaguardar algo, si ella volvía a ver a Xavier, solo debía seguir adelante con su vida porque esa convención no sería eterna, y si allí sucedía algo, volvería nuevamente con el corazón roto.

Y Anaelise pensó que ya era suficiente…

*

Después de unos días, Ana estaba decorando un estante en la tienda de Mery cuando la puerta se abrió y ella vio como Andrew entraba con una camiseta que nunca le había visto puesta.

Estaba muy bien vestido y olía a un perfume caro.

«¡Dios!, esto no tenía fin», pensó y luego miró a Mery quien saludó al chico enseguida.

—Andrew, que bueno tenerte de visita… —escuchó a Mery y observó que su amigo la miró de reojo.

Los días anteriores estuvieron un poco tensos entre ellos, aunque se hablaban y se sentaba juntos en cada clase, Ana simplemente tocaba temas netamente correspondientes a la universidad y dejo de ir a su casa después de salir del trabajo.

Necesitaba tomar algo de distancia para hacerle saber que ella no quería una relación. Y menos con su mejor amigo.

—¿Cómo estás Mery? —preguntó Andrew acercándose al estante de vidrio.

—Estamos bien… Anaelise, saluda… —Mery la regañó porque ella ni siquiera volteó a ver al supuesto cliente.

Ana torció los ojos y se giró hacia ellos.

—Hola…

Andrew asomó una sonrisa que hizo hueco en sus mejillas y luego asintió con la cabeza para posicionar su mirada nuevamente en Mery.

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